Nació el 5 de marzo de 1955 en un rancho del 23 de enero, en Caracas, donado por el obrero Abrahán Reyes y su esposa Patricia. Cien alumnos sentados sobre el piso pues no tenían sillas, ni pupitres, ni mesas, fueron los primeros alumnos. Dos jovencitas de apenas quince años y con tan solo sexto grado de primaria, fueron las primeras maestras. Hoy, a sus 67 años, Fe y Alegría evidencia un espíritu juvenil y emprendedor que se crece ante las dificultades y le lleva a refundarse y actualizarse permanentemente para servir mejor a las poblaciones excluidas y pobres en los 23 países en los que despliega sus banderas de educación integral de calidad.
En estos tiempos en que la pandemia ha agudizado la profunda crisis humanitaria, que golpea sobre todo a las poblaciones más pobres y carentes, y dificulta cada vez más el acceso y la permanencia en la educación, Fe y Alegría renueva y alimenta su compromiso inquebrantable en las raíces de su identidad que expresan su nombre y su logo: Fe, Alegría y Amor, que es lo que vocea ese corazón que late esperanza y vida en todos los rincones de Venezuela.
Fe en un Dios que ama a todos y todas y nos invita a construir una sociedad justa y fraternal. Fe en Venezuela, un país maravilloso lleno de potencialidades que debemos convertir en realidades a base de esfuerzo, sacrificio y trabajo. Fe en el pueblo sencillo y generoso que siempre ha creído y acompañado a Fe y Alegría. Fe en la educación como medio esencial para construir un país reconciliado y próspero. Fe en los educadores que a pesar de las dificultades y carencias, no sea rinden y se esfuerzan por dar lo mejor de sí para garantizar educación de calidad.
De la fe activa y comprometida, brota una Alegría serena que es signo de paz interior, y de satisfacción en el trabajo. Como lo ha expresado el Papa Francisco: “Servir a los demás es el camino para conquistar la alegría. Dedicarse a los demás no es de perdedores, es de vencedores. Es el camino para hacer algo realmente nuevo en la historia”. Por ello, Fe y Alegría se esfuerza para que todos sus centros y programas reflejen la verdadera alegría que se expresa en un estilo festivo, sencillo, austero; en un compañerismo cercano y positivo, donde todos se sientan valorados, apoyados y queridos; donde los que tienen poder lo utilizan sobre todo para empoderar, para hacer surgir a los demás; donde se vive en un ambiente de estímulo, de osadía, de entrega, de generosidad, de compromiso, de audacia. Alegría que combate la rutina y la desesperanza y todo lo que ocasiona tristeza, dolor, desánimo, pesimismo.
Junto a la Fe y la Alegría, el Amor que es lo que expresa ese corazón que aparece en todas sus obras y programas y que es su distintivo. Corazón que identifica a personas verdaderamente amorosas que se aman a sí mismas, aman lo que hacen y lo hacen con amor, aman a sus compañeros, aman a sus alumnos, en especial a los más carentes y necesitados. Fe y Alegría entiende que sería una contradicción un centro, un programa, una emisora, con el corazón pintado en las paredes o en las carteleras, y en el que se ha enquistado la rutina, la flojera, el egoísmo, la división, la falta de compromiso y ética. Ni sería coherente ponerse una camisa o uniforme con el corazón de Fe y Alegría y luego mantener conductas rutinarias, individualistas, desestimulantes. Por ello, promueve la pedagogía del amor y la ternura en todos sus programas.
@pesclarin