Genes y crianza en el humano

 

Desde el siglo XIX ha existido la controversia : ‘Naturaleza versus Crianza’ que atañe a la siguiente cuestión: ¿Qué determina las características de personalidad de un humano….Su dotación genética o su crianza?.
Esa disyuntiva entre la naturaleza biológica y la crianza se remonta a la conocida obra: ‘La Tempestad’ (aprox. 1611) del notable dramaturgo William Shakespeare (1564-1616). En dicha obra Calibán es un ser deforme hijo de la bruja Sycorax y es un demonio. Calibán simboliza las tendencias más primitivas del ser humano, y es esclavo de Próspero. En una parte de la obra Calibán trama un complot contra su amo Próspero, que entonces se refiere a él en los siguientes términos: “un diablo, un diablo de nacimiento, en cuya naturaleza no puede prender jamás la crianza” (Acto IV, Escena I, líneas 188-190).
Desde entonces se desató una polémica que todavía persiste: Los partidarios de la ‘naturaleza’ hereditaria por lo general han considerado que la crianza y la educación social pueden hacer muy poco o nada para cambiar y mejorar al individuo. Por el contrario, los partidarios de la ‘crianza’ han considerado que todo radica en la educación y la sociedad.
No obstante, los estudios más recientes sobre el desarrollo del cerebro humano, indican que la influencia genética y la influencia de la crianza no deben ser concebidas como factores que actúan de manera independiente, mecánica y rígida. En realidad el modelo que se está vislumbrando, más bien es el de una compleja interacción dialéctica entre la genética y la crianza durante la juventud. Así, algunos genes pueden ser ‘activados’ y manifestarse en determinadas condiciones ambientales, pero no en otras. Por ejemplo un niño puede tener una potencialidad para la música, pero solamente la desarrollará en ciertas condiciones que sean propicias (1).
En nuestro país hay personas que son muy intransigentes y condenan de manera implacable a todos los ciudadanos que cumplen una condena de prisión o a las mujeres que ejercen la prostitución, etc. Dicho en otras palabras, condenan con la mayor severidad a todas las personas que etiquetan como ‘antisociales’ y aseveran que hay jóvenes de ambos sexos que están ‘predestinados’ de manera fatalista por su naturaleza biológica a ser delincuentes etc. Pero lo correcto es tener una actitud comprensiva y humanista, y entender que en un buen grado el ser humano es el resultado de las circunstancias en las cuales se haya criado.
En tal sentido voy a referir una experiencia personal. Por allá en el año 2001, un joven que trabajaba en la Cárcel de Trujillo y había sido estudiante mío en el NURR-ULA, me propuso que impartiera un taller para los presidiarios en una de las dependencias de dicha cárcel. Eso les ayudaría a rebajar sus años de condena y yo acepté y les impartí un taller sobre la ‘Evolución del Hombre’ que duró unos dos meses. Algunos de los participantes estaban presos por asesinato, pero la mayoría por otros delitos, sobre todo narcotráfico. Al principio, varios de ellos estaban en plan de provocación y me interrumpían, se burlaban y trataban de desequilibrarme, pero yo con mucho autocontrol, les celebraba sus ocurrencias, y poco a poco comenzaron a respetarme. Sobre todo cuando les decía que el humano es un producto de las circunstancias sociales y que muchos jóvenes tienen grandes potencialidades intelectuales, artísticas, musicales, para estudiar o aprender oficios como mecánico automotriz, ingeniero, médico, electricista, etc., pero nunca desarrollaron tales potencialidades, porque no tuvieron las adecuadas oportunidades familiares, y/o sociales, o cayeron desde su adolescencia en manos de bandas delictivas, entonces era frecuente que se quedaran muy pensativos y era muy evidente que les impactaba lo que les decía. Al final del taller, de una manera espontánea entre todos me obsequiaron una placa bellísima de reconocimiento que les costó bastante dinero y conservo con mucha satisfacción. Mi conclusión fue que muchos presidiarios (no todos) pueden reinsertarse en la sociedad como buenos ciudadanos honestos y valiosos. De ahí la importancia de alcanzar una sociedad sana y mejorar la educación a todos los niveles. NOTA (1) Matt Ridley (2003) ‘The Agile Gene. How Nature Turns on Nurture’. HarperCollins.

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