Frontera/ Cobro por sellar: “Si me das 100 mil pesos pasas directo a taquilla”

Los cobros por sellado rápido de pasaporte volvieron a las afueras de Migración Venezuela. Hombres no identificados, reciben al viajero con un secreto en el oído “por 100 mil pesos te paso directo a taquilla”. Las ofertas pueden llegar a 70 mil pesos, para no hacer la larga y lenta fila de personas para sellar

Proceso de espera a las afueras de Migración Venezuela. Foto: Carlos Eduardo Ramírez

Era la primera vez que Mariangela sellaba pasaporte de lado venezolano de la frontera colombo- venezolana después de haber estado cerrada durante siete años. Había ido a varias ciudades de Colombia durante este tiempo, pero sellando su pasaporte vencido en Migración de ese país.

En 2023 renovó su pasaporte, pero para este nuevo viaje que sería el viernes 1 de marzo estaba un poco preocupada, pues recordaba que anteriormente en la aduana de San Antonio del Táchira, específicamente en las taquillas de Migración Venezuela en el Puente Internacional Simón Bolívar se hacían colas eternas, operación morrocoy y parte de contar.

Aunque el vuelo era a las 3:30 de la tarde no pudo irse temprano para sellar, porque debía cumplir con una diligencia a las 8 de la mañana (hora venezolana), después de eso echar gasolina porque le correspondía el número de placa y de ahí en adelante sortear algunas colas que se hacen en el camino hacia la frontera, por lo que el trayecto hacia su viaje inició a las 11:30 de la mañana.

No dejaba de ver la hora de su celular. El sólo pensar que tenía que sellar en los dos lados de la frontera la agobiaban, y más las denuncias que había leído en los medios de comunicación y las redes sociales sobre la presencia de integrantes del Tren de Aragua y de otros grupos delincuenciales en ese sector.

Llegó a San Antonio, municipio Bolívar del estado Táchira a las 12 del mediodía y tenía que estar en el aeropuerto dos horas antes. A paso acelerado caminó por la avenida Bolívar, pasó la aduana y llegó a las taquillas de Migración. No había terminado de ubicarse en donde debía hacer la fila de ciudadanos para cumplir con este trámite (tenía por delante unas 30), cuando un hombre portando short, franela y botas se le acercó y le dijo: “Estoy a la orden para pasarte directo a taquilla, te cobro 100 mil pesos y en 15 minutos estás lista”.

En ese momento Mariangela confirmó que sus miedos eran reales. Volvió el sellado y con él las ofertas de “te paso directo”. Buscó quien era el último y se dispuso a esperar, con el temor de que el proceso fuera lento para obligar a pagar.

No se había terminado de ubicar como la última de la fila cuando otro hombre, con una silla de ruedas en mano, se le acercó al oído y dijo, “Te sello el pasaporte por 70 mil pesos. Te sientas aquí a un lado, me das tus documentos y yo salgo en unos 10 minutos con tu documento”

Ella tan sólo le dijo gracias, mientras el calor la empezaba a agobiar y la solo idea de pensar en tener que pagar le causaba nauseas. Se dispuso a esperar, con la confianza en que la cola correría, aún estaba a tiempo de llegar al aeropuerto.

Así fueron pasando los minutos. Algunos sellaban rápido, los que tenían niños tardaban un poco más, y otros también eran lentos por cuestión de documentos, hasta que el proceso se detuvo unos 20 minutos atendiendo a dos personas. Una en cada taquilla habilitada, pues, aunque son cuatro, sólo dos estaban laborando.

Mientras esto ocurría Mariangela vio pasar al menos a cinco personas con el primer hombre que se le acercó para ofrecerle el sellado directo. No tenía dudas, el proceso se hacía más lento mientras esto ocurría.

Era la 1 de la tarde cuando por su mente se cruzó la idea de pagar, pero le causaba indignación. “¿Por qué tengo que pagar si esto es un derecho?, no me voy a prestar para esto”, se dijo una vez más, mientras sacaba la cuenta de en cuanto tiempo tenía que estar en el aeropuerto. Estaba sobre la hora.

Mientras seguía esperando su turno una señora regresó a preguntarle al de taquilla; ¿dónde está mi sello?, revisaba y revisaba y no veía nada. 10 minutos después, el funcionario que la había atendido se lo devuelve. Efectivamente, había hecho la cola, le habían hecho la foto, pero se había ido sin el sello.

Por delante le quedaban a Mariangela unas 15 personas y detrás había otras 10. El pasaporte lo selló a las 2 de la tarde, y cuando volteó para salir de esta zona se dio cuenta que en la fila quedaban tan sólo cinco personas. “Los demás también pagaron, el tiempo no les daba para llegar a su vuelo”, se dijo a sí misma y procedió a caminar a pasos acelerados para llegar a Migración Colombia.

“El pasaporte no tiene sellos”

Mientras ingresaba a Migración Colombia un hombre le gritaba: “cuando salgas te vendo el boleto para ir a Bogotá, a Medellín, a donde necesites”. Mariangela le dijo, no gracias y siguió su camino, pero el hombre se quedó esperando afuera.

Ingresó a Migración y tan sólo estaban dos señoras que habían sellado antes que ella. Cuando le correspondió el turno sacó su tarjeta de invitación, el itinerario de vuelo, y nada de eso le pidieron, la funcionaria le dijo que necesitaba el pasaporte anterior con los sellos. Mariangela le indicó que lo tenía en su casa en San Cristóbal y la mujer le dice: “entonces debe esperar a que alguien certifique que este pasaporte es verdadero”.

“Señora necesito llegar pronto al aeropuerto, me queda poco tiempo ya. No entiendo qué pasa con mi pasaporte”, le dice Mariangela, a lo que la funcionaria responde: “su pasaporte no tiene sello, puede ser falso”.

“Mi pasaporte no tiene sellos porque es nuevo y no he viajado. ¿Cómo se les ocurre hacerme perder tiempo aquí con esa excusa, acaso un venezolano no puede renovar su pasaporte?, le preguntó Mariangela, pero el silencio fue sepulcral. A los 10 minutos le sellaron y salió a buscar taxi para irse al aeropuerto.

Saliendo de Migración Colombia el hombre que le había ofrecido los pasajes volvió a acercársele, ofreciéndole servicio de taxi. Cuando lo miró bien se dio cuenta que era el primer hombre que se le acercó a pedirle 100 mil pesos por sellar rápido. Mariangela le dijo, “no señor gracias, ya veo que usted está metido en todos los negocios de la frontera”, y siguió su rumbo, con el agobio del poco tiempo para el viaje y la tristeza de ver cómo siguen las dificultades para sellar en cualquiera de los dos lados del Puente Internacional Simón Bolívar.

Al regresar fue distinto. Pasó por el Puente Internacional Atanacio Girardot y no tardó ni un minuto en cada sellado, ahora se hace por las taquillas por donde chequean a los vehículos. Agradeció a Dios por no pasar de nuevo por el “terror de sellar” y se fue a su destino.

 

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