Gílmer Avendaño. Recuerdos de mi niñez y algo más / Pedro Frailán

Sentido de Historia


Yo nací un 26 de abril de 1956 en el hospital de Nuestra Señora de la Paz en Valera, al que con el tiempo se le fue llamando el hospital viejo, o el hospitalito, esta categoría diminutiva, me imagino fue en comparación con el nuevo hospital Pedro Emilio Carrillo, una estructura de grandes dimensiones.

De recién nacido nos fuimos a vivir en el cerro La Concepción con mi sagrada madre Josefa Antonia Briceño y mi padre, Francisco Luís Avendaño, de ese lugar recuerdo pocas cosas de mi niñez. Para ese tiempo para subir había dos entradas, por la avenida cuatro eran caminos de piedra y tierra.

La esencia central del desarrollo de mi muchachada la viví en Trujillo iniciando la década de los sesenta, aproximadamente en Santa Rosa. Este es un lugar que a través del tiempo ha tenido varias denominaciones de acuerdo al Dr. Segundo Barroeta en su libro “Trujillo, sus calles y su gente”. En algún tiempo la llamaron: Barrio de los Catalanes, Bravo Pueblo, la Mesa de Triana, la Otra Banda, Santa Rosa y parroquia Cristóbal Mendoza.

Mario Briceño Iragorry en su libro “Mi infancia y mi pueblo”, con mucha insistencia hace mención a la categoría la “Otra Banda”. Hasta que en el año de 1940 fue sustituido por el nombre de “Santa Rosa”, propuesto por Monseñor Estanislao Carrillo. En 1942 se decreta la creación del “Municipio Cristóbal Mendoza”. Esta integración que se mantiene hasta estos días fueron ejecutados cuando era presidente del estado el Dr. Numa Quevedo, siendo el “Municipio Cristóbal Mendoza y la Capital Santa Rosa”.

El lugar del cementerio, sector Buen Pastor, conocido también como La Playa, en ese tiempo todo eso era de tierra, estoy hablando del gobierno de Rómulo Betancourt. Recuerdo que jugábamos policías y ladrones hasta las ocho de la noche en las cercanías del cementerio. Porque para dentro ni por el carajo, a ver, si nos salía la mano de un muerto y nos agarraba. De día sí entrábamos, recuerdo que mis compañeros tenían sobrenombre, el Cunter, la Pollera, el Zurdo, el Malasangre y Reinaldo Moncayo.

Recuerdo que una vez el mala sangre le pegó a mi hermano menor Francisco y nosotros, íbamos a comprar kerosene en una lata de aceite Branca, que servía de recipiente y yo lo agarré a potazo limpio. Ahí, en ese cementerio está la tumba de mi abuela Lucía Briceño. Siempre recuerdo la Iglesia de Santa Rosa y al Padre Morelo, que era muy estricto, siempre nos sermoneaba y si uno no se persignaba al pasar por la iglesia le daba un coscorrón.

Recuerdo que yo de niño vendía chiclets Adams de menta, yerbabuena, variados, canela y el que más se vendía era el de tuti fruti, la cajita costaba medio. Cuando eran las fiestas, recuerdo el carrusel, las corridas de toro, las cotufas, el algodón. Los juegos de azar de Ortelio Ojeda. Mi mamá pertenecía a una coral de la escuela concentrada hoy Escuela Américo Briceño y participaba en Radio Trujillo, a ella se gustaba el canto y la danza.

Me gustaba mucho ir a comprar al mercado, salíamos por la calle Buen Pastor, que es nombre del cementerio propuesto por Monseñor Carrillo, porque antes se llamaba la calle de la humildad, porque por ahí pasaban todos los muertos. Luego pasábamos el callejón Santa Ana y cruzábamos la calle Dr. José María Vargas hasta llegar al Mercado Municipal. Había mucho espacio para comprar la variedad. Por ahí pululaba un personaje, llamada la loca Ramona, que cuando le decían Ramona no tiene, se ponía furiosa y atacaba con piedras. También viene a mi memoria un comerciante llamado Francisco Lujano, decía la gente que tenía pacto con María Lionza.

Yo estudié en la Escuela Barbarita de la Torre, esos caminos también eran de tierra y piedra. Allá vivían unos parientes que me atendían, entre ellos Heriberto Briceño, tenía un caserón, grandote, de bahareque. La cocina estaba aparte, había una vista muy hermosa para la ciudad a distintos lugares, Santa Rosa, Plaza Bolívar, la Alameda, Chiquinquirá. De noche un mirador espectacular, con el cuidado de mi tía Toña Briceño Valera, estudié hasta segundo grado.

Luego me inscribieron en la escuela Carrillo Guerra, pasaba por el Hospital Dr. José Gregorio Hernández. La entrada no era por la avenida sino por la calle que lleva el mismo nombre. El edificio alto, de seis pisos, que está hoy por la avenida Coro no estaba construido. Lo que sí existía era la farmacia Santa Rosa, la Sanidad, el Banco de Sangre, abajo a una cuadra estaba la sede de la Guardia Nacional, lo que hoy es la calle Niquitao, derecho se llega a la Cárcel Nacional, que ya existía.

Ahí traían presos a los guerrilleros, recuerdo que los bajaban en helicópteros, los que aterrizaban en la entrada de Trujillo donde queda el Ministerio de Ambiente. Los recluían en el pabellón número cuatro, una vez entré con un amigo político, me dijeron que no preguntara nada. En la plaza Mendoza ya estaba la Nueva Ola, el gimnasio de boxeo, yo fui alumno, el mismo día que llegué me retiré, la Casa Sindical. Recuerdo la sede de Cadafe, el Batallón Rivas Dávila; en el batallón los días de visita colocaban la pollera colorada, los sábados y los domingo.

Más adelante vine a concluir la primaria en la escuela Julio Sánchez Vivas en La Cejita, mis padres adquirieron una casa en sector de Las Rurales, que se llama Raúl Leoni, inclusive el propio presidente vino a inaugurarla, con otras obras como la Escuela Arias Blanco y creo que la Iglesia San Rafael de Carvajal, vi un hombre vestido de blanco y calvo, un presidente trabajador, ya que fue un defensor de este sector en el país.

Inicié estudios de bachillerato en el Rafael Rangel, ese año lo perdí por revoltoso, me detuvieron, recuerdo que estaba en construcción el terminal, estuve preso por 24 horas. Era gobernador Sánchez Cortés, mi papá se puso muy bravo. La que hizo la diligencia para que me sacaran fue mi mamá. Claro, mi padre era copeyano y yo iniciándome en la izquierda. Luego estudié en el Liceo Antonio José Pacheco de Plata Tres, hice otros años en el Ramón Ignacio Méndez de nuevo a Trujillo, cerca están las residencias de los militares, estaban construyendo los bomberos. Siempre se me viene a la memoria los consejos del profesor Hugo Carrillo, al final terminé mi bachillerato en Rafael Rangel.

Como es la vida, yo me inicié dando clase por suplencias, en zonas rurales, Mirabelito, Vitú, en las Tres Flores Escuela Concentrada María Rumbos, el director de Educación era Eladio Briceño, era el año de 1974. Fui maestro de educación primaria, progresivamente me fui preparando en mejoramiento profesional Universidad Politécnica Experimental Libertador (Upel) en el área de ciencias sociales.

Estuve como docente en la Escuela Rafael Rangel de Chimpire, luego como subdirector del núcleo 3 de Sabanetas, que concentraba 12 unidades educativas, la sede estaba en la escuela María Bartola Becerra, estos ascensos se lograban por concurso. Estuve en la oficina de asuntos gremiales y sindicales de la Zona Educativa. Asesor en el área educativa en la antigua Asamblea Legislativa del estado Trujillo. Finalmente en las unidades educativas José Rutilio Galué y en la Unidad Educativa José Gregorio Hernández de Santa Cruz, en Valera.

Tuve vinculación política con el partido Movimiento al Socialismo (MAS), mis grandes referentes Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Freddy Muñoz, entre otros. A este tiempo vagando por los caminos de Trujillo, con un morral cargado de ideas educativas, que es donde está la liberación de alma.

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