Por: Arianna Martínez Fico
Hoy no hay nada que disfrute más en la vida que construir mundos de posibilidades con otros. Surfear la ola del futuro y enfrentar los desafíos del entorno en el que nos está tocando vivir y hacer empresas demanda personas empoderadas que sean capaces de entender el contexto, adaptarse y responder de manera ágil e innovadora para aportar valor.
En este artículo desarrollaré algunas ideas sobre las relaciones como una de las llaves que habilita el empoderamiento y el capital relacional interno en las organizaciones para que alcanzar resultados sostenibles.
Qué es empoderamiento y cuál es su vínculo con los resultados
El empoderamiento se define comúnmente como la capacidad de entregar a los colaboradores la autonomía y confianza necesaria para tomar decisiones y asumir responsabilidades, pero a mí esta definición no me alcanza. He trabajado con cientos de organizaciones y he llegado a la conclusión que nadie empodera a otro.
El empoderamiento, entendido como la capacidad de hacerse cargo de que pasen las cosas que queremos que pasen, es principalmente una elección personal que, ciertamente, florece aún más en entornos que generan las condiciones propicias para ello.
Una persona o equipo empoderado es aquel capaz de agenciar el logro de resultados. Querer lograr algo es muy importante y no suficiente. Además del deseo, necesitamos además tener “ancho de banda” o capacidad instalada para ello.
Por eso, junto con Gabriela Ibáñez De Santis, mi socia en Empoderarte Consultores, hemos desarrollado un modelo evolutivo de empoderamiento que pasa por reivindicar el ejercicio del poder desde lo personal, hasta lo interpersonal, organizacional y social.
El empoderamiento no ocurre en el vacío. Surge y prospera cuando existen:
● Ambición, preferiblemente serena, resolución o ganas, como motor que impulsa el compromiso con la acción.
● Claridad en el propósito, el resultado y el rol, en ese orden, para actuar de manera consciente, enfocada y alineada con la estrategia de la organización.
● Habilidades técnicas y adaptativas que permiten saber qué y cómo hacer de manera efectiva y sostenible.
● Recursos materiales, técnicos, financieros y a veces también horas-hombre.
● Capital relacional interno y externo que permita articular voluntades para afrontar situaciones complejas y satisfacer intereses comunes en un entorno diverso y multicultural.
Qué es y cómo cultivar el capital relacional
El capital relacional va más allá de las conexiones, de la cantidad de seguidores en redes sociales o de nuestra lista de contactos. Se trata de construir relaciones genuinas y sostenibles basadas en el auténtico interés por el otro, el respeto, la confianza, la colaboración, la celebración de la diversidad, la comunicación abierta y los valores o propósito común.
El capital relacional requiere foco, intención amorosa, tiempo, voluntad y consistencia. No se construye de la noche a la mañana. Para que florezca y se consolide en el contexto organizacional, vale la pena actuar como buenos jardineros: preparar el terreno, abonarlo, sembrar semillas, regar, cuidar y esperar. El proceso es también el resultado.
Algunas estrategias para cultivarlo incluyen:
● Escucha colaborativa.
● Confiabilidad a través de la transparencia.
● Construir redes colaborativas.
● Capacitar en habilidades relacionales.
● Liderar con el ejemplo.
Veamos una por una de estas estrategias.
Escucha colaborativa
El primer paso para construir relaciones significativas es aprender a escuchar. Más allá de oír palabras o escuchar para responder, se trata de escuchar con la mente y el corazón abiertos para comprender no solo lo que dice el otro, sino desde dónde lo dice: la lógica, los razonamientos, las emociones, las intenciones, las inquietudes y los contextos.
Implica desarrollar:
● Atención plena. Estar presente-presente en vez de presente-ausente y escuchar con genuino interés sin interrumpir ni voltear el foco de la conversación sí mismo.
● Escucha candorosa. Curiosidad para hacer preguntas que permitan profundizar el entendimiento.
● Legitimación del otro. Respetar y aceptar las opiniones, emociones y experiencias del otro.
● Validar escucha. Resumir entendimiento y validarlo con el otro antes de expresar mi punto de vista.
No se trata de imponer, manipular o ceder. Escuchar de manera activa y colaborativa entraña el riesgo de cambiar de opinión, total o parcialmente. Colaborar pasa por estar dispuestos a integrar perspectivas y ampliar o cambiar mi mirada para encontrar soluciones ganar-ganar.
Una cultura organizacional que prioriza este tipo de escucha genera confianza, respeto mutuo y humanidad.
Confiabilidad a través de la transparencia
La confianza se construye con vínculos de calidad, acciones coherentes y comunicación abierta. Para ello es esencial:
● Alineación en torno a lo que es valioso cuidar de manera común.
● Honestidad acerca de las expectativas y limitaciones. Aun con buena intención, no se debe prometer aquello que no depende de nosotros o que sabemos que no nos será posible cumplir.
● Cumplir lo prometido en las condiciones acordadas.
● Compartir información importante de manera oportuna.
● Honrar los compromisos incluso cuando no nos será posible cumplir. Avisar a tiempo que no llegaremos, ofrecer una disculpa productiva, hacernos cargo y resarcir daños en la medida de lo posible.
Un entorno transparente reduce la incertidumbre y permite que las personas se sientan seguras al tomar decisiones y definir acciones con otros.
Construir redes colaborativas
El capital relacional interno y externo florece en redes donde las personas pueden interactuar y colaborar regularmente. Esto incluye:
● Fomentar equipos multidisciplinarios para aprovechar diversas perspectivas.
● Reconocer y celebrar logros colectivos.
● Generar alianzas virtuosas con proveedores, clientes, actores sociales e incluso con la competencia.
● Crear espacios para la interacción informal, el encuentro y las conversaciones entre “pares improbables”.
Estas redes fortalecen las relaciones y proporcionan apoyo emocional y práctico para afrontar desafíos comunes, superando las dificultades de la polaridad.
Capacitar en habilidades relacionales
Habilitar el capital relacional requiere competencias específicas como la empatía, la resolución de conflictos, la asertividad y la comunicación no violenta.
Invertir en el desarrollo de estas habilidades apoya a los colaboradores a sentirse más seguros para el ejercitar poder e influencia en la relación con otros.
Liderar con el ejemplo
Los buenos líderes saben que los equipos replican sus comportamientos y estados de ánimo. Es importante interesarse genuinamente por las personas, escuchar activamente, mostrarse vulnerable, pensar en voz alta y en borrador, fomentar la divergencia y la disrupción creativa, invitar actores internos y externos e incorporar perspectivas diversas, reconocer públicamente el esfuerzo colaborativo, ceder espacios de poder y acompañar a otros a ser exitosos. Estas acciones inspiran a los colaboradores a replicarlas y contribuye de manera potente a construir empoderamiento y capital relacional.
Cuál es el impacto del capital relacional en la vida de las organizaciones
El capital relacional es un recurso estratégico que impulsa el empoderamiento y, por ende, los resultados sostenibles en el largo plazo. Al construir relaciones basadas en confianza, colaboración y comunicación abierta, las organizaciones crean un entorno donde las personas se sienten valoradas, escuchadas y empoderadas para dar lo mejor de sí mismas.
Aun cuando el capital relacional pueda considerarse como un activo “blando” o intangible, su impacto puede medirse en resultados tangibles como el clima organizacional, la eficiencia operativa, la innovación, la satisfacción de clientes, las alianzas con actores clave, entre otros. ¿El desafío? Adoptar una perspectiva intencionada y comprometida para cultivar vínculos. ¿La recompensa? Un equipo empoderado, resiliente e imparable en la búsqueda de la excelencia.
Como migrante y ciudadana del mundo he aprendido que es mejor tener redes que plata; que las relaciones de calidad son un tesoro; que la humanidad me conecta incluso con los más diferentes; que los resultados extraordinarios se logran en conjunto; que los juegos grandes se juegan con otros; y que un mundo más humano, consciente, libre, equitativo y feliz es posible cuando lo soñamos en conjunto.
“Y en la calle codo a codo somos mucho más que dos” – Mario Benedetti.
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