Fe, dinero y alma en la economía humana | Por : José Luis Colmenares Carías

 

Por : José Luis Colmenares Carías

 

El artículo examina las complejas relaciones con el dinero partiendo de la idea de«Dios proveerá», analizando las conexiones entre el alma, el dinero y las reflexiones del Psicólogo junguiano James Hillman (1997).

 

“Dios Proveerá”

En un mundo donde el dinero se percibe como la principal fuente de seguridad, estatus y poder, la frase «Dios proveerá» emerge como un mecanismo profundamente ligado a la fe y la espiritualidad. Esta expresión redirige la confianza desde lo material hacia lo divino, ofreciendo consuelo y esperanza en momentos de incertidumbre económica. Aunque el dinero es necesario para la vida diaria, el sistema de creencias católicas sostiene que la verdadera provisión proviene de Dios, contrastando con la tendencia de depender completamente de recursos materiales como cuentas bancarias e ingresos para sentirse seguros.

Invocar «Dios proveerá» también representa una decisión, consciente o inconsciente, para evitar la idolatría del dinero y confiar en lo divino. Esta entrega actúa como un poderoso mecanismo psicológico que alivia la ansiedad y el estrés financiero, invitando a vivir con menos miedo a la escasez. Al hacerlo, se facilita enfrentar los desafíos económicos con mayor serenidad y fortaleza.

 

El Dinero en la Esencia Religiosa

Al explorar la conexión entre el alma y el dinero, Hillman identificó imágenes claves que revelan las complejas relaciones y significados asociados a los aspectos emocionales y religiosos manifiestos en La Biblia, como las que se encuentran en los pasajes de: Juan 2:14, Mateo, Mateo 17:24, Marcos 12:13 y Lucas 12:13, por ejemplo.

Estas Imágenes estudiadas por Hillman revelan que la relación entre el alma y el dinero es compleja y está colectivamente arraigada en la cultura cristiana, con implicaciones emocionales y religiosas. En ellas se sugiere con claridad que, aunque el dinero es necesario para la vida práctica, no es el fin último ni la única fuente de seguridad o propósito.

Cielo y Tierra

Desde la perspectiva de Hillman, la narrativa cristiana genera una «conciencia colectiva» que polariza a las personas. Cuanto más se enfoca uno en el dinero, más se involucra en el mundo; en cambio, cuanto más se renuncia a él, más se aísla. Esta relación resalta la tensión entre la búsqueda de lo espiritual y lo terrenal, reflejando polaridades en nuestra relación con el dinero y mostrando tendencias opuestas dentro de nuestra personalidad.

Para Hillman, el dinero no es sólo un recurso material sino una realidad psíquica arquetípica, inherentemente problemática y compleja, lo que implica que su significado y efecto están profundamente arraigados en nuestra psiquis y en nuestras experiencias humanas. Por tanto, al igual que otras dimensiones de la vida —como el amor, el trabajo, la muerte, la sexualidad, la política y la religión— el dinero genera divisiones y oposiciones en nuestra percepción y uso.

 

Un tercero involucrado

Estas polaridades pueden coexistir en nosotros, ya sea de manera consciente o inconsciente, sin ser necesariamente negativas ni representar una lucha entre lo bueno y lo malo. En lugar de eso, pueden interpretarse como un continuo que abarca el «principio y fin de una cosa», un todo que integra partes en conflicto sin ser contradictorias (García 2001).

Aquí, el sentido de ver al dinero como un conector “diabólicamente divino” que, por su naturaleza, siempre traerá consigo desafíos y tensiones, ya que posee un poder dual que impacta profundamente nuestras vidas.

Hillman considera el dinero como un arquetipo que trasciende su función material y se conecta profundamente con la psique humana y el alma. En medio de estos polos, el dinero actúa como una «tercera cosa», sirviendo como un punto de conexión y división entre el espíritu y la materia, y reflejando la complejidad de nuestra relación con ambos.

Finalmente, el autor advierte que al despojar al dinero de su significado profundo y espiritual, la sociedad posmoderna corre el riesgo de caer en una «anarquía financiera», donde se convierte en un objeto sin alma y pierde su valor simbólico. Hillman subraya que esta relación con el dinero es cultural y que su verdadera naturaleza se revela al reconocer su conexión con lo imaginativo y lo arquetipal. Así, el dinero trasciende su función como medio de intercambio, reflejando nuestras aspiraciones, deseos y conflictos más profundos, y se convierte en un elemento esencial en la búsqueda de significado en nuestras vidas.

 

Fuente: https://n9.cl/ujocc

 

 


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