Brasil y Perú se medirán este domingo 7 de julio de 2019 en el estadio Maracaná, uno de los templos del fútbol, e irán en busca del título del torneo de selecciones más antiguo del mundo. Uno llega como gran favorito y con la chapa de candidato, pues oficia como local y es una de las grandes potencias del fútbol sudamericano. El otro llega como revelación o sorpresa, luego de haber clasificado en la primera fase como uno de los mejores terceros, y por primera vez en 44 años disputa una final de la Copa América.
Los brasileños no lo ganan desde 2007, cuando vencieron por 3-0 a Argentina en Maracaibo, Venezuela, y obtuvieron su octavo título continental. Por su parte, la actual generación de la selección peruana, que clasificó a un Mundial después de 36 años en Rusia 2018, buscará consagrarse con un título e igualar lo conseguido por la generación dorada de los años setenta, que ganó la Copa América en 1975.
El historial marca una clara superioridad de la ‘verdeamarela’, con 31 triunfos en 44 partidos oficiales. Perú tan solo le ha ganado en cuatro oportunidades a Brasil, tres de esas victorias las obtuvo en la Copa América, y ambos seleccionados han empatado en nueve oportunidades.
Curiosamente, Brasil y Perú se vieron las caras recientemente, en esta misma edición 46 de la Copa América en el cierre del grupo A en el estadio Arena Corinthians, en Sao Paulo. El resultado fue el más abultado en lo que va corrido del certamen: 5-0 para la ‘canarinha’, que no tuvo piedad aquel día con la blanquirroja.
Fue un partido atípico, si se quiere, pues en 20 minutos Brasil ganaba 2-0 y el segundo gol fue producto de un error garrafal de su portero, Pedro Gallese, que pareció abatir a los peruanos que no supieron reaccionar y se fueron 3-0 al descanso. El segundo tiempo fue un trámite para Brasil que incluso pudo haber ganado por 6-0 de no ser por el penal errado por Gabriel Jesús.
Ese partido marcó un antes y un después para ambos seleccionados. Para ambos fue favorable. Para Brasil significó que su entrenador, Tite, encontrara al equipo y que su dominio del juego, basado en el orden y seguridad en la zona defensiva, así como el predominio en ataque, se tradujera en goles. Para Perú fue un momento de reflexión tras un resultado tan lapidario, que a la postre se quedó en un dato estadístico más, pues logró su pasaje a la siguiente fase y a partir de allí comenzó a construir su camino hacia la final dejando en el camino al máximo ganador histórico del torneo, Uruguay, y al bicampeón defensor, Chile. Todo esto con mayor solidez colectiva y, sobre todo, mayor convicción de sus propios medios para enfrentarse a cualquier rival, más allá de que sea de más quilates.