Gonzalo Fragui
Cuenta don Ricardo Palma que Bolívar debía viajar a San Ildefonso de Caraz y, por ello, el jefe del estado mayor conjunto escribió al gobernador Pablo Guzmán para solicitarle pasto para los caballos, comida para la tropa, y para Bolívar alojamiento decente, buena mesa, buena cama, y etc., etc., etc.
Guzmán entendió todo, menos lo de “las tres etcéteras” y, para resolver el enigma, convocó a sus prefectos. Uno de ellos dijo:
– Está clarísimo. El Libertador es muy devoto a Venus, y “las tres etcéteras” van inmediatamente después de “buena cama”.
Guzmán encontró lógica la explicación y ordenó “apresar” a las tres más encantadoras señoritas del lugar. Las matronas protestaban. Los soldados se disculpaban: “Necesidades de la Independencia”.
Bolívar llegó con su tropa y, al enterarse de lo sucedido, destituyó a Guzmán y liberó una a una a las agradecidas muchachas, quienes se enamoraron inmediatamente del Libertador.
Bolívar en esa oportunidad no llevaba mayores apremios amorosos porque iba acompañado de la bella señorita Manolita Magroño, pero, tiempo después, y esto no lo cuenta don Ricardo, pasó de nuevo Bolívar por San Ildefonso de Caraz, esta vez sin compañía femenina, y etc., etc., etc.