Fortalecer el lugar, sueño permanente | Por: Elvins Humberto González

 

Son ellos sus habitantes quienes con esfuerzo, trabajo tesonero, con principios, valores, disciplina y empeño se han convertido en la gran fortaleza de una ciudad, en nuestro caso, la ciudad de Valera, aquella joven que una vez fue comarca y que hoy día viste traje Bicentenario.

Ha sido, es y seguirá siendo su gente el gran potencial de la urbe de las Siete Colinas, son ellos, su población, los que han sacado adelante una ciudad que ha crecido en los terrenos de forjadores como, doña Mercedes Díaz, Juan Ignacio Montilla, Gabriel Briceño entre muchos otros, un logro que tiene raíces en la base social de los pobladores de entonces, donde el trabajo es la bandera que ha levantado los cimientos desde las voces populares a lo largo de su historia.

Las organizaciones ciudadanas en todos los ámbitos, han forjado a través del tiempo y mejor que nadie, el sostener la ciudad como un conglomerado de prácticas promovidas mediante las actividades cotidianas donde residimos, estudiamos, trabajamos o nos movilizamos. Esta acción que se lleva a cabo a diario y que forma parte de la cotidianidad donde desarrollamos nuestro potencial, busca avanzar hacia una mayor productividad.

El trabajo de esa fortaleza humana del valerano por su Valera, lo ejerce en los salones de clase, en las oficinas, en la calle, en la plaza, en los hospitales, en las distintas actividades donde se participa, en los espacios libres y públicos, interconectando la visión de un mejor porvenir ciudadano desde cada barriada, y demás zonas urbanísticas populares que componen los municipios o parroquias.

Actitud firme y crítica

Han sido, y así lo dice la historia de Valera, los pobladores con una participación, actitud firme y crítica en sus espacios quienes han logrado hacer que Valera (la cual tiene todos los elementos) un lugar productivo. Valera es el epicentro donde históricamente se ha aglutinado el desarrollo comercial del estado Trujillo y gran parte de las zona de Los Andes y Occidente, por ello ha sido llamada la capital comercial del Estado. Todo eso tiene un responsable directo, un protagonista principal: su gente, esa que habita y convive esta tierra amorosa donde ese sueño de lograr algo bueno es posible, y siempre está latente. Sin duda, es esa gente la verdadera potencialidad y fortaleza que durante más de 200 años ha sostenido a Valera.

Muchas de las actividades que se realizan como habitantes de esta localidad son conducidas por un importante componente; el entusiasmo, el cual se convierte en la satisfacción por esa labor que se orquestó a favor de un bien como: su entidad, su lugar, su casa, su ciudad. Es ese entusiasmo que termina haciéndose prioritario para nunca dejar de lado el trabajo, para nunca desmayar en el empeño, en la perseverancia, que atraídos por este importante valor, se propone con mucha responsabilidad al quehacer que desarrollamos día a día.

El entusiasmo por el bien de la ciudad es el que ha nacido desde el alma, del corazón valerano que todos tenemos, que con amor se realiza con profunda satisfacción.

 

Empuje por el terruño

Todo ese empuje humano que sus habitantes le han dado a su terruño lo podemos calificar como: una acción que ha permitido vincularlos en espacios de diferentes movimientos como los gremios profesionales o técnicos, académicas desde su etapa primaria, universitaria, culturales, musicales, sociales, religiosos, comunicacionales entre otros, que han ayudado al avance y alcance de objetivos hacia la transformación de la realidad que nos rodea, siempre apuntando a lo posible, en poder construir una mejor visión de sociedad.

 

Imagen más cercana de la ciudad

La cotidianidad como práctica se presenta a diario en cada uno de los habitantes de Valera, es lo que permite unir brazos por una sola causa: hacer de su lar un sitio digno, agradable, social, seguro, educado, práctico y habitable. Son aspectos principales que buscan un desarrollo de cualquier espacio con una acción directa donde cada individuo aporta a una transformación social de la entidad.

En definitiva, creemos que es la población, su gente, el elemento más esencial de la ciudad de Valera, que con mucho o poco se las han arreglado para fortalecer su lugar como un ente potenciable, que con sus acciones encaminadas a un mejor vivir sean las bases que sostenga el territorio.

Desde hace muchos años comenzamos a pensar sobre este tema. Nos ha agradado siempre el contacto directo con la ciudad que nos vio nacer y en la cual nos hemos desarrollado. Nos ha agradado siempre el precisar las imágenes que reflejan la admirable y querida Valera en lo que ha sido nuestra existencia.

Nuestro lugar natal es un hermosísimo sitio de la tierra, un hermosísimo sitio amoroso, cordial y vital para la vida y para la existencia del hombre. Ya lo hemos escrito en muchísimas oportunidades. Hasta el punto de haber llegado a imaginarnos y decir que los valeranos somos seres que llevamos en lo más profundo de nuestros corazones el sentir de un sueño permanente. Y un ser así, sin duda posee condiciones excepcionales para enfrentar el mundo y enfrentar la vida. Lo sabemos, lo sentimos, estamos seguros de eso. Seguridad que nos las da el haber caminado tanto la ciudad para conocerla más, el indagar a través de la fotografía, de los relatos y descripciones que han ido construyendo el camino de nuestra Valera a través de  su historia. Todos estos trazos apasionados nos han ayudado a mantener una imagen más cercana de la ciudad como si fuera una persona conocida con la cual podemos mantener una relación de amistad o de amor. Allí es donde radica la importancia del conocimiento de la historia local de nuestro lar, que es lo mismo que conocer mucho nuestra vida.

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