«Las naciones marchan hacia su grandeza
al mismo paso que avanza su educación».
Bolívar
Que el régimen disponga de personas no preparadas y dóciles para sustituir a los maestros que se declaren en huelga, por increíble que sea, es propio de un régimen que solo tiene como razón de ser mantenerse en el poder para ejercer la cleptocracia. No importan las justas razones de los maestros ni el carácter cívico de sus protestas. Tampoco el daño mayor que se le hace a los niños, ya gigantesco en este proceso que desprecia a la educación y a la cultura, si personas ignorantes y fanáticas toman el lugar de los maestros. Es parte de su naturaleza.
Ya el daño viene desde hace tiempo y, la verdad sea dicha, con excepciones en tiempos de las escuelas normales y de los institutos pedagógicos, la formación de maestros no ha merecido la importancia debida, ni los maestros ha tenido el trato adecuado en una inexistente estrategia nacional de desarrollo educativo. Se llegó al colmo de que la menor exigencia para lograr cupo en las carreras de cualquier universidad, publicado privada, era justamente para las carreras docentes.
Para remate, los partidos políticos encontraron en los maestros la carne de cañón para sus estructuras organizativas y, sobre todo, para sus testigos electorales. Igualmente, las decisiones para cargos educativos y para sus destinos eran tomadas no por méritos sino por criterios político – partidistas. Frecuente es ver los maestros viajeros, que presentan sus servicios en lugares lejanos a sus residencias.
En esas épocas, tiempos de la democracia entre 1958 y 1999, los maestros no eran tan mal pagados como ahora, ganaban unos 200 dólares al mes más algunas compensaciones por hogar, hijos, estudios, localidad donde trabajaban y otros beneficios. Hoy el sueldo es de entre 350 y 450 bolívares, es decir entre 20 y 25 dólares mensuales. Nótese en América Latina el salario de un maestro de escuela puede fluctuar entre 400 y 2.000 dólares mensuales, dependiendo de sus calificaciones y el país. En Estados Unidos y Europa están entre 2.500 y 5.500 dólares mensuales.
Otro tema es el trato o el aprecio a los maestros, pues en una sociedad que aprecie la educación es natural que se aprecie a los maestros, lo que en Venezuela no es tan evidente. Las plazas públicas, las calles y las avenidas están llenas de nombres de próceres militares, no de próceres civiles, y menos de maestros, cuyos nombres si están preferentemente en escuelas y liceos, pero son patronímicos asignados por el poder central, sin que los lugareños tengan idea quien es el personaje cuyo nombre lleva la escuela.
Todos los indicadores de la educación venezolana han empeorado en medio de la crisis humanitaria compleja, pero en estos inicios del año 2023 el país se sacudió con el despertar de los maestros, que ya no quieren emigrar del país, sino que decidieron luchar por mejores condiciones para ellos, sus alumnos y sus escuelas.
“La persistencia del educador en empeñarse lo mejor que puede con lo poco que tiene a disposición”, es una de las mejores fortalezas que tiene el país, afirmaba el profesor Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación de la UCAB. Por otra parte, el movimiento Fe y Alegría ha propuesto un pacto social, bajo el nombre “Alianza por la educación” frente a las tantas carencias que sufre este sector en el país. Son iniciativas que alimentan la esperanza.
«Las naciones marchan hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educación» dijo Bolívar.
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