GENIALIDAD Y DESEQUILIBRIO MENTAL | Por: Ernesto Rodríguez

Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)

 

El gran cuentista y poeta norteamericano Edgar A. Poe (1809-1849) en el comienzo de cuento: ‘Eleonora’ (1842) dice: “Los hombres me han llamado loco; pero no está esclarecida aún la cuestión de si la locura es o no la más elevada inteligencia”.

Poe vislumbró algo que las investigaciones han confirmado: Un elevado porcentaje de las personas consideradas geniales han sufrido desequilibrios mentales. Veamos las investigaciones del psicólogo estadounidense Dean K. Simonton (nac. 1948), la neurocientífica y neuropsiquiatra estadounidense Nancy Coover Andreasen (nac. 1938), la psicóloga clínica estadounidense Kay Jamison (nac. 1946), y el psiquiatra Arnold M. Ludwig que trabaja en la Universidad de Kentucky.

D.K. Simonton en su conocida obra: ‘Los Orígenes del Genio’ (2002) concluye que un 28 % de los científicos eminentes, un 60 % de los grandes compositores musicales, un 73 % de los grandes novelistas y un 87 % de los grandes poetas, han sufrido desequilibrios mentales. Por ejemplo, nada menos que Isaac Newton (1642-1727), científico inglés que estableció los fundamentos de la física moderna, y el notable filósofo alemán I. Kant (1724-1804) eran esquizoides, es decir, no llegaban a ser esquizofrénicos, pero manifestaban algunas tendencias a serlo (1).

Otros estudios realizados han llegado a conclusiones similares. Guy Brown es Profesor en el Departamento de Bioquímica de la Universidad de Cambridge y refiere otras investigaciones sobre trastornos mentales como depresión, manías, psicosis maníaco-depresivas, y tendencias suicidas entre artistas y escritores. Vale la pena citar textualmente lo que dice: “El primer estudio riguroso fue el que realizó Nancy Coover Andreasen de la Universidad de Iowa en la década de 1970. Entrevistó a 30 escritores estadounidenses y al grupo de control correspondiente. Descubrió que el 80 % de los escritores habían padecido al menos un episodio de depresión aguda, manía, o hipomanía (…) En la década de 1980, Kay Jamison, profesora de psiquiatría de la John Hopkins University, estudió a 47 de los más brillantes escritores, autores de teatro, poetas, pintores, y escultores británicos. Descubrió que el 38 % ya habían recibido tratamiento por trastornos psíquicos. Los poetas estaban especialmente afectados, ya que la mitad de ellos habían requerido medicación y hospitalización. Otros estudios posteriores relativos a escritores y artistas europeos, músicos americanos de blues y poetas británicos, han confirmado que los artistas sufren de depresión con una tasa que es de 8 a 10 veces la tasa previsible para la población global, siendo además la tasa de psicosis maníaco-depresiva e hipomanía 10 a 20 veces la normal. Uno de los estudios más amplios ha sido el de Arnold M. Ludwig de la Universidad de Kentucky publicado en 1992. Analizó las biografías de 1005 artistas, escritores y otros profesionales famosos del siglo XX y descubrió que los artistas y escritores daban entre 2 y 3 veces las tasas de psicosis, intentos de suicidio, trastornos psíquicos y abuso de drogas que se daban entre personas que habían logrado un éxito comparable en los negocios (…) los poetas eran especialmente propensos a sufrir manías y psicosis, y tenían una probabilidad 18 veces mayor de cometer suicidio” (2).

Ya en la antigua Grecia varios autores se percataron de que las personas geniales tienen un cierto toque de desequilibrio mental. Por ejemplo, en la obra del filósofo griego Platón (427-347 A. de C.) titulada: ‘Fedro’, el gran filósofo griego Sócrates (469-399 A. de C.) dice que los hombres geniales con frecuencia están “fuera de sí” (secciones 244 y 249d). De manera similar, el filósofo griego Aristóteles (384-322 A. de C.) en uno de sus escritos poco conocido titulado: ‘Problemas’ dice: “¿Por qué razón todos aquellos que han sido hombres excepcionales en lo que respecta a la filosofía, la ciencia del Estado, la poesía o las artes, son manifiestamente melancólicos?” (sección III). La melancolía era lo que ahora llamamos depresión.

Entre los grandes filósofos que sufrieron trastornos psíquicos podemos recordar los siguientes casos. El filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) era hipocondríaco. El filósofo francés Blaise Pascal (1623-1662) sufrió fuertes crisis depresivas. El escritor francés Voltaire (1694-1778) era hipocondríaco y depresivo. El autor francés J.J. Rousseau (1712-1778) era hipocondríaco y depresivo. Además, según él mismo confesaba, era masoquista y exhibicionista sexual. El filósofo alemán I. Kant era hipocondríaco, depresivo, y tuvo tendencias suicidas. Además ya vimos que se considera que era esquizoide. El filósofo alemán G.W.F. Hegel (1770-1831) tuvo severas crisis depresivas. El filósofo inglés J.S. Mill (1806-1873) era depresivo. El filósofo danés S. Kierkegaard (1813-1855) era depresivo. El filósofo norteamericano William James (1842-1910) era hipocondríaco, depresivo, y tuvo tendencias suicidas. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) era hipocondríaco y depresivo. El filósofo alemán F. Nietzsche (1844-1900) sufrió severas crisis depresivas, alucinaciones, y en varias ocasiones intentó suicidarse. El filósofo G. Santayana (1863-1952), nacido en España, era depresivo. El filósofo inglés Bertrand Russell (1872-1970) era depresivo y tuvo tendencias suicidas. El filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein (1889-1951) era depresivo, homosexual reprimido, y tuvo tendencias suicidas (3).

Asimismo, recordemos que Sócrates tenía alucinaciones auditivas y de vez en cuando se quedaba totalmente abstraído (4). El caso del teórico francés Louis Althusser (1918-1990) es patético. A los 14 años trató de suicidarse por primera vez. En su autobiografía: ‘El Porvenir es Largo’, publicada en 1992, describe sus severas crisis depresivas en 1956, 1964, 1968, 1970, 1973 y 1974. El 16 de noviembre de 1980 después de proponer a su esposa Helene que cometieran un doble suicidio, Althusser la estranguló y se confesó culpable. Luego fue hospitalizado y el caso acabó por ser sobreseído (5).

Entre los científicos eminentes podemos recordar a Charles Darwin (1809-1882) que según diversos autores ha sido el más grande pensador que ha existido en toda la historia. Desde muy joven sufrió de problemas psicosomáticos: palpitaciones y crisis de vómito. Años después sufrió de severos problemas estomacales, retortijones intestinales, un severo insomnio y cansancio crónico. Sobre todo cuando Darwin se percató de que su teoría evolutiva le podría ocasionar problemas con la opinión pública y hasta con su esposa que tenía ideas religiosas muy arraigadas, sufrió muchos más quebrantos de salud. También se cree que contrajo el Mal de Chagas en su viaje por Sudamérica y eso contribuyó a su severa hipocondría posteriormente (6).

Un caso más reciente fue el del brillante matemático estadounidense John F. Nash (1928-2015) que compartió el Premio Nóbel de Economía en 1994 por su aporte a la teoría de juegos y sufrió de esquizofrenia. Curiosamente expresó que durante sus etapas de racionalidad (cuando no estaba psicótico), no trabajaba muy bien (7).

Actualmente se sabe que la esquizofrenia tiene claras causas genéticas, aunque también hay otras causas que intervienen para que la enfermedad pueda manifestarse. En efecto, cuando una persona sufre de esquizofrenia, entonces un familiar cercano tiene una probabilidad mucho mayor de manifestar esquizofrenia que una persona que no tenga un familiar cercano esquizofrénico. En tal sentido, eminentes autores como el escritor irlandés James Joyce (1882-1941), el gran físico alemán Albert Einstein (1879-1955), el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), y el brillante filósofo inglés Bertrand Russell, tenían familiares cercanos esquizofrénicos y se piensa que siempre pudieron estar al borde de desarrollar la enfermedad (8).

Por otro lado, sobre brillantes autores que fueron depresivos, podemos recordar al eminente científico italiano Salvador Luria (1912-1991), médico y biólogo molecular que compartió el Premio Nóbel de Fisiología y Medicina en 1969. Era pacifista, antifascista, y tenía una gran cultura humanística y literaria, y luchó durante años contra una severa depresión (9). También podemos recordar al notable físico y matemático inglés Stephen Hawking (1942-2018), que contribuyó al conocimiento de los agujeros negros del universo y propuso que debían emitir una radiación térmica, lo cual se comprobó posteriormente, y ahora es llamada ‘Radiación Hawking’. Algunos autores han aseverado que en vida era una de las mentes más brillantes en el planeta. Hawking luchó durante años contra una depresión y durante décadas vivió paralizado en una silla de ruedas debido a una grave enfermedad neuromotora y ni siquiera podía hablar (10). También podemos recordar al gran matemático inglés Alan Turing (1912-1954) que hizo aportes fundamentales a la teoría de la informática. Fue enjuiciado por ser homosexual, tuvo una fuerte crisis depresiva y se suicidó con cianuro (11).

Las personas maníaco-depresivas oscilan entre estados de actividad intensa y febril, y estados de abatimiento. Entre los autores que fueron maníaco-depresivos podemos citar al gran escritor francés H. Balzac (1799-1850). El gran pintor francés Vincent Van Gogh (1853-1890). El sociólogo francés Auguste Comte (1798-1857). El poeta inglés G.G. Byron (1788-1824). El reformador religioso alemán Martín Lutero (1483-1546). El compositor alemán Robert Schumann (1810-1856). El pintor francés T. Géricault (1791-1824), y el escritor norteamericano Ernest Hemingway (1899-1961) (12).

Entre los autores que sufrieron de depresión podemos citar al poeta inglés Alfred Tennyson (1809). El novelista polaco-inglés Joseph Conrad (1857-1924). El gran escritor alemán J.W. Goethe (1749-1832). El poeta francés Ch. Baudelaire (1821-1867). El escritor norteamericano Edgar A. Poe. El filósofo francés J.P. Sartre (1905-1980) que consumía anfetaminas cuando perdía la confianza en sí mismo. La escritora inglesa Virginia Woolf (1882-1941). El compositor ruso P. Tchaikovski (1840-1893) que era homosexual y sufrió mucho por eso. El escritor francés Albert Camus (1913-1960) que aludía a su profunda desesperación y hablaba frecuentemente de suicidarse, pero falleció en un accidente automovilístico. El dramaturgo noruego Henrik Ibsen (1828-1906), que sufrió una severa depresión en 1858 y pensó en el suicidio. El dramaturgo estadounidense Eugene O’Neill (1888-1953), que recibió el Premio Nóbel de Literatura en 1936. El dramaturgo estadounidense Tennesse Williams (1911- 1983). El compositor francés Héctor Berlioz (1803-1869). El gran pintor italiano Miguel Ángel B. (1475-1564). El pintor noruego Edward Munch (1863-1944). El escritor ruso León Tolstoi (1828-1910). (13).

En nuestro país es ineludible hacer referencia al gran poeta José Antonio Ramos Sucre (1890-1930) que sufrió una severa depresión y se suicidó en Suiza.

El escritor checo Franz Kafka (1883-1924) sufría de neurosis obsesiva y también de ‘dismorfofobia’, es decir, el temor a volverse deforme. Algunos autores creen que lo reflejó en su narración ‘La Metamorfosis’ (1915) (14). El poeta alemán Rainer María Rilke (1875-1926) estuvo muy cerca de la esquizofrenia pero no llegó a hundirse en ella. El poeta alemán F. Holderlin (1770-1843) sí se hundió en la esquizofrenia (15).

El gran compositor alemán L. Beethoven (1770-1827) tenía crisis de ‘ausencia mental’ en las cuales gritaba, recorría de arriba abajo su habitación y garabateaba febrilmente (16).

El autor inglés Lewis Carroll (1832-1898) fue un genial escritor, profesor de matemáticas, y fotógrafo. Fue célibe y siempre tuvo la obsesión de tratar a niñas y fotografiarlas desnudas, entre ellas a Alice Lidell, en quien se inspiró para su obra ‘Alicia en el País de las Maravillas’ (1865). Aunque no hay ninguna evidencia de que tuviera inclinaciones hacia la pederastia, llegó a inquietar a su hermana y a algunas madres que prohibieron que siguiera fotografiándolas. Diversos autores consideran que actuaba con total inocencia, pero otros han sugerido que tenía conflictos psicológicos (17).

Por último podemos referir algunos casos de artistas y escritores que se han suicidado. El pintor francés Vincent Van Gogh. En un artículo futuro veremos evidencias de que el compositor ruso Tchaikovski se suicidó. Los poetas rusos Sergei Esenin (1895-1925) y Vladimir Maiakovski (1893-1930). Aunque no hay la certeza, hay motivos para creer que el escritor norteamericano Jack London (1876-1916) se suicidó. El escritor Ernest Hemingway se suicidó. La escritora Virginia Woolf también. El escritor italiano Cesare Pavese (1908-1950), y muchos otros que podríamos citar.

En realidad, en el presente artículo podríamos haber hecho referencia a muchísimos otros autores sobresalientes que sufrieron de desequilibrios mentales.

No obstante, no hace falta decir que no toda persona brillante es desequilibrada mentalmente, ni toda persona desequilibrada es genial…¡El mundo estaría lleno de genios si todos los desequilibrados fueran geniales!!!.

 


NOTAS: (1) Tomado de Pag. 122 en Matt Ridley (2003) ‘The Agile Gene’. HarperCollins Pub. (2) Pag. 305 en Guy Brown (2002) ‘La Energía de la Vida’. Edit Crítica. (3) Los datos sobre estos filósofos se han tomado de Pag. 346 en Ben-Ami Scharftein (1980) ‘The Philosophers’. Oxford Univ. Press. Sobre el masoquismo y exhibicionismo de Rousseau, véase Pag. 123 en P. Brenot (1998) ‘El Genio y la Locura’. Ediciones B. (4) Véanse los diálogos de Platón ‘Apología’ (31d, 40a), ‘Critón’ (44 a-b), ‘El Banquete’ (174 d-e) (5) Pags. 206-207 en P. Brenot Op.Cit. (6) Pags. 73-75 en Peter Bowler (1990) ‘Charles Darwin’. Cambridge Univ. Press. También Pags. 117-123 en John Chancellor (1973) ‘Charles Darwin’. Weidenfeld and Nicolson (7) Pag. 122 en Matt Ridley, Op.Cit. (8) Pag. 122 en Matt Ridley, Op. Cit. (9) Staff of ‘Psychology Today’ (1999):  ‘Celebrities and heroes who struggle with depression’. ‘Psychology Today’ (November 1, 1999). (10) Staff of ‘Psychology Today’, Op.Cit. (11) Pags. 63-66 en Carl Zimmer (1998) ‘At the Water’s Edge’. Simon & Schuster (12) Pags. 152 y 161 en P. Brenot Op.Cit. (13) Pags. 75, 78, 139, 146, 158, 160 y 162 en P. Brenot Op.Cit. También Staff of ‘Psychology Today’ Op.Cit. (14) Pags. 69 y 123 en P. Brenot, Op.Cit, (15) Pag. 137 en P. Brenot, Op.Cit. (16) Pags. 129-130 en P. Brenot, Op.Cit. (17) Jean Gattégno (1991) ‘Lewis Carroll’. F.C.E.

 

 

 

 

 

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