Faustino Ojeda, encuentro con las palabras (I) | Por: Pedro Frailán

 

“… son antiquísimas, son recientísimas (…) Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos (…) salimos perdiendo (…) salimos ganando (…) se llevaron el oro y nos dejaron el oro (…) se llevaron todo y nos dejaron todo (…) nos dejaron las palabras”. Así lo expresó Pablo Neruda en su último libro, Confieso que he Vivido.

 

Las palabras nos hacen autónomos, independientes y libres, siempre y cuando las estemos conjugando con la verdad, valor supremo de la libertad; por ello, este encuentro con Faustino Ojeda refleja el encontrarse consigo mismo para sentirse libre.

Este patriarca de la Calle Arriba del Trujillo tradicional, de la parroquia Chiquinquirá, de las cercanías de La Placita El Carmen, en El Calvario específicamente, vivió el camarada Faustino, el SEÑOR FAUSTINO, así con mayúscula, como le decíamos, porque sobre todas las cosas comprendíamos que era un gran hombre, uno de los grandes hijos de la tierra de María Santísima, un personaje que inspiraba mucho respeto al igual que él sentía por los demás, siempre recuerdo la primera vez que lo traté, estaba sentado en una mecedora releyendo, una vez más, como me lo dijo al Quijote, edición de lujo, ilustrado, color verde, letras doradas.

En primer lugar podemos recordar que Faustino fue un lector de los clásicos de literatura Iberoamérica como éste. También conocía la Ilíada,  la Odisea de Homero, la Divina comedia de  Dante, Cien Años de Soledad y claro que Doña Barbara, Las Lanzas Coloradas, Cubagua, Ifigenia, Mene, daba gusto oír sus comentarios de cada una de estas obras. Para ese tiempo el libro del momento escrito por un venezolano era la Visita en el Tiempo, de Arturo Uslar Pietri, obra galardonada con el premio Rómulo Gallegos en esa edición.

 

En cuanto a literatura trujillana, novelas como Mana Juana de Joaquín Delgado y Drama de honor de Salvador Peña Vásquez, además de conocerlas, nos testimoniaba en la vida real los personas en este caso quien fue Don Hermenegildo, Mana Juana y sus hijas, los hechos que inspiraron a estos autores a escribir estas obras. Cuáles fueron las razones del porqué Salvador Peña Vásquez se pronunciara con esta novela una vez de haber salido de cárcel por honrar el honor de la familia que le había prometido a su padre en su lecho de muerte.

Faustino fue un ícono del Partido Comunista de Venezuela aquí en Trujillo, de la generación de Manuel Olivar, Mario Briceño Perozo, Sabino Braschi, Víctor Valera Martínez,  Arturo Cardozo. Constantemente mantenía una relación de camarada, inspirada en el  manifiesto comunista de Carlos Marx, pronunciado en 1848. Donde la lucha de clases era su constante utopía, ya que él fue fundador de los sindicatos comunistas en el país cuando era trabajador petrolero, había compartido dirigencia con Jesús Farías, nos hacía comentarios de la personalidad de Gustavo Machado, de sus valores políticos y de su capital intelectual.

De otras figuras políticas del Partido Comunista como Miguel Otero, Jesús Sanoja Hernández, mantenía relaciones con Héctor Mujica de la cual sentía respeto y admiración por la calidad del periodismo que ejercía. Aunque en los últimos momentos se sintió decepcionado de su conducta política cuando Mujica renunciara al partido. Afirma “no me gustó para nada lo que hizo el camarada Héctor al renunciar al partido. Pues se hubiera quedado ahí, total si el partido se está acabando, esta decisión aligera la muerte definitiva de la organización”.

Hacía memoria de la posición que mantuvo el PCV en la dictadura de Pérez Jiménez, donde se hizo necesario la unificación de todos los partidos políticos del momento para poder derrotar al dictador y así lograr el establecimiento de la democracia en Venezuela, lamentablemente el PCV, después de luchar contra el régimen no logró estar en el acuerdo de partidos como lo fueron en primer lugar Acción Democrática(AD), COPEI y la Unión Republicana Democrática (URD), por lo tanto los comunistas tuvieron que irse de nuevo a la clandestinidad en esta etapa en democracia.

Sus convicciones políticas eran eminentemente democráticas, de libertad, a pesar de su formación comunista, no compartía con las posiciones autocráticas, autoritarias, mucho menos las totalitarias, ni estaba de acuerdo con las vivencias políticas de algunos países europeos y latinoamericanos que sustentaban su praxis política en el marxismo y que con el tiempo se transformaban en regímenes de fuerzas. Estaba consciente de lo complicado de la filosofía de Marx, por algo lo catalogan como el socialismo científico y que formaría de una sociedad utópica… (Continuará)

 

 

 

 

 

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