El Gun Show tiene lugar en Miami, a una hora escasa en auto del centro educativo que acaba de ser escenario de una de las peores masacres de la historia reciente de Estados Unidos
Apenas se cumplen cuatro días desde que Nikolas Cruz mató a tiros de fusil a 17 personas en una escuela de Parkland, Florida y el estado ya celebra uno de los grandes eventos armamentísticos del año.
Aquí el comercio de armas no se detiene.
Se trata del Florida Gun Show (el espectáculo de armas de Florida), que se celebra este fin de semana en Miami y que sus promotores promocionan con ambiciosos reclamos publicitarios.
«Disfrutarán un enorme despliegue de armas de fuego, munición, cargadores, cuchillos y mucho más», promete a los visitantes la página web del evento.
Desde hace semanas, grandes carteles publicitarios del show jalonan la extensa red de carreteras del condado de Miami-Dade.
Las calles de Miami muestran hace semanas anuncios del evento. (Foto: Guillermo D. Olmo)}
La feria tiene lugar en un gran edificio de Miami, a solo una hora escasa en auto de la escuela Stoneman Douglas, que acaba de ser escenario de una de las peores matanzas de la historia reciente de Estados Unidos.
El taxista que me trae dice no poder creer lo que está viendo.
«¿De verdad van a hacer una feria de armas hoy, después de lo que pasó?¡Qué locura!», exclama.
La feria tiene lugar a menos de una hora en auto del lugar de la matanza.
Junto a la puerta de acceso un folio en blanco y negro ofrece una aclaración.
«Queremos hacer un reconocimiento a la ciudad de Parkland, especialmente a los estudiantes y profesores de la escuela que fueron asesinados sin sentido. No pretendemos faltar al respeto ni la sensibilidadcon este eventoplaneado portan largo tiempo», se lee en la nota.
Niños no pagan
El escrito también recomienda a los asistentes tolerancia ante quienes pudieran manifestarse en contra y añade: «Hemos demandado e impuesto una fuerte seguridad».
Pero llegando una hora antes de la apertura oficial, BBC Mundo accede al recinto donde se almacenan centenares de armas antes del comienzo de la exhibición sin pasar por el control de seguridad, el que se activará más tarde.
Los organizadores tuvieron palabras para las víctimas de Parkland.
A las nueve abren las taquillas y la feria empieza a bullir.
La entrada cuesta 13 dólares. Los niños menores de 12 años no pagan.
Dentro, un enorme muestrario de armas de fuego de diferente tipo y calibre, miras telescópicas, ropa de camuflaje, cuchillos, machetes, y un largo etcétera de accesorios de combate para disfrute de los amantes del plomo.
La Segunda Enmienda de la Constitución reconoce el derecho de los estadounidenses a portar armas, para muchos una de las señas de identidad del país y una de las razones por las que se venden tanto.
Los varones de raza blanca conforman la mayoría del público asistente al evento. (Foto: Guillermo D.Olmo)
Entre la numerosa clientela que se arracima en torno a los más de 600 mostradores de venta hay algunos negros e hispanos, pero predominan los varones de raza blanca.
Algunos recorren el recinto acompañados de niños. Lo que menos hay son mujeres.
Materia de debate
Bill atiende uno de los puestos de venta junto a su esposa y tiene claro su punto de vista en el debate sobre las armas, reabierto por la última masacre escolar.
«Lo que sucedió en Parkland es una tragedia, pero la solución no es prohibir las armas, sino que los ciudadanos decentes podamos defendernos con ella de tipos como Nikolas Cruz», le dice a BBC Mundo.
En la feria pueden adquirirse armas de todo tipo y calibre. (Foto: Guillermo D. Olmo)
A Bill le gusta Donald Trump. Exhibía orgulloso una camiseta de apoyo. «No le gusta a algunos porque no es un político ni un relacionista público, pero está consiguiendo cosas», afirma.
La cuestión de las armas es materia de enconado debate político en Estados Unidos.
Los demócratas promovieron medidas de restricción de la venta, pero el Partido Republicano siempre las frustró.
Y si en la época de Barack Obama hicieron valer su mayoría en el Congreso, ahora que con Donald Trump también controlan el Ejecutivo, la resistencia es doble.
Eso, sin embargo, no impide que muchos sigan haciendo campaña a favor de mayores controles a la venta de armas.
De hecho, mientras en esta parte de Florida se celebraba la feria de armas, en otra parte del estado decenas de víctimas y familiares demandaban leyes más estrictas para su venta.
Protesta exigiendo mayores controles a la venta de armas frente al juzgado federal del condado de Broward, en Fort Lauderdale.
Pero el enojo por la matanza de Parkland por el momento no ha hecho sino mejorar las ventas.
El AR-15
No muy lejos del puesto de Bill está el de Pawn & Gun Shop, el negocio de Domingo Martín, hijo de cubanos nacido en Miami.
Me explica que lo más barato que puede ofrecerme es una pistola Jiménez del calibre 22, que me costaría US$119.
Pero lo más demandado últimamente es el fusil AR-15, fabricado por Colt, el rifle usado por Cruz en su sangrienta correría por la escuela de secundaria de la que le habían expulsado.
El arma de mayor demanda es el rifle AR-15. El mismo usado en la matanza de Parkland y otras masacres.
«La gente lo demanda mucho porque teme que después de lo que ha pasado vaya a prohibirse su venta», explica.
«Lo pueden comprar legalmente los mayores de 18 años, pero yo exijo que tengan 21», le dice a BBC Mundo.
El AR-15 es un viejo conocido del público estadounidense.
En su historial también destaca que fue el arma con el que Adam Lanza mató en 2012 a 20 niños en la escuela Sandy Hook, en Connecticut, y el que usó James Holmes ese mismo año cuando irrumpió en un cine de Colorado durante una proyección de Batman dejando un reguero de 12 cadáveres y decenas de heridos.
Un vendedor de la feria hace una demostración con el AR-15.
Para los asistentes a la feria, sin embargo, el problema no está en las armas, sino en los criminales con problemas psiquiátricos que hacen un mal uso de ellas.
Es la tesis que defendió el presidente Donald Trump cuando se refirió a la tragedia de Parkland, y que hace suya Chris, un joven universitario que recorre la feria del sur de Florida.
«En el tema de la salud mental, el gobierno podría hacer más de lo que está haciendo», le dice a BBC Mundo.
Matar o morir
Entre quienes empuñan y examinan las armas en venta está Marco, un inmigrante colombiano.
Tiene en casa dos rifles y una pistola. Esa es su aportación al incalculable arsenal doméstico estadounidense.
Matanzas como la de Parkalnd por lo general ayudan a aumentar las ventas.
Marco dice que lo suyo empezó por su afición al tiro deportivo.
Pero, añade, «en Estados Unidos hay muchas pistolas locas, así que si alguna vez tengo un hijo le enseñaré a disparar para que pueda defenderse».
Según él, «en este país, huir no es una opción».
De acuerdo con el recuento de la organización «Gun Violence Archive», ya han muerto más de 1.900 personas por heridas de bala solo en lo que va del añoen Estados Unidos.
Marco prefiere que su hijo sea uno de los que mata a uno de los que muere.
Además, para muchos de los participantes en esta exhibición, las armas también son mucho más que máquinas de escupir fuego, son la quintaesencia del espíritu nacional.
Y cualquier restricción supondría una insoportable mutilación de ese bien sagrado.
Me lo explica el encargado del puesto de una cadena de armerías llamada Shoot Straight Florida que prefiere no dar su nombre, mientras juguetea con un Smith & Wesson 5.56, uno de los competidores del AR-15.
«Este es un país libre y no queremos tener policías vigilando en todas partes. Los estadounidenses tenemos que poder defendernos para seguir siendo una democraciay no acabar como Rusia», le dice a BBC Mundo.
Para muchos estadounidenses, el derecho a poseer armas es un derecho sagrado.
Un asunto de libertad
Es hacia el mediodía cuando el show de las armas vive su hora punta.
Vendedores y compradores cierran tratos al ritmo frenético que caracteriza a la acelerada economía estadounidense de los últimos años.
Según los datos de la organización «Gun Violence Archive», más de 1.900 personas han muerto por herida de bala en EE.UU. en 2018.
Algunos expertos temen incluso que se sobrecaliente, como les ocurre a las ametralladoras cuando se las dispara más de la cuenta.
No es eso algo que preocupe a nadie aquí.
En un rincón entre cartucheras, navajas y pistolas Beretta, encuentro un trío de veteranos del exilio cubano que comenta acaloradamente asuntos de la actualidad.
Tienen muchos años y muy poca fe en la prensa. Me ven como una fuente potencial de «noticias falsas».
Solo la credencial de la BBC parece atenuar algo su recelo.
Uno de ellos es Pedro Hernández, quien se presenta como oficial jubilado del Departamento de policía de Miami.
«Ahora no se puede hablar del tema de las armas porque las emociones están muy a flor de piel», dice.
Luego despliega su teoría sobre las verdaderas razones de la alarma suscitada por la última escabechina en un centro escolar.
«Los estadounidenses tenemos que poder defendernos para seguir siendo una democracia y no acabar como Rusia», dice uno de los asistentes a la feria.
«Los comunistas están por todas partes y quieren empezar por acabar con nuestra libertad para usar armas para después destruir todas las demás», afirma.
Ni Pedro ni muchos de los millones de votantes de Trump en la republicana Florida están dispuestos a permitir que se dé siquiera ese primer paso.