Félix Allueva: Violaciones de los derechos culturales han golpeado el sector de forma progresiva

En la actualidad, no existe en Venezuela una convivencia en el ámbito cultural como en la llamada IV República, donde izquierda y derecha generaron espacios para el arte y la recreación. El rompimiento fue progresivo, según el promotor cultural, Félix Allueva, y aún con la crisis que vive el país en materia de derechos humanos, donde las restricciones en el sector prevalecen, ve posible que ese equilibrio vuelva a materializarse.

Félix Allueva. Foto: Crónica Uno

Por Crisbel Varela/ Caracas. -Félix Allueva, promotor cultural, presentó su más reciente libro El acecho de una silenciosa exclusión, donde expone en 223 páginas cómo las violaciones de los derechos culturales han golpeado a su sector. Aunque el texto se centra en el caso del pop rock, el autor ofrece una documentación que se evidencia en todo el contexto cultural venezolano y de eso habló en entrevista para Crónica.Uno.

El compendio fue presentado el 4 de diciembre en los espacios de la Librería Alejandría, como parte de un intercambio por medicinas a beneficio de los niños, niñas y adolescentes que apoya la organización no gubernamental Prepara Familia.

Allueva afirmó que en la IV República estaban “sobre un sistema, un andamiaje democrático” que, a su juicio, tenía deficiencias y limitantes, pero aún así existía la posibilidad de diálogo e intercambio, lo que fue el escenario propicio para el desarrollo del aspecto cultural de aquel entonces.

“A partir de los años setenta, ochenta y me atrevería a decir que también los noventa, las instituciones culturales y el Estado dieron la posibilidad de que muchos representantes de la llamada izquierda venezolana pudiesen entrar a esas instituciones y tener cargos de alta gerencia. Esto daba mucha apertura porque podía haber manifestaciones de izquierda y derecha e intercambiaban, se encontraban, eso lo hacía rico, llegando a experiencias radicales donde se trataba de subvertir el Estado. Vamos a llamarlo en términos marxistas/capitalistas, se trataba de subvertir y llevarlo a una manifestación socialista. Un poco radical y utópico si se quiere, pero esas cosas pasaron”, relató el presidente de la Fundación Nuevas Bandas, haciendo referencia a lo expuesto en El acecho de una silenciosa exclusión.

Durante el “convivir democrático” –como lo llamó Allueva–, se inauguraron espacios como la Galería de Arte Nacional, el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos y el Ateneo de Caracas, además de la creación de festivales que tenían lugar en las instituciones del Estado.

 

Las restricciones llegaron más adelante y con ellas las violaciones a los derechos culturales. Foto: Gleybert Asencio

“Cuando hablamos de derechos humanos, allí están implícitos los derechos culturales. Tratando de acercarme a una definición, son aquellos derechos que tienen que ver con el disfrute de lo cultural, no solo de lo artístico, sino todo lo que abarca la cultura, que el Estado cree las condiciones propicias para que las manifestaciones culturales se desarrollen y, al mismo tiempo, que puedan llegar a los ciudadanos. Esto implica darle las condiciones necesarias a los creadores para que puedan desenvolver su propuesta artística, crear infraestructuras, mecanismos de distribución, mecanismos de consumo, de difusión, que faciliten el proceso al ciudadano y no limitar el consumo de productos culturales de parte del ciudadano”, explicó el gestor cultural.

Allueva indicó que existe vulneración a los derechos culturales cuando, por ejemplo, determinados artistas no pueden presentar su propuesta a los medios de comunicación por factores como leyes o limitantes comerciales. También hace énfasis en las infraestructuras culturales, donde no le permiten la entrada o presentación a distintas figuras por tener una ideología política distinta a la de quienes están en el poder.

Entre los años ochenta y noventa, los conocidos como “temas incómodos” cumplieron el propósito de expresar la realidad con canciones que abordaban situaciones como la corrupción. Allueva hizo hincapié en temas como “Por estas Calles”, de Yordano, y “Políticos Paralíticos” o “Miraflores”, de Desorden Público.

“‘Por Estas Calles’ era una canción que describía lo que estaba pasando en la sociedad. Decía la cosa está fea, los políticos van por su lado haciendo cosas espantosas y la violencia se está instalando y ‘Políticos Paralíticos’, que era un tema muy jocoso, muy de mamadera de gallo, pero a la vez era un ataque frontal contra los políticos y la corrupción que vivimos fuertemente. También me puedo remitir a los grupos de heavy metal, de comienzo de los ochenta, cuando existían agrupaciones como Arkángel, donde por cierto militaba Paul Gillman, y le tiraban duro al gobierno por la recluta, la violencia, o la lucha armada en América Central. Además estaba La Misma Gente, que era un grupo de hard rock, pero que todas sus letras eran supercríticas al sistema”, recordó el docente universitario.

 

Modelo de control desde Chávez a Maduro 

Cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia (1999) parte del sector cultural se unió a su gestión, pero poco tiempo después muchos se retiraron decepcionados observando como se implantaba con más fuerza un modelo de control, relató Allueva, donde los derechos culturales se vieron golpeados de forma progresiva.

“Si vamos a una primera fase que fue la ‘luna de miel’, cuando Chávez llega al poder, este se muestra como un líder carismático, demócrata y que buscaba la unidad. Se acerca a los diversos sectores de la sociedad y en la cultura eso se percibe (…) Mucha gente se empezó a sumar al modelo y se retiró a los tres o cinco años, pero al principio se unió gente como Tulio Hernández (sociólogo experto en cultura y comunicación) y ahorita es perseguido por el Gobierno. Alfredo Chacón fue otro gran poeta, sociólogo. Se sumó mucha gente de buen calibre, de conexión social, visión democrática. Parte del sector cultural creyó en el modelo, se la jugaron y después empezó la desilusión, comenzó el control con su lineamiento ideológico”, dijo el gestor cultural, quien plasmó esta documentación en su libro.

Félix Allueva, presidente de la Fundación Nuevas Bandas desde el año 1991, dio como ejemplo de primera mano lo que impera en el mundo cultural tras bastidores.

“Entre 2004 y 2005 en la Fundación Nuevas Bandas comenzamos a sentir ese control. No podíamos programar en todos los espacios culturales. Ya para 2005 a 2008 era imposible programar en lugares como el Teresa Carreño, el Celarg, en la plaza al lado de Miraflores, era imposible usar los teatros en el centro de Caracas. Nosotros antes hacíamos festivales en el Teatro Nacional, eso más nunca lo pudimos hacer porque había condiciones, primero una abierta: aquí no entra marca privada. Nosotros, como fundación, nos mantenemos con el aporte de la empresa privada, entonces no podíamos programar allí. Pero había otras cosas que no se decían abiertamente y que todos sabíamos: creían que éramos de derecha y por eso no prestaban los espacios”.

Hoy, la fundación también se ve afectada por la crisis económica, porque la empresa privada ha tenido que disminuir sus aportes. Sin embargo, continúan y esperan volver a la presencialidad el año que viene tras mudarse a lo virtual por la pandemia.

Allueva alerta que en los últimos cinco años, bajo el mandato de Nicolás Maduro, “se ha llegado a niveles terribles de imposición”, pues tampoco se puede hacer uso de los espacios culturales, limitan al sector si no se alinea a los ideales políticos de quienes están en el poder, dejan en la directiva de las instituciones a “hombres de confianza” y no son equitativos con los presupuestos.

 

Lea la entrevista completa en Crónica Uno 

 

 

 

 

 

 

 

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