Por: Luis A. Villarreal P.
El año concluye con la tradición navideña que desde hace tiempo solo fulge en la intimidad de cada uno, entre preocupaciones y sobresaltos, echando de menos tantas alegrías. Las de antes, en los albores democráticos, cuando sin saberlo, tal vez, éramos proporcionalmente felices, porque alguna deficiencia o contrariedad era compensada, sin quebrantar la predisposición a pasarla bien.
Sin duda, todo esto que hemos estado viviendo es una pesadilla. Absurdamente, es a lo que nos quieren acostumbrar; y, lógicamente, nos pone pensativos ante las secuelas que arrastramos: el sufrimiento y la incertidumbre que nos afecta a todos los venezolanos —a quienes permanecemos en nuestro entrañable país y a los que nos ven y piensan desde afuera—, aún aquellos que podrían estar disfrutando de privilegios, porque no les falta lo que a las grandes mayorías: el sustento y las tradiciones que por estos tiempos han sido: en el comer y el vestir, y principalmente el compartir familiar y amistoso de siempre.
Estamos de acuerdo —y lo hemos estado— en que de algún modo este modo de vida que se nos impone sigue siendo trágico y deprimente, absolutamente injusto, porque nuestro país no funciona como debería, en ningún sentido. Nuestras instituciones y Estado de derecho, secuestrados. Las libertades condicionadas por la temeridad. El porvenir de las nuevas generaciones, desolado. Los servicios infuncionales o inexistentes, y una economía que asusta, con el bolívar una vez más hacia el inframundo.
Por lo tanto, simplemente, nos corresponde asumir y afrontar aún más, aunque no queramos, la terrible realidad, las indeseables circunstancias que nos siguen golpeando. Debemos sacar a relucir nuestro rechazo a ese estado lánguido, de postración. En Unidad Nacional y a través de los procesos venideros que tienen que darse, si estamos conscientes de la trágica situación y tenemos sentimiento de país, hemos de dar los pasos coherentes para liberarnos del sojuzgamiento.
Patria en Navidad
La Unidad es la llave
que abrirá las rejas del
[cautiverio;
el llamado más grande
a ocupar nuestro puesto,
para mostrar de lo que
[estamos hechos;
que el reto lo asumimos
con la fuerza de nuestras
[convicciones,
en pro de un colectivo
aunado y sin bemoles,
haciendo patria, libre de
[temores.
Hagamos votos pues,
sin dudarlo; por nuestra
[democracia,
en aras del poder
que a todos satisfaga.
Con una Navidad de odas y
[gracias.
L.A.V.P
Pero, ¿qué pasa con los procesos de Diálogo y Elecciones Libres, nuestro reducto y esperanza?
La Plataforma Unitaria Democrática solicitó al Consejo Nacional Electoral [CNE] permiso para el uso de las instalaciones utilizadas regularmente como centros de votación, y que suman unos 14.000, para la realización de las Primarias, que posiblemente se llevarán a cabo en junio de 2023.
También, entre aspectos relevantes, se prevé facilitar el ejercicio del voto a electores que viven en el exterior. Por ello se ha solicitado al CNE la organización de jornadas de inscripción para nuevos votantes, dondequiera que se encuentren, y la actualización del Registro Electoral, entendiéndose que oscila en siete millones los venezolanos reconocidos por organismos que hacen seguimiento a la Emigración humanitaria.
Jesús María Casal, quien preside la Comisión Nacional de Primarias, aclaró que por ahora no se ha decidido solicitar la asistencia técnica del CNE —punto neural porque el grueso de la Oposición desconfía con razón de la imparcialidad y transparencia del órgano rector—. Explicó, eso sí, que: “Hemos también planteado que una representación de la comisión pueda participar allí [en las jornadas], para procurar que esas actualizaciones puedan llegar hasta las parroquias (1.138 localidades venezolanas)”.
No obstante, la directiva del Poder Electoral, respondió que analizarán las peticiones, sin dar una posible fecha de respuesta.
Se ha informado del trabajo que se adelanta, e igual de los requerimientos financieros que imponen dicho proceso.
En relación al Diálogo en México aún no se ha satisfecho, por parte del gobierno cuestionado, la solicitud opositora, para este diciembre, de la fecha para la próxima ronda de negociaciones.
En el parlamento senatorial de Estados Unidos se ha aprobado por unanimidad [¿?] la ‘Ley Bolívar’ con notable difusión, la misma prohíbe los negocios entre agencias federales y el gobierno cuestionado venezolano, aclarándose que este trato se corresponde con países considerados enemigos de EE. UU.
El senador Rick Scott explicó que la aprobación de la citada Ley muestra el compromiso del pueblo estadounidense para enfrentar a los enemigos cuando amenazan la seguridad nacional.
Por su parte el congresista Michael Waltz, adujo que “Estados Unidos debe tener claro que el régimen de Maduro […] ha ayudado a alimentar la crisis humanitaria que ha llegado a nuestra propia frontera sur”.
Estas circunstancias sobre la crisis venezolana parecen contradecir la posición de EE. UU. Porque lo que se ha visto es casi lo contrario, ya que la Casa Blanca ha negociado en paralelo con Miraflores. No es de extrañar, por cuanto es costumbre la adopción de ambigüedad en la política exterior estadounidense. Pero lo que ensancha la incertidumbre es si ahora la promulgación de esa ley podrá hacer algo más por el retorno de Venezuela a los caminos democráticos, entendiéndose la dificultad que ha habido en el Diálogo.
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