Naciones Unidas, 1 sep (EFE).- El secretario general de la ONU, António Guterres, está «preocupado» por el contenido del informe hecho público ayer por la alta comisionada de Derechos Humanos, Michele Bachelet, muy crítico con el Gobierno chino en sus políticas en la región de Xinjiang y con la etnia uigur.
El informe señaló que el Gobierno chino pudo cometer crímenes contra la humanidad hacia los uigures y otras minorías étnicas musulmanas, al aplicar políticas que han implicado detenciones arbitrarias masivas y otros graves abusos en su contra.
En su rueda de prensa diaria, el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, dijo que Guterres «por supuesto está preocupado» por el contenido del informe, cuyo texto -aseguró- no leyó previamente, puesto que la oficina de Bachelet es totalmente independiente de la Secretaría General.
Aunque no quiso hacer un análisis sobre el esperado informe, que ya ha sido descalificado por el Gobierno chino, Dujarric dijo que el contenido «confirma lo que el secretario general viene diciendo desde hace un tiempo: que deben respetarse los derechos humanos (…) sin discriminaciones» y que «debe respetarse a las minorías».
Con respecto a las advertencias del embajador chino ante la ONU de que el contenido del informe podría dañar la relación entre su país y Naciones Unidas, Dujarric subrayó que el secretario general «valora el sistema de cooperación entre China y la ONU» porque «China es un socio extremadamente importante y esperamos que siga siéndolo».
El Gobierno chino, altamente puntilloso con cualquier crítica a su actitud con la minoría uigur, dijo hoy que el informe de la oficina de Bachelet «viola su deber (…) y está lleno de falacias», según declaró este jueves el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin.
El portavoz de la Cancillería afirmó en la rueda de prensa diaria de este departamento que el texto presentado ayer no es sino un «invento convertido en herramienta política» por parte de EE.UU. y los países occidentales, y agregó que se debe acabar con las «malas prácticas» y los «dobles raseros» a la hora de politizar los derechos humanos.
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