En la Parroquia La Puerta, diciembre es el mes del regocijo, del reencuentro familiar y de la amistad. Tradicionalmente las fiestas de navidad se prolongan hasta el año siguiente, cuando se empalman con la llegada de los Reyes, el robo y búsqueda del Niño Jesús o la Paradura, y se extendía un poquito más, hasta la celebración de los patronos católicos San Pablo Apóstol y Nuestra Señora de la Paz. En las distintas casas los preparativos comienzan a mediados de mes, cuando se escuchan los redondos sonidos de las carruchas o carros de rolineras sobre el asfalto; que compendiaban con los repiques de las campanadas, que las desaparecieron a finales del siglo XX y no las han devuelto, y los preparativos familiares del pesebre y ese símbolo de la hermandad y prosperidad: las hallacas; y, en la gran víspera de la navidad, se queman fuegos artificiales. Durante este periodo, las calles, plaza, esquinas, y en los caseríos foráneos, junto con la pintada de las casas de vivos colores, lucían adornos que expresaban señal de bienvenida, alegría y renovación.
A mediados del siglo pasado, uno de sus habitantes, hacía saber e informaba a toda la comarca que había llegado el tiempo de la Natividad de Jesús. “Chico” Gutiérrez como lo llamaban en el pueblo, con unos pequeños y maravillosos artilugios, anunciaba, contagia y entusiasmaba a su comunidad. Eran minúsculos petardos, hechos de piedrita motatanense, pólvora, azufre y papel, se fabricaban y vendían en su casa, ubicada a la entrada del pueblo, en la avenida Páez esquina con calle 1, de La Puerta, estado Trujillo.
El arte del estruendo y la luz
Los historiadores coinciden en que fueron probablemente los mongoles los que introdujeron la pólvora y los cohetes chinos en Europa en torno a 1241. A nuestras tierras andinas, donde persiste la tradición en el uso de los fuegos artificiales, le llegó con el europeo Al andaluz, desde el siglo XVII. En La Puerta, como pueblo andino y religioso, es común que se utilicen en sus distintas fiestas y celebraciones populares y católicas estos artificios de luces y explosiones artificiales. Un antecedente importante lo encontramos en el Programa de las Fiestas de La Puerta de 1909, en el que se destaca que a las 8 pm, se quemaron vistosos y variados fuegos de artificio, en la Plaza Bolívar, y el 25 de enero de 1909, día del patrono, se inició con <<una gran diana de música, triquitraquis, boladores y recamaras, despertaran como en el día anterior, a los animosos fiesteros, que no sepan o no puedan huir de las groseras impertinencias del rudo clima de la época>> (Programa de las Fiestas de La Puerta. 1909. En papel). Este seria, el primer dato histórico sobre el uso de los fuegos artificiales en nuestra Parroquia.
Piedras navideñas y caras de alegría.
Los escueleros se ponían de acuerdo y buscaban en la casa de Don Chico Gutiérrez, aquellas minúsculas cosas para iniciar la alegría, en sus faltriqueras, bolsillos “robagallina” o bolsillos pequeños, salían calle arriba y calle abajo, iban sacando sus atesoradas piedritas y las iban lanzando contra el piso o contra la pared o algún muro aquellos días fríos de diciembre; se puede decir, que se ponían felices como los ángeles, tan alegres como su mismo prójimo podía estar. Su felicidad compartida, gritando sin desvergüenza: – ¡Es navidad!
En las casas de familia, al comenzar a escuchar los primeros petardos, nos despertaba y nos disponía a un entusiasta día de celebración navideña. En ese ambiente cálido y armónico, nos abrumó durante varios años, este anunciador estruendoso de la Navidad andina, con las estruendosas detonaciones de las populares «piedras» artificiales, que generaba risas, bromas y chanzas en la muchachada.
El taller de la alegría navideña, el de los fuegos artificiales.
Era la casa taller de Francisco Gutiérrez o Don Chico Gutiérrez, como también se le llamaba, donde se fabricaba con todo detalle y con la seguridad necesaria, los fuegos artificiales que llenaban de alegría a los niños, adolescentes y a cuanto ocioso alegre habitaban en este poblado. Allí, se elaboraron los fuegos artificiales conocidos como “piedras”, una especie de petardo pequeño que era capaz de producir un estruendoso sonido al ser lanzados contra el piso o las paredes, era la alegría de los niños para sorprender a los amigos, y también, la utilizaban los mayores, esos jodedores de las esquinas, para reírse a carcajadas del que era sorprendido y asustaban.
Corrobora su hijo David Gutiérrez, lo que recuerda y comenta la memoria oral de esta localidad: <<mi papá se destacó en el arte de la Pirotecnia, aunque él sabía fabricar varios productos nos enseñó a hacer lo que hoy conocemos como las Piedras Navideñas o Piedras Explosivas, ya que era más fácil su fabricación y menos compleja la manipulación, estas las comenzó a fabricar al final de la década de los 50, solo con ánimo de diversión familiar y compartir un buen momento con los vecinos, pero fue en el año 1968, cuando un maracaibero llegó a la casa y le compró treinta Piedras que tenia reservadas para la Navidad y le hizo otro encargo, luego otro, y después otro pedido y posteriormente le prometió que el compraba toda la producción y asi fue como iniciamos la comercialización de este producto, que representó nuestra fuente de ingreso para la Temporada navideña…y aprovechando este legado la familia desarrolló este arte>>(Datos biográficos de Francisco Gutiérrez, suministrados por wasap, por David Gutiérrez, 11-12-2022); en la década de los años 70 del siglo XX, en la ampliación de sus horizontes y buscando nuevos derroteros, se muda y se residenció en Maracaibo, establece la fábrica de fuegos artificiales y otros negocios.
El mismo David, explicó que, <<en el año 1.988, todos los hermanos varones constituimos una empresa la cual llamamos en honor a nuestro padre con las iniciales de su nombre Francisco Antonio Gutiérrez, FAG. Fuegos Artificiales Gutiérrez, para lo cual compramos un hermoso terreno llamado Granja La Muchachera, allí construimos galpones, oficinas, canchas deportivas y llegamos a tener más de cien trabajadores, llevando cantidades de este producto para Caracas y Oriente donde las pagaban a muy buen precio. Posteriormente nos dedicamos a la importación de Fuegos Artificiales de Estados Unidos y China, a donde tuve que viajar en varias ocasiones, constituyéndonos como la primera Empresa importadores de Productos Pirotécnicos del Occidente de Venezuela y aunque vivo en Estados Unidos aún conservamos esta próspera empresa, ahora Pirotécnica Gutiérrez Hnos. C. A. PIGUCA. Ubicada detrás de Kapital La Limpia >> (Ídem); los hijos redimensionaron el legado.
La particular historia de vida del artesano de la alegría navideña
Francisco Antonio Gutiérrez, nació en el caserío Agua Clara, Municipio Valera Edo. Trujillo, cerca de Carmania, la histórica propiedad del padre Rosario, <<el día 5 de enero 1.908, hijo natural de Don Adilon Rumbos, y Elodia Gutiérrez, (de aquí el nombre de su hijo preferido y su nieto ambos de nombre Eladio Antonio Gutiérrez (privilegiados ya que le asignaron el primer nombre de la abuela, y su segundo nombre de su papá). Elodia, su madre <<muere cuando Francisco Gutiérrez, era un pequeño de nueve años de edad>> (Gutiérrez).
Era hijo de un señor español, de fuerte carácter, que contrastaba con la personalidad de Francisco. David, hijo de nuestro personaje explicó: <<Adilón Rumbos, su papá conocido por ser un acaudalado hombre de negocios, de origen español, propietario de la Hacienda San Pedro, que comprendía gran parte del territorio de la ciudad de Valera, calificado por ser un hombre de carácter recio>> (Ídem). Siendo un niño, tomó la decisión de irse de la casa de familia, <<ya que en su condición de huérfano no recibe el trato que él esperaba de su padre, labrándose una vida llena de adversidades, dificultades y limitaciones, pero con el esfuerzo, esmero y pasión que aprendió de su hermana mayor de crianza Guadalupe Valero, y la confianza en Dios, inicia esta nueva aventura, desarrollando una excelente creatividad y logra prosperar de manera sorprendente>>. (Ídem). Hizo sus estudios de primeras letras y muy niño se fue de la casa familiar en busca de nuevos senderos, en los que pudiera desplegar sus inquietudes, adquirir conocimientos y vivir su vida.
Francisco o Chico como le llamaban, se casó en 1933, a los 25 años de edad con una hermosa joven de 18 años de edad, María de Jesús Uzcátegui, quien nació en 1915, en Monte Carmelo, Edo. Trujillo, y con ella <<engendró ocho hijos, de mayor a menor: Perpetuo Ramón, María Ernestina del Carmen, Francisco Omar, Edenis Josefina, Eladio Antonio, David Alberto, María de Jesús y Óscar Gonzalo Gutiérrez Uzcátegui>> (Gutiérrez); los cinco primeros, nacieron en La Puerta, y el resto en Valera. La esposa murió en Maracaibo, en mayo de 1997.
Francisco Antonio Gutiérrez, se establece en la Puerta, y fomenta su familia y logra materializar parte de sus ilusiones y proyectos, su hijo David, rememora que en la comunidad fue, <<conocido por ser un hombre cariñoso y protector con sus hijos, filántropo, generoso, servicial, muy católico, integro con principios éticos, morales y espirituales bien formados que se gana el respeto y el cariño de la comunidad de La Puerta, convirtiéndose en el padrino de casi todos los niños de la época, recuerdo que a mis siete años de edad, en La Puerta, cuando íbamos para la Iglesia en todo el trayecto, los niños y jóvenes le pedían la Bendición, esto constituía para mí una gran satisfacción y admiración por mi progenitor>>; inclusive en su familia recuerdan cuando se hizo famosa la frase de «Ahí están peleando los hijos de padrino».
Los mandatos de la medicina y la herbolaria.
Desde muy joven fue estudioso de la herbolaria y observador de los temas de salud y medicina. Se convirtió en practicante de medicina y puso en alto su destreza para curar heridas y torceduras, pero siempre bajo la instrucción y dirección de un medico, inyectaba y administraba a los enfermos las medicinas, muchas de ellas naturistas, que ordenaba el facultativo. Recuerda su hijo David Gutiérrez, que, <<Francisco Antonio Gutiérrez era un hombre polifacético, desarrollaba múltiples disciplinas, la más destacada era que él fue practicante de la Medicina, llegó a ser asistente del Dr. Parajan (Parjan), un reconocido médico de la época en Mendoza y La Puerta>>; el Dr. Luis Parjan, de origen húngaro, medico graduado en la UNAM, en la ciudad de México, fue el pediatra de varias generaciones de valeranos, y estuvo muy ligado a la población de La Puerta. Murió en 2020, en Panamá.
Algo anecdótico y la gente admiraba fue que, <<mientras este médico Parajan (Parján) estaba sin atender a nadie, papá en cambio tenía cola de pacientes para ser atendido por Don Francisco, con excelente resultados, obviando al profesional de la medicina Dr. Parajan, que además de diagnosticar a los pacientes también fabricaba una parte importante de las medicamentos que prescribía a sus pacientes con éxito sorprendente, el resto recomendaba a la Farmacia Sucre, recuerdo que cuando vivíamos en La Puerta, lo visitaban personas de Las Virtudes Edo. Mérida, y viceversa, cuando vivíamos en Las Virtudes, asistían pacientes de La Puerta, a tratar su salud con él >> (Ídem). Parján fue considerado un buen médico, tuvo su consultorio en la antigua Clínica Jhonker, de la ciudad de Valera, hoy Clínica Rafael Rangel, donde estuvo Francisco Gutiérrez como su asistente.
Su hijo David Gutiérrez, quien colaboró para la elaboración de esta corta semblanza, es un destacado ciudadano, presidió el Rotary Club de Maracaibo, cursó estudios de Teología, en Texas, Estados Unidos, allá se avecindó y es Pastor de una Iglesia, y actualmente, es empresario y dirige una organización de hombres de negocios en dicho Estado.
Francisco fue el causante de ese tiempo de las caras sonrientes de los niños y jóvenes de nuestra Parroquia La Puerta. Era el anunciador de la llegada de la felicidad, alegría y magia de la navidad. Envolviendo a todos en aquel maravilloso ambiente popular y religioso, dado por los artificios creados en su casa que constituían el atractivo y principal aderezo de nuestras tradiciones y celebraciones andinas. Francisco Gutiérrez <<partió a las Moradas Eternas, el Viernes Santo 24 de Marzo de 1978, en el Hospital Central de Maracaibo>>, a la edad de 70 años.
Fue la creación de Francisco Antonio Gutiérrez: su pirotecnia, que ambientaba y aportaba a las bonitas manifestaciones de reír, compartir, obsequiar, visitar a los familiares y amigos, y esa espiritualidad navideña de desear lo mejor y la prosperidad para el venidero año. Vida y obra, que merece ser reconocida y registrada en la historia local y costumbrista de nuestra comunidad.