
Por: Pedro Frailán
“La música es la voluptuosidad de la imaginación”, Eugéne Delacroíx. “La música excava el cielo”, Charles Baudelaire. La música concebida desde dos perspectivas del arte, primeramente por el destacado pintor francés, creador del famoso cuadro de “La Libertad” y, el segundo, el poeta francés, autor de “Las flores del mal”; ambos, desde la armonía del arte exhalaron estas afirmaciones, verbigracia los rapsodas que recitaban poemas épicos como los de Homero. Lo ya dicho, se une para reseñar que “Glosario a Laudelino”, es el título del libro del Profesor Alí Medina Machado. A Laudelino el músico que encontró una noche, a la noche con los sonidos detenidos y compuso Conticinio.
Es una selección de arreglos musicales en distintos géneros, como valses, marchas fúnebres y militares, pasodobles, danzas, sinfonías, poemas sinfónicos, canciones, y por supuesto, música académica, toda una creación del maestro Don Laudelino. La interpretación literaria y artística que hace el profesor Medina se convierte en otro clásico de glosa, para la cultura musical de Trujillo, que a la vez, es un viaje por sus montañas, ríos, pueblos, casas, instituciones, hombres y mujeres que inspiraron al poeta sinfónico a esculcar entre las musas o diosas de este arte.
Este reencuentro entre las partituras y la escritura es un caudaloso Manantial de palabras hermosas, en donde se evoca el amor, la novia, el hijo, la hija, la patria chica. También se encuentran el dolor, el pesimismo, la esperanza, la alegría, aunque parezca contradictorio. Pero recordemos que es un encuentro entre poetas, vistos por el tiempo; alterados un poco, quizás por la imaginación y esto es normal. Hijos de la Tierra de María Santísima, de la Calle Arriba, muy cerca de donde se halla ubicada, “La sultana musical de los andes”, es decir, Radio Trujillo la 1280. La misma que saluda a su audiencia y la despide con las notas del vals Conticinio.
En Viena la ciudad cultural, musical y política de Austria, en la segunda parte del siglo XIX un vals y un compositor refrescaron su historia. “La estrella es un hijo de esa ciudad, de espíritu risueño y alegre hasta más no poder: Johann Strauss II”. Con el Danubio Azul, género musical que se quedó en lo clásico, pero transcendiendo a lo popular por primera vez. En el repertorio de Don Laudelino llegó una canción para quedarse e integrar en el arte musical venezolano, clásico y popular. Dice el profesor Medina: “Es la identificación sentimental de los trujillanos, producto de la inmovilidad de los sueños”.
En Glosario a Laudelino podemos apreciar pasajes como estos: “Músico que veía notas en el cielo. No queda otra alternativa que solicitarle silencio a su propio corazón. Se enferma el alma cuando se abandona el terruño. Canto al heroísmo. La semilla dulce que se siembra en el cuerpo”. Son construcciones literarias aristocráticas con similitud a algunos pasajes del Cantar de los cantares, de Salomón; o de Rayuela, de Cortázar; un sentido de pertenencia de Mi infancia y mi pueblo de Briceño Iragorry.
Trujillo la ciudad viajera, la ciudad movediza, la ciudad pacífica y la ciudad portátil. En ella convive un manojo de historia, un vals cariñoso y espléndido, y, junto con otros: Morir es nacer, Como llora una estrella, de Conde a Principal, Luna de Margarita de los maestros: Andrade, Carrillo, Romero y Díaz. Además una patrona, Mana Juana en la narrativa y hoy un hidalgo de la palabra, renovador del tiempo, buscador de historia diminuta, autor de este Glosario. De la cual invito a recorrer con las notas acompasadas del gran Maestro Mejías, en la tierra de un pueblo que aún le falta tiempo para descubrirse.
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