El Programa de Alimentación Escolar (PAE), creado en 1996 para garantizar la alimentación balanceada de los niños y jóvenes en edad escolar en Venezuela, no se está cumpliendo en los 25 mil planteles educativos adscritos a esta modalidad desde que comenzó el año escolar 2019-2020.
Ángel Molina, docente e integrante de FundaRedes, organización dedicada a la defensa de la educación, la democracia y los DDHH afirmó que la ejecución de dicho programa es responsabilidad del Ministerio de Educación a través de la Corporación Nacional de Alimentación Escolar (CNAE), pero hasta la fecha las escuelas no han recibido la dotación y los comedores permanecen cerrados.
“Esta realidad deja al descubierto la gran mentira del ministro de educación, quien afirmo que a partir del 16 de septiembre los estudiantes del país tendrían garantizada la alimentación escolar, pero hasta la fecha el PAE brilla por su ausencia”, aseveró.
Recordó que de acuerdo a las cifras obtenidas en el estudio realizado por esta organización sobre la realidad educativa en el país, hasta septiembre pasado el plan de alimentación no se cumplió con regularidad en el 89% de las escuelas durante el año escolar 2018-2019 y lamentablemente el menú desde hace mucho tiempo dejo de cumplir con los requerimientos nutricionales adecuados.
”Los almuerzos que sirven a los estudiantes son arroz con caraotas o lentejas, pasta con leche o arroz condimentado para darle sabor y muy pocas veces les sirven proteínas, es decir que la alimentación está conformada básicamente por carbohidratos”, aseguró Molina
Con este panorama poco alentador – continuo el docente y defensor de DDHH- podemos concluir que en este periodo escolar 2019-2020, el programa de alimentación seguirá siendo intermitente y de pésima calidad, lo que debe preocuparnos porque una alimentación deficiente, influye directamente en las condiciones de aprendizaje de los estudiantes, quienes tampoco pueden recibir una alimentación balanceada en sus hogares debido a la grave crisis económica y social que viven las familias venezolanas.
“Muchas familias envían a sus hijos a la escuela con la esperanza de que por lo menos tengan segura una comida al día, porque muchos niños no cenan ni tampoco desayunan producto de la grave crisis humanitaria compleja generada por un régimen indolente e incapaz”, aseveró.
Del mismo modo Molina señaló que la carencia de una alimentación balanceada tanto en los planteles educativos como en los hogares afecta también a los niños y jóvenes con condiciones especiales, “quienes se deprimen, entristecen y se enferman porque sus condiciones son más vulnerables”.
Lamentablemente – agregó el defensor de DDHH- no podemos determinar actualmente el impacto tanto físico como emocional que tiene la mala alimentación en las personas y especialmente en los niños, pero es probable que muchos de ellos al no recibir una nutrición adecuada tanto en las escuelas como en sus casas, en un futuro sean adultos de baja talla y cuenten con menos capacidades para el aprendizaje, procesamiento y comprensión de la información además de resolución de problemas, que las generaciones que los precedieron.