La Universidad venezolana, como todas las instituciones del país, sufre desde hace ya varias décadas una crisis severa, que tiende a agravarse cada vez más en todos los órdenes de su actividad; vale decir, tanto en el aspecto académico, como en el administrativo. Y para rememorar algunos aspectos; me referiré solo a algunos aspectos que hemos sufrido en esta última década.
Primero.- Uno de los ingredientes de más peso en esta situación lo constituyen los aspectos económicos y financieros, no porque éstos sean la panacea para la solución de los problemas de estas organizaciones, sino porque una vez aprobados los recursos en el presupuesto nacional de cada año, a todas luces insuficientes para mantener los niveles de funcionamiento, la Tesorería Nacional no cumple con el cronograma de desembolso, colocando a la Universidades en situaciones realmente difíciles para cumplir con sus obligaciones de pago. Y lo peor, es que desde hace tres años los recursos para funcionamiento son recortados (solo el 15% de los solicitado) y entregados a final de cada año, con las consecuencias nefastas que eso conlleva. Lo más inconcebibles es que desde el mes de marzo, la universidad venezolana ya no es patrono de nada ni de nadie. Pues el patrono y pagador directo se realiza a través del sistema patria.
Segundo. – La violación de la Autonomía en sus cuatro aspectos. Pero lo más delicado ha sido la inseguridad jurídica, el amedrentamiento y judicialización de los procesos electorales de todas las universidades violentándose el derecho constitucional y la Ley de Universidades de darse sus propias autoridades (109 de la CRBV y Art. 9 de la Ley de Universidades y sus propios reglamentos internos de cada universidad).
Tercero. – El año de pandemia y la ineficacia gubernamental para satisfacer las necesidades de dotación en todo el tema de elementos de bioseguridad para el personal que debe realizar el área administrativa, el mantenimiento de las unidades académicas (Fincas) de seguridad y de prosecución académica.
Cuarto. – la obsolescencia de la tecnología y la cultura de rechazo al cambio, en lo que se refiere a la educación virtual y a distancia nos afecta casi que por igual. Lo primero está amarrado a la situación presupuestaria, la inflación descomunal y por supuesto a la disparidad cambiaria pues absolutamente esto esta dolarizado. Y lo segundo, el cambio abrupto y casi que obligado de pasar de una prespecialidad tradicional a una educación virtual poco arraigada y con proceso de formación no institucionalizado pues genera cierto rechazo.
Quinto. – El tema de los bajos salarios para todos los miembros de las comunidades universitaria y la socio-economía nacional, el cierre de aeropuertos, fronteras (especialmente la del Táchira con Colombia) y la pérdida del poder adquisitivo en nuestra población pues afecta profundamente nuestras universidades.
Sexto. – La seguridad social de todos los sectores de las Comunidades Universitarias (eliminación de HCM, el cierre prácticamente de los IPP, de las cajas de ahorro, las invasiones y robos, el paralelismo gremial. La eliminación de becas, ayudantías y preparadurias, y seguro FAMES para el sector estudiantil. Y la centralización disfuncional de los recursos para comedor y transporte.
Entre otros elementos, estos problemas son los que de alguna manera han venido afectando el problema de funcionamiento de casi el 100 % de las universidades públicas nacionales.
Evidentemente son infinidad de problemas que se corregirán no con simples mejoras; no arreglos o acomodos parciales. Se requieren decisiones estratégicas que permitan ofrecer al país el sustento académico sustentable y reflexivo para construir un sistema de educación pública ejemplar en Latinoamérica, y que tenga como uno de sus pilares a las Universidades Públicas. Decisiones que nos permitan seguir construyendo en conjunto y no quedarnos paralizados en el inmovilismo y la incapacidad de cambiar. Hay opciones suficientes y ejemplares en otras dimensiones del sector universitario internacional que fácilmente podemos emular, siempre y cuando tengamos la confianza necesaria, el deseo de cambia con verdadera unión y transparencia suficiente.
Raul Alberto Casanova-Ostos
Rector –UNET
SC 18-08-2021