Gabo, gracias por ser periodista

Gabriel García Márquez. Foto: Cortesía

 

 

Será eterno el agradecimiento para quienes, en nuestra época de estudiantes nos inculcaron el hábito y amor por la lectura. Algunos de ellos los traemos a colación hoy. En primer lugar a Aura Salas Pizani quien estando al frente de la Eloísa Fonseca cultivó el arte por la lectura en favor de sus alumnados. La profesora Nathalia Tarifi y el profesor Richard Roxette  los cuales en bachillerato se convirtieron en guías diarias y que con sus enseñanzas fueron mucho más allá de los salones de clase. Lo inculcado por ellos lo complementaría el padre Justo Simoncelli un historiador y letrado Salesiano que aportó significativamente en el desarrollo de nuestra educación en el Salesiano de Valera.

Gracias a personalidades como ellos, tan ligadas al mundo de la enseñanza, de la literatura, de la lectura y del buen saber, supimos y logramos tener conocimiento sobre las escrituras de Gabriel García Márquez de quien no ocuparemos hoy fecha de natalicio.

Tanto Salas Pizani, como Tarifi, Roxette y el Padre Justo fueron los responsables que luego del primer contacto con el mágico mundo letrado del Gago mantuvimos altiva esa llama por los textos del afamado escritor colombiano.

Gabriel García Márquez. Foto: Cortesía

Recién  comenzábamos  el bachillerato, nos tocó desarrollar una exposición sobre el Premio Nobel de Literatura, a nuestro grupo nos fue asignado realizar una breve descripción sobre la lectura de “Relatos de un náufrago”, pero dicha obligación, la dejamos  todo para última hora y cuando nos dimos cuenta ya teníamos la fecha encima. Salimos como locos los cuatro integrantes del grupo a buscar el fulano libro, recorrimos las librería existes en Valera,  no lo ubicamos, el señor Leopoldo Torres de Librería Carvajal, nos dijo, visiten la Biblioteca del Pueblo que seguramente allí la podíamos conseguir. Llegamos hasta el lugar y nos atendió una señora muy cordial, de nombre Alba, la recuerdo porque así se llamaba mi madre, le preguntamos a por el libro y de inmediato llamó a un señor que era su esposa, fue en ese momento cuando conocimos a Don Luis González, le explicamos la inquietud, nos hizo ubicar en una de las mezas del lugar, y luego de darnos un sermón de padre y señor nuestro por no haber realizado la tarea con tiempo, nos dijo: aquí tenemos el libro, con gusto se lo podemos facilitar, pero nos indicó que era imposible leerlo en cuatro días.

Don Luis nos propuso que volviéramos al día siguiente que él nos prepararía un resumen de la obra de García Márquez, en efecto, regresamos según lo acordado, y de Don Luis comenzamos a  escuchar un relato del cual fuimos tomando apuntes para la elaboración del trabajo a presentar y tratar de preparar la exposición. Fue tan maravillosos esa clase que nos brindó Don Luis aquella mañana sobre Gabriel García Márquez que en lo particular nos encaminó más adelante a ir conociendo e indagando más sobre  el afamado escritor, cronista y periodista, de  su dilatada trayectoria y su exquisita obra. El primer libro de García Márquez que logramos adquirir  fue, “Crónica de una muerte anunciada”,  en puesto ambulante de libros y revistas viejas en el boulevard de la calle 7. Más tarde nos fuimos enterando de obras como;  Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera, La mala hora, La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile y muchas más.

Ese interés por García Márquez se acrecentó cuando entramos a laborar a Diario de Los Andes en 1993 y cronicismos al poeta Antonio Pérez  Carmona quien formaba parte de la redacción del periódico. Carmona en sus conversas se refería mucho a la magia de Gabo, la sensación que dejaba cada uno de sus libros o crónicas periodísticas. Comprendimos finamente que,  leerlo, era un disfrute. Debemos confesar que nuestras inclinación ha sido  más a las crónicas y relatos periodísticos. Siempre nos ha llamado la atención la manera como el escrito hacía para unir las palabras,  como si fueran piezas de un rompecabezas y así desarrollar historias fascinantes. Nos inquietaba saber, cómo lograba hacer para  descubría a esos personajes, cómo los inventaba y qué magia tenía para instalarlos en nuestras vidas para siempre.

Gabriel García Márquez. Foto: Cortesía

Inspiración  reporteril

Indagando en el mundo periodístico de Gabriel García Márquez, no dimos cuenta que fue inspiración y creatividad para el mundo reporteril, y expresó al mundo que,  no había profesión más bonita que la del periodista, para él era el mejor oficio de todos, muy  a pesar de las quejas, de los sinsabores, de los ataques, de los bajos salarios, etc. Era de los que pesaba que,  al periodismo y a los periodistas le faltaban espacios y mayor reconocimiento, lucho incansablemente para lograr el reconocimiento justo de la profesión.

El Gabo fue un reportero que logró convertir el día a día en una realidad mágica, señalando el camino indicado. Todo lo logró a través de sus libros, sus discursos, sus crónicas, sus entrevistas que le fueron dando la vuelta al mundo para convertirse en referencia universal. Era un defensor del oficio mismo, de lo natural y sencillo que debía practicarse, sobre todo de la responsabilidad que había de asumirse. Era un inspirador nato.

Sobre ese aspecto en 1995  declaró lo siguiente: «Empecemos por observar que cuánto más se fundan escuelas académicas de periodismo, más evidente se hace que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo. Y casi nada de las materias más importantes: la responsabilidad, la práctica y la ética».

Gabriel García Márquez. Foto: Cortesía

Curtido y con rodaje

A parte de tantas ficciones que envolvieron a sus  lectores en todo el mundo fue, mucho antes de ser el brillante novelista, un reportero muy curtido, de mucho rodaje, con una sólida experiencia de la cual aprendió los secretos del arte y fabulación a través de su oficio de periodista.

 

Adelantado a sus tiempos

El Gabo dejó muy presente la utilidad que, tiene  para un periodista saber escuchar con fina atención a su entrevistado.  Era de aquellos reporteros que salían a la calle con libreta en mano,  y que luego se reemplazó por las grabadoras,  hoy día todo eso se ha cambiado por un smartphones.

Un adelantado a sus tiempos,  lo dejo claro cuando dio un alerta sobre el desinterés que existía  por la lectura en aquella época cuando nadie se imaginaba que pudieran llegar herramientas como Google y las redes sociales que hoy día existen. Crítico y defensor del periodismo de  calle, con ganas de gastar las suelas de los zapatos, y mantener el contacto directo con la realidad,  la cotidianidad y la gente. Nunca estuvo en contra de los avances tecnológicos, pero,  siempre pedía que el periodismo no perdiera su  esencia, su pureza, su génesis. García Márquez parecía estar convencido que, la tecnología bien utilizada y orientada cabalmente era buen aliado del reporterismo.  Hoy día son otros los tiempos,  son otras y muchas las dificultades que atraviesa el oficio.  Hay quienes creen que los cambios han sido para mal.

Gabriel García Márquez había nacido en Aracataca (Magdalena-Colombia). Hijo de Gabriel Eligió García y Luisa Márquez el seis de marzo de 1927 para hacer historia y catapultarse como uno de los escritores contemporáneos y periodistas más influyentes de Latinoamérica.

 

De los más influyentes de Latinoamérica

Según reza en su biografía fue,  en El Universal de Cartagena en 1948, bajo la supervisión del editor Clemente Manuel Zabala, García Márquez donde da sus primeros pasos haciendo reportajes y una serie de columnas bajo el título Punto y Aparte.

Gabo dejó un inmenso tesoro en sus obras tanto literarias como periodísticas, y sobre todo quedó su legado como la mejor escuela para aquellos que sueñan con ser periodistas  y como él una vez lo dijo, “Ser periodista es una pasión insaciable, que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir solo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente». (Fragmentos de “El mejor oficio del mundo” 1996), el cual mantiene una vigencia muy certera.

Para él, no se puede pesar en hacer un buen periodismo o intentarlo  hacer si no se lee y en eso el experimentado Francisco Graterol Vargas tuvo razón cuando expresó aquella famosa frase: “Periodista que no lea esta ponchado.”.

Leer la obra “El mejor oficio del mundo» da argumentos para seguir siendo reportero por encima de un empleo con mejor remuneración económica, más generoso, y quizás no tan incomprendido, pero que aun así, este es el mejor. Gracias, Gabo. Gracias por ser periodista.

Artesanal y brillante

Se habla de la magia del Gabo como artesanal y brillante al mismo tiempo. Se le cataloga como un hombre que edificó grandes momentos siendo un albañil u obrero y cuando le tocó ser reportero de planta fue que se hizo del oficio.

 

Aportes y reflexiones

Gabriel García Márquez, falleció el 17 de abril de 2014, desde entonces se convirtió en un personaje mítico.

Su dilatada trayectoria lo convirtió en uno de los referentes más importantes  de la literatura, el periodismo y la reflexión política de mediados del siglo XX y principios del XXI. De su legado extraemos fragmentos de los aportes y reflexiones que dejo en favor del periodismo. (Fuente: Fundación Gabo)

 

  1. El periodismo es una profesión que se escoge

“Considero que mi primera y única vocación es el periodismo. Nunca empecé siendo periodista por casualidad -como mucha gente-o por necesidad, o por azar: empecé siendo periodista porque lo que quería era ser periodista».

«El empleo de ser famoso». Radio Habana, julio de 1976

 

 

  1. Calidad antes que inmediatez

 

“La mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor»

“El mejor oficio del mundo” (1996).

 

  1. Cultura, práctica y ética: tres elementos indispensables

 

“Para ser periodista hace falta una base cultural importante, mucha práctica, y también mucha ética. Hay tantos malos periodistas que cuando no tienen noticias se las inventan».

«El fin de un ayuno». El País, abril de 1994.

 

 

  1. El periodista como investigador nato

 

“La investigación no es una especialidad del oficio sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición».

“El mejor oficio del mundo” (1996).

 

  1. Hacia un periodismo pensado al revés

“Creo que la carrera de periodismo está considerada al revés. Los muchachos jóvenes que empiezan y a los cuales se les quiere enseñar los nombran reporteros, y después, a medida que van progresando, que van haciendo méritos, los ascienden a la sección de editoriales y los llevan hasta directores. Creo que la carrera es completamente al revés porque la expresión máxima, el máximo nivel del periodismo, es el reportaje. Es decir: el reportero que sale a la calle, toma directamente sus materiales informativos y los elabora»

«El empleo de ser famoso». Radio Habana, julio de 1976.

 

 

  1. Por un género literario con los pies sobre la tierra

 

Considero al periodismo como un género literario al mismo nivel que la novela, la poesía, el cuento y el teatro. Y es importante porque es un género literario con los pies puestos sobre la tierra. La literatura permite evadirse, pero con la formación periodística un cable lo retiene a uno en el suelo».

«Me gustaría más cantar que escribir». Cosas, octubre de 1995.

 

 

  1. Los peligros de la grabadora

“La grabadora es la culpable de la magnificación viciosa de la entrevista. La radio y la televisión, por su naturaleza misma, la convirtieron en el género supremo, pero también la prensa escrita parece compartir la idea equivocada de que la voz de la verdad no es tanto la del periodista que vio como la del entrevistado que declaró. Para muchos redactores de periódicos la transcripción es la prueba de fuego: confunden el sonido de las palabras, tropiezan con la semántica, naufragan en la ortografía y mueren por el infarto de la sintaxis. Tal vez la solución sea que se vuelva a la pobre libretita de notas para que el periodista vaya editando con su inteligencia a medida que escucha, y le deje a la grabadora su verdadera categoría de testigo invaluable».

“El mejor oficio del mundo” (1996).

 

 

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