“Yo lo siento tan cercano, que a Dios gracias gozo de buena salud, pero en un desespero por no tener trabajo,
le pedí a José Gregorio su intercesión para que me echara la manito, y mira aquí estoy, trabajando para ayudar a difundir una obra en su honor”.
Emocionada Lynne Álvarez nos cuenta su historia personal con el Doctor José Gregorio Hernández, a quien acudió con fe para aliviar su situación financiera.
Una de las cosas que más llama la atención del visitante cuando llega al Santuario Niño Jesús de Isnotú, son la infinidad de placas que se encuentran pegadas en las paredes del recinto espiritual.
Estas placas son ofrecidas por los devotos en agradecimiento de un favor concedido. La mayoría están hechas en metal con sus letras bordeadas, quizás con la intención de que sean duraderas su permanencia y legibilidad en el Santuario. Hay otras en madera, mármol, cemento, casitas, cerámicas entre otros materiales.
Por su faceta de médico, la mayoría de los creyentes agradecen favores relacionados con alguna dolencia de salud atendida por el beato; sin embargo, muchas otras hacen referencia a “milagros” bastante diferentes, como la solución de problemas familiares, económicos, incluso hasta sentimentales, que van desde la sanación de un matrimonio en problemas hasta la orientación para elegir a la persona indicada a fin de construir un hogar cristiano.
El Vicario del Santuario, José Magdaleno Álvarez indicó a Diario de Los Andes que se está planteando un proyecto para contabilizar las placas que ofrecen los devotos a José Gregorio, tomando en cuenta que son “miles y miles”, e incluso no todas están expuestas a la vista del público, por falta de espacio.
Basta con recorrer el Santuario para percatarse que hay placas bastante antiguas entre ellas de los años 60 provenientes de todo el mundo. Donde está la estatua de mármol de José Gregorio fue el primer lugar donde comenzaron a colocarlas, motivado al aumento de “favores concedidos” poco a poco se fueron expandiendo por el resto de la edificación del Santuario. Al punto que hoy en día todo el complejo está prácticamente colmado de placas, incluso las paredes exteriores de la iglesia, así como las del museo.
No sólo placas dejan los devotos
Por razones económicas o hasta simbólicas, hay creyentes que entre las placas dejan fotos de niños, adultos, documentos de tránsito u otro de identidad, restos de cabello, todas estas ofrendas se hacen para pedir un favor a agradecer uno.
En visita al Santuario, Diario Los Andes consultó a los devotos que allí se encontraban sobre dónde podrían ser colocadas las placas que aún continúan llegando al lugar. La mayoría coinciden que debe ser un lugar visible, y destaca entre los sitios sugeridos la torre del campanario de la Capilla.
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Por: Alexander González
IG: @AlexGonzalezDigital
Fotos: Alexander Viloria