Gabriel Montenegro.
» Ni usted es periodista ni yo soy policía»…esa fue la respuesta dada por el recordado Guillermo Montilla al comandante civil de la policía municipal de Valera Rudy Linares, tras una acalorada polémica suscitada entre el entonces representante de los uniformados, y nuestro protagonista por el gremio comunicacional (AVP), en la década de los años 70.
En ese momento de tensión y choque público por una diatriba, a raíz de una cuestionada acción policial, el jefe de los uniformados, tras una discusión, había llamado a Guillermo «colega», cosa que no agradó en nada al legítimo representante de la prensa en el impasse, sin embargo, con el paso del tiempo, ambos aclararon el asunto y llegaron a consolidar una buena amistad.
Ese era el temple de Guillermo Montilla, nuestro personaje de esta oportunidad; uno de los primeros directores de Diario de Los Andes, quién marco pauta de enorme talla moral y se convertiría en factor fundamental, no solo en la consolidación del periodismo trujillano, sino en la legalización gremial particularmente en la transición de la Asociación Venezolana de Periodistas, de la cual fue uno de sus fundadores, al actual CNP.
Jesús Guillermo Montilla, caracterizado por su recia personalidad, inició sus luchas desde muy joven en su natal Motatán, siendo como todo estudiante de los turbulentos años 40, 50 y 60, marcados por el militarismo y las conspiraciones, un hombre de profundo rechazo a las hegemonías, el proselitismo y el burocratismo asfixiante y desmedido.
Aunque ligado a muchos amigos militantes de Acción Democrática y el partido Social Cristiano Copei, prefirió Montilla sumarse a las filas del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), donde compartió activa presencia y lucha junto a connotados dirigentes de la tolda morada y de la «Oreja», la cual lideraban a nivel nacional el insigne maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa y Jesús Ángel Paz Galarraga y los regionales Víctor Briceño, José Numa Barrios, Alberto La Riva y Astolfo Valero Sierra, tan solo por nombrar algunos de sus co-partidarios locales.
Su familia fue sagrada e intocable
Forjó el destacado periodista y hombre de gremios, una sólida familia junto a su inseparable esposa, doña Olga Margarita Delgado de Montilla, quién como buena matrona le ayudaba en sus momentos de preparar algún trabajo a presentar y por supuesto atendiendo sus necesidades, luciendo Guillermo impecable a la hora de salir a sus labores.
Con Olga tuvo a sus amados hijos, quienes son nuestros buenos amigos Leonardo Montilla, destacado profesional y dirigente de la política regional, Óscar Montilla, un profesional de altos kilates en el ramo de la economía, ex funcionario de la Contraloría del estado Trujillo y Mercedes Montilla la única hembra, a Dios gracias todos excelentes ciudadanos y profesionales.
Vecino ejemplar
Guillermo fijó junto a su esposa Olga Delgado, residencia en el sector Plata Uno de Valera, donde por muchos años se ganó el respeto y cariño de sus vecinos por sus dotes de hombre gentil y generoso.
Este servidor acudió en muchas oportunidades a su hogar, con el propósito de buscar alguna encomienda y hasta acompañar a Guillermo a llevarle alimentos a su querida mascota.
Olga y Guillermo se conocieron en Motatán de donde eran oriundos y de allí nació una unión marital que con el paso de los años de afianzó más y más.
Del mundo sindical al gremio periodístico
Su inquietud y desarrollo como hombre público, data de los tiempos de su juventud, siempre infatigable luchador, quién estuvo además al frente de la Oficina de Personal del Central Azucarero Motatán, donde puso orden y organización; sin embargo la comunicación social lo llamaba como fuego poderoso, cuya flama lejos de extinguirse crecía, crecía y lo quemaba de pasión interna.
Fue además Guillermo férreo defensor de la masa trabajadora, hombre de radio, de dura opinión; enemigo de los mancilladores y explotadores del pueblo y duro bastión moral en la lucha contra la dictadura no solo de Marcos Pérez Jiménez, sino de toda forma de totalitarismo, porque se autodefinía orgulloso como un defensor de la libertad de pensamiento y el pluralismo de las ideas.
Indoblegable y ético
Su carácter infranqueable en el mundo laboral, gremial y el escenario político-social, derivó en muchos enemigos, algunos de ellos «gratuitos, quienes no veían con buenos ojos a alguien como él, quien no soportaba que se vulnerara la norma establecida y no se jugara limpio; sin embargo, con el paso del tiempo, esos mismos detractores terminaban dándole la razón, porque no discutía nada donde no tuviera algo de razón.
Sin dudas, que su paso y protagonismo dentro del proyecto Diario de Los Andes, al cual ingresa convocado por el doctor Eladio Muchacho, lo consolidó como el periodista de excelente pluma y profundidad en el análisis sobre la actualidad regional, nacional y mundial.
Le gustaba debatir sobre el titular principal, la noticia del momento y como jefe era exigente en extremo por lo que nuestro rotativo tomo fama como escuela ideal para la formación de los nuevos periodistas, actuando junto a Aníbal Miranda, Jesús Romero Anselmi y Francisco Graterol Vargas.
Profesionales de la talla de Luis González, Andrés Atilio Miliani, el propio Graterol Vargas, Antonio Pérez Carmona, Rafael Angel Lujano, Julio Urdaneta Acosta, JJ Peña Peña, Omar Buznego, Regulo Jiménez, Alfonso Toledo, Germán González Medicci, Manuel Acevedo Rivas, Gilberto Matheus, Víctor Cardoza Domínguez, Guillermo Bracamonte, Pedro Matheus, Thamar Montero Pérez, Paula Rivero, Elvia Uzcátegui de Flores, Noelia Ortiz de Ascanio, Gloria Litvac, Fanny Simancas de Valero, entre otros connotados fablistanes de nuestra región, estuvieron bajo su dirección, siempre con alto grado de respeto y consideración, tanto personal como laboral.
Fue además un hombre jovial que gustaba de la buena música, un trago ocasional y compartir amenas tertulias en sus pocos ratos libres, porque Guillermo, el hombre de la fina letra, de los titulares impactantes y de la permanente disertación nunca dejó de leer o trabajar, incluso cuando se hallaba descansando en casa, siempre portaba un buen libro y su infaltable carga de periódicos comenzando por Panorama, Crítica, El Nacional, El Universal y Ultimas Noticias.
Fue además amante de los buenos trajes y perfumes; del teatro, la danza, la plástica y el movimiento cultural, al cual consideraba vital en el proceso de desarrollo de los pueblos y tampoco «miraba para los lados» cuando sacaba a bailar a su esposa u otra dama.
Como bien lo describe el poeta Raúl Díaz Castañeda: » Guillermo Montilla fue hombre de una sola cara; sin matices conciliadores, dado sin solapas, con diafanidad de prisma a la fría luz de lo más alto que alumbra y ciega». » Con la máquina de escribir bajo su brazo, duro de torcer, hirviendo los ojos en una llama verdosa, aguda como espada».
Hoy…luego de haberse cumplido en fecha reciente el 44 aniversario de Diario de Los Andes, su «tercer gran amor», después por supuesto de su señora madre, su esposa hijos y nietos, queremos honrar la memoria y el recuerdo imperecedero de este fiel representante de la trujillanidad y el periodismo universal.
Guillermo Montilla partió al encuentro con el infinito el 22 de marzo de 1994, tras más de cuatro décadas de afanoso pero a la vez grato trabajo por la verdad, la honestidad y la justicia social. El sabía cómo enfrentar las cosas, de manera que con todas sus aptitudes, defectos, aciertos y errores, Guillermo Montilla fue y ha sido un gran ciudadano, orgullo de este hermoso lar trujillano.
Que su recuerdo permanezca, como permanece sin dudas la pasión de sus amores, flor inmarcesible que adorna el jardín, donde fueron plantados sus mejores deseos.
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