Una vez en un partido de los Bravos de Atlanta observé como el curazoleño Andruv Jones le llegaba tan fácil a un batazo entre dos, con una gran elegancia, como un verdadero ángel de los jardines. Esa imagen me era familiar y no precisamente por el de la isla sino porque durante varios años no sólo jugué a su lado sino que presencié toda su carrera de pelotero y “por estos ojos” que Félix “El Gato” Albornoz, fue de lo mejor que ha tenido Trujillo a la hora de defender el cetrofil. Mejores que el “Gato”, como no, puedo nombrarle a dos para no ir muy lejos, Jesús “Chuchú” Pérez y José Campos. Pero ninguno con la elegancia del personaje que se nos fue en las primeras horas de este año luego de sufrir una penosa enfermedad que lo llevó a la tumba.
Desde su aparición en el béisbol dictó cátedra de fildeo. Su andar comenzó en la década del 60 del siglo pasado. Equipos como Los Criollos del recordado Guillermo Briceño y Su Auto lo tuvieron en sus filas. En el año 1968 próximo a cumplir 50 años fuimos compañeros de equipo en un nacional juvenil en San Felipe. Un conjunto que se las traía con lanzadores de la talla de Antonio Rodríguez, Hemeregildo Terán, Félix “Biaggy” Rivas, José “Kamba” Rendón, Raúl Garcés y además con Arturo Terán, Manuel Maldonado, Carlos Ávila, Hugo Carrero, “El Chivo” Lozada, Rafael Escobar, Gonzalo Estrada, entre otros.
Ahí comenzó la gran carrera de beisbolista y sotfbolista del “Gato “Albornoz. A la agilidad para atrapar globos se le unió después con los años otra característica. Poder ocasional. El Taller Valera, Deportivo Cubita, las selecciones de Trujillo ya en amateur de softbol y béisbol lo llegaron a tener como uno de los “Caballos” repartiendo líneas entre dos y cuando lo ameritaban las ocasiones se montaba en el montículo para sacar de apuros al manager que necesitaba de un lanzador para ese día.
Ayer fue su despedida de este mundo terrenal. Bajo un clima lluvioso le dieron su adiós definitivo, amigos y familiares en el cementerio de San Rafael de Carvajal, adonde se aposentó luego de criarse a las orillas del estadio del barrio El Milagro, colindando con Bella Vista. Su hermano, Jacinto “Torrolo” Linares fue otro gran pelotero, pero, este no fildeaba, se encargaba de frenar a los bateadores en su condición de lanzador.
Fui testigo excepcional de sus hazañas. Estuve muy cerca de sus grandes atrapadas. Me tocó en distintos equipos jugar a su lado como jardinero izquierdo y cierro los ojos para verlo volar con glamour para engarzar una pelota. Parecía un bailarín disfrutando de una ópera shakesperiana. Quizás de ahí mi parcialidad al decir que ha sido lo mejor que ha parido esta tierra de gracias defendiendo los jardines.
ERA UN BROMISTA DE PRIMERA
Siempre estaba pendiente para hacer una de las suyas. En el citado nacional de Yaracuy una vez vimos por la ventana del cuarto adonde dormíamos a un fantasma. Era media noche. Que fantasma ni ocho cuartos. El Gato con una sábana blanca era el “aparecido”. En el mismo evento, escuchamos de mañana unos gritos de Mariano Quintero. Manager de Trujillo. Se cayó de la litera donde dormía. Trató de pararse y estaba amarrado de los pies.
Ya sus bromas tendrá que aguantarlas San Pedro allá en el cielo donde seguramente integrará el equipo de los grandes de la pelota, porque el Gato fue lo mejor, de lo mejor en su posición.
Descanse en paz hermano.