Rojales (España), 2 ene (EFE).- Una necrópolis de época bizantina del siglo VI d.C. a orillas del río Segura en la localidad española de Rojales, en Alicante (este), se ha convertido en el vestigio más antiguo en la península de la primera pandemia global documentada, la bautizada como «peste justiniana», con una treintena de tumbas con padres y madres abrazados a sus hijos por la repentina infección.
Datada por Carbono 14 entre mediados del siglo VI e inicios del VII de nuestra Era (tras la división del Imperio romano), la necrópolis se sitúa en una duna fósil del yacimiento de Cabezo del Molino de Rojales y el relato que esconden sus restos mortales es el resultado de varias campañas de excavaciones que forman parte del plan de investigaciones del Museo Arqueológico de Alicante (MARQ), dirigido por Manuel Olcina Doménech.
El proyecto cuenta con la colaboración del Instituto Max Plank de Jena (Alemania) y la antropóloga Susana Gómez González, de la Universidad de León (centro norte de España).
En una entrevista concedida a EFE, la directora de la excavación, la arqueóloga del MARQ Teresa Ximénez de Embún, explicó que hasta ahora se han hallado 62 cuerpos sepultados en una treintena de tumbas múltiples que cronológicamente coinciden con el primer brote de la peste bautizada con el nombre del emperador romano de oriente Justiniano, la primera pandemia de la historia que pudo matar entre 25 y 50 millones de personas en el entonces mundo conocido, a orillas del Mediterráneo.
LA PESTE JUSTINIANA, EN SPANIA
La novedad que aporta la necrópolis estriba en la posibilidad de localizar por primera vez la «peste justiniana» (provocada por la bacteria Yersina pestis) en la parte occidental del Mare Nostrum, donde por motivos militares y comerciales el Imperio bizantino (la parte oriental del Imperio romano) había arrebatado a los visigodos la provincia Spania entre los siglos VI y VII desde el sur de Valencia hasta Huelva.
Las excavaciones apuntan a que muy posiblemente la peste sí llegó al sur de Alicante y nos dejó una necrópolis diferente a otras porque, según Ximénez de Embún, «el tratamiento de los individuos en su forma de enterramiento es emocional, sin fosas comunes y con una organización cementerial por agrupaciones familiares».
Perteneciente a las primeras manifestaciones de las comunidades cristianas en el ámbito rural, se ven muertes «repentinas y contemporáneas», como por ejemplo conjuntos familiares de hasta tres individuos abrazados y sepultados al mismo tiempo (antes del ‘rigor post mortem’) con una causa que no puede ser otra que infecciosa.
Hay una tumba en la que un adulto abraza a un niño, como un varón de entre 20 y 25 años a un menor de unos 6; o donde una joven sostiene un bebé en brazos; o hay cuatro niños de entre 8 y 10 años enterrados a la vez; y también otra con un par de gemelos o mellizos.
«Se trata de una población joven con muertes prematuras que nos advierten de que existió un proceso infeccioso en la comunidad», destacó la arqueóloga, que atribuyó a la relativamente alta movilidad de la población foránea en Spania, posiblemente llegados de Grecia, Turquía o Egipto.
LA ‘RENOVATIO IMPERIUM’ EXTENDIÓ LA PANDEMIA
De este modo y según se iba ampliando la ‘Renovatio imperium’ para recuperar el antiguo Imperio romano del emperador Justiniano, «se podría haber ido extendiendo la peste» que, al final, provocó que la población decreciera hasta tal nivel que aboca a la desaparición de la población bizantina en Spania.
La «peste justiniana» llegó a causar miles de muertos diarios en la capital bizantina, Constantinopla (hoy Estambul), y está considerada como una de las más primeras y mortíferas pandemias de la historia ya que, a diferencia de las anteriores, ocurrió en un periodo de gran movilidad en el Mediterráneo.
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