Por: Maryerlin Villanueva / Crónica Uno
San Cristóbal. Una aventura mortal es la que atraviesan más de 30 familias residentes en el sector Camirí, del municipio Torbes, al tener que cruzar por una tirolina (cuerda), tras la falta de una pasarela, que colapsó hace ocho años, y no fue restablecida.
El caudal del río Torbes no perdonó la estructura y dejó incomunicados a los pobladores de Camirí, quienes no tienen otra opción para salir de allí. A pesar de los constantes llamados y documentos entregados a las autoridades, no obtuvieron respuesta al pedido de la pasarela.
Marco Antonio Millán, productor agropecuario de la zona, fue quien compró la guaya con una inversión de más de 200 dólares, con la cual se improvisó una tirolina, para que así tanto niños como adultos pudiesen desplazarse de un lugar a otro, corriendo el riesgo de que este material se rompa,y caigan al río.
La comunidad depende de la agricultura, cuyas hortalizas o frutas, son trasladadas hasta el Mercado Mayorista de Táriba, en el municipio Cárdenas.
“Cada vez que llueve el río se lleva las cosechas. Pasar por la tirolina también es peligroso, pero no tenemos más opción ”, expresó.
No es la primera vez que los afectados improvisan una tirolina, cuando colapsó la pasarela hace casi 10 años, instalaron una. Sin embargo, el incremento del caudal del río la arrastró, dejándolos incomunicados por varias semanas.
Es por ello que luego de comprar el nuevo cableado, optaron por armar una estructura con hierro en la cual se pudieran subir, y así moverse hacia el otro lado del río Torbes.
Cruce mortal
Quienes cruzan por la tirolina o como la llaman los habitantes de Camirí “carrucha”, lo hacen con el credo en la boca, pues temen que la cuerda de acero galvanizado se reviente, y caigan al vacío, tal como ocurrió hace varios años, cuando dos mujeres murieron al reventarse.
Ambas fueron arrastradas por el río Torbes, y murieron por inmersión. Esto incrementó el miedo en los vecinos, quienes tras el hecho se negaban a reparar la tirolina, pero ante la pasividad gubernamental, no les quedó más remedio que instalarla nuevamente.
En este sector de la zona metropolitana del estado Táchira, viven más de 10 niños, quienes tienen que pasar por allí para cursar estudios en los planteles educativos.
José Pulido, agricultor de la zona, recordó que antes de implementarse la tirolina, había una estructura conocida como “hamaca”, la cual había sido improvisada con tablas de madera. En una ocasión dos mujeres intentaban pasar, pero el material se rompió, y cayeron al río.
Afortunadamente el río no estaba tan crecido, y no se las llevó más abajo. Solo sufrieron unas fracturas en las costillas, y brazos”, expresó.
Pueblo abandonado
El diputado en el Consejo Legislativo Estadal, Freddy Kelly, informó que ante esta emergencia que padecen más de 30 familias, solicitará ante el Parlamento la pronta atención a esta comunidad, pues teme que ocurra una tragedia cuando lleguen las lluvias.
Kelly indicó que a solo semanas que se dé inicio a la temporada de lluvias, le preocupa que el río arrastre la estructura improvisada por los vecinos.
“Esto es un pueblo abandonado del cual solo se acuerda el Gobierno cuando es la etapa de campaña electoral”, concluyó.