FATALISMO Y EL ‘SOFISMA DEL DESIDIOSO’ | Por: Ernesto Rodríguez

 

El eminente filósofo británico Simon Blackburn (nac. 1944) autor del ‘Diccionario Oxford de Filosofía’ (1994) define ‘fatalismo’ como: “La doctrina según la cual la acción humana no tiene influencia en los eventos” (1).

En la antigua mitología griega había tres diosas misteriosas del destino: Las ‘Moiras’, llamadas ‘Parcas’ en la mitología romana, que rigen el hado de los humanos y, según algunas versiones en la mitología, a veces el hado de los mismos dioses.

La palabra ‘Moira’ (del griego ‘parte’), en la mitología griega se refiere a la parte de la vida asignada al hombre y por tanto a su destino, que según los pueblos antiguos estaba fijado desde el nacimiento de la persona. Las Moiras eran hijas de Nix (la Noche) y eran tres: ‘Cloto’, ‘Láquesis’ y ‘Átropo’. La primera era la hilandera, es decir, la que hilaba, imagen del desarrollo de la vida en sus diversas fases desde el nacimiento hasta la muerte. Láquesis era la ‘medidora’ del hilo del destino, la que reparte, la que da a cada uno lo que le toca según la suerte. Dicho en otras palabras la ‘casualidad’. Y ‘Átropo’ era la ‘inmutable’, la que representaba la inflexibilidad de las circunstancias, y por lo tanto lo inevitable de que ocurra la muerte y otros sucesos en el momento fijado. Las Moiras estaban vestidas con túnica blanca y aunque Átropo era la más pequeña de estatura, era la más temible, ya que cortaba con sus tijeras el hilo del destino. Para la etimología de los nombres véase NOTA 2.

En la historia de la cultura y el pensamiento hay narraciones que sugieren que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino.

Por ejemplo, La filosofía ‘Sufí’ se refiere a los místicos musulmanes (Sufís) que desde el año 800 adoptaron prácticas para lograr la unión con Alá. Veamos la famosa ‘Parábola Islámica de la Muerte en Samarcanda’: “El discípulo de un Sufí de Bagdad estaba sentado en una posada un día cuando escuchó a dos personas hablando. Ese discípulo se percató de que una de esas personas era ‘El Ángel de la Muerte’ que dijo a su interlocutor: “Yo tengo varias citas en esta ciudad de Bagdad”. Cuando el discípulo oyó eso se escondió hasta que se fueron. Para escapar a la posible Muerte, ese discípulo alquiló el caballo más veloz y cabalgó día y noche sin parar hasta la lejana ciudad desierta de Samarcanda. Mientras tanto, la Muerte se encontró con el Maestro Sufí de ese discípulo y le preguntó: “¿Y dónde está su discípulo?”. El Maestro Sufí le respondió: Yo supongo que está en su casa aquí en Bagdad, donde debe estar estudiando. La Muerte le respondió: «Pero hay algo que es sorprendente, porque él está en mi lista y yo tengo que llevármelo mañana, pero en la lista dice que no me lo voy a llevar aquí en Bagdad sino en Samarcanda” (3)…¡El discípulo trató de eludir su destino escapándose a un lugar muy lejano pero no pudo eludirlo!.

En las antiguas tragedias griegas también hay casos de fatalismo. Por ejemplo, en la tragedia ‘Edipo Rey’ del gran dramaturgo griego Sófocles (Aprox. 496-406 A. de C.) el Rey Layo de Tebas es informado de que su propio hijo le matará y se casará con su esposa  Yocasta, madre de ese hijo. Entonces, cuando Layo y Yocasta tienen un hijo llamado Edipo, el Rey Layo trata de evadir ese destino tan terrible y deja abandonado al bebé en una colina. Pero Edipo es salvado por un pastor y crece en Corinto creyendo que es hijo del Rey de Corinto. Sin embargo, Edipo se entera de algunos rumores sobre su destino y consulta al Oráculo de Delfos que se lo confirma: Edipo matará a su padre y se casará con su madre. Entonces Edipo se escapa de Corinto para no matar al Rey de Corinto creyendo que es su padre. Pero en una encrucijada de tres caminos se encuentra con Layo y hay una pelea y lo mata. Luego se casa con Yocasta sin saber que es su verdadera madre. Los intentos de eludir su destino no le sirvieron para nada.

Un ejemplo adicional lo tenemos en la Primera Guerra Mundial en la cual había soldados que no se ponían su casco y razonaban de la siguiente manera: “Una bala puede estar destinada para mí o puede ser que no esté destinada para mí. En el caso de que esté destinada para mí, no sirve para nada tomar precauciones porque de todas formas esa bala me matará. Si esa bala no está destinada para mí, entonces no hace falta tomar precauciones porque esa bala no me va a matar. Se considere como se considere, no tiene sentido tomar precauciones”. Pero como muy bien señala Simon Blackburn ese dilema ignora la posibilidad muy probable de que tomar precauciones incide en que la bala esté destinada para ese soldado o no esté destinada (4). Un ‘sofisma’ es una argumentación falaz, engañosa. En efecto, Simon Blackburn en su importante obra: titulada: ‘Pensar’ (1999), analiza el fatalismo y lo que denomina el ‘Sofisma del Desidioso’ que más o menos es lo siguiente: “El futuro será lo que será. Sus sucesos ya están en el útero del tiempo. Por lo tanto no hagas nada” (5). No obstante, la concepción fatalista probablemente es equivocada porque tomar precauciones puede incidir en lo que suceda. El simple hecho de que un soldado se ponga su casco puede impedir que la bala lo mate.

Curiosamente, la concepción fatalista ayuda a algunas personas para sobrellevar una desgracia porque piensan que era inevitable que ocurriera…y dicen cosas como “fulanito estaba en la lista” pero “menganito no estaba en la lista”.

En el caso de la pandemia del Covid, al principio era poco conocida y muchas personas asumían una actitud fatalista y decían más o menos: “al que le va a dar le dará y al que no le va a dar no le dará, por lo tanto no vale la pena tomar precauciones”.

En la historia de la ciencia podemos recordar al astrónomo y matemático francés Pierre Simon de Laplace (1749-1827) que en la ‘Introducción’ de su conocida obra titulada: ‘Ensayo Filosófico Sobre las Probabilidades’ (1814), plantea que si hubiera una inteligencia sobrehumana capaz de conocer la posición de cada partícula en el Universo en cada momento y todas las fuerzas que actúan sobre cada partícula, entonces para tal inteligencia: “Nada sería incierto y el futuro, al igual que el pasado, se presentaría antes sus ojos”. No obstante Laplace solamente recurría a fuerzas físicas materiales en el Universo para explicar el funcionamiento del mismo. Así, cuando Napoleón Bonaparte (1769-1821) le preguntó a Laplace por qué no había incluido a Dios en sus teorías físicas, le respondió: “No tuve necesidad de tal hipótesis” (6).

Por otro lado, en relación a este planteamiento de Laplace, hay que señalar que además de la imposibilidad de conocer la posición y fuerzas que actúan sobre cada partícula, hay que tener en cuenta que Laplace conocía solamente la teoría física mecanicista del físico inglés Isaac Newton (1642-1727), pero actualmente la física cuántica plantea que hay un indeterminismo esencial en todos los procesos físicos, y eso haría imposible una predicción como la que planteaba Laplace.

Por otra parte, el eminente físico británico Stephen Hawking (1942-2018), muy conocido por su severa parálisis corporal (enfermedad de Lou Gehrig) que lo mantenía en silla de ruedas, lo cual no le impidió seguir investigando y aportando mucho, publicó una serie de ensayos sobre muy diversos temas de la teoría y la filosofía de la física. Por ejemplo, este autor predijo que los ‘agujeros negros’ del Universo deberían emitir un tipo de radiación y posteriormente se comprobó que efectivamente emiten un tipo de radiación (la llamada ‘Radiación Hawking’). En el año 1990 Hawking publicó un ensayo titulado: ‘¿Está Todo Determinado?’ (7), en el cual analiza si todos los procesos físicos del Universo están predeterminados o no están predeterminados. Hawking en su ensayo plantea las inmensas dificultades matemáticas para poder analizar y predecir el comportamiento del fabuloso número de partículas del Universo y asevera: “Nosotros no podemos resolver las ecuaciones para el enorme número de partículas involucradas” (8). Al final de su ensayo, Hawking llega a una conclusión ambigua y desconcertante, poco agradable para un lector que desee respuestas simples y precisas. En efecto, Hawking dice: “¿Está todo determinado?. La respuesta es sí, lo está. Pero igualmente podría no estarlo, porque nosotros nunca podremos conocer lo que está determinado” (9).

Después de ver estas concepciones podemos hacer algunas consideraciones. Aunque nunca se pueda demostrar desde un punto de vista científico y físico que el fatalismo es irreal, en la vida cotidiana tenemos motivos para pensar que es irreal y que el ‘Sofisma del Desidioso’ es equivocado. La experiencia nos indica que el Universo es ‘legaliforme’, es decir, se rige por leyes físicas que el hombre puede conocer. Eso le permite predecir con gran precisión muchos eventos naturales, como por ejemplo los eclipses solares. En otros casos es muy difícil hacer predicciones precisas, por ejemplo con las situaciones climatológicas, porque hay muchas variables involucradas. Entonces desde un punto de vista empírico tenemos motivos muy poderosos para creer que lo que nos ocurra en la vida depende en cierto grado (no totalmente) de lo que hagamos. El fatalismo probablemente es equivocado y además conduce a una resignación ante todo lo que suceda. Pero las personas no deben resignarse y deben tratar de ser protagonistas de su propia vida y destino por medio del conocimiento de la ciencia y las leyes naturales.

NOTAS: (1) Pag. 137 en Simon Blackburn (1994) ‘The Oxford Dictionary of Philosophy’. Oxford Univ. Press (2) ‘Cloto’ del griego: ‘Klotho’, de ‘Klothein’: ‘hilar’. ‘Láquesis’ del griego ‘lankhatein’: ‘obtener por casualidad’ y ‘Átropo’ del griego: ‘Atropos’: ‘inexorable’, porque ‘a’: ‘no’ y ‘tropos’: ‘cambiable’, es decir, ‘Átropo’: ‘inmutable’. Tomado de Pags. 48, 49, 383, 386 y 397 en Robert Graves (1960 revised edition). ‘The Greek Myths’. Two Vols. Penguin Books. Etimologías obtenidas también de ‘The American Heritage Dictionary of the English Language’, (Fourth Edition, 2000, Houghton Mifflin Co.) (3) Pags. 110-111 en Simon Blackburn (1999) ‘Think. A Compelling Introduction to Philosophy’. Oxford Univ. Press (4) Pag. 137 en Simon Blackburn (1994) ‘The Oxford Dictionary of Philosophy’. Op.Cit. (5) Pag. 112 en Simon Blacburn (1999) ‘Think’ Op. Cit. (6) Sobre estas consideraciones de Laplace, véase Pag. 392 en ‘Encyclopedia of Philosophy’, Vol. 4, Edited by Paul Edwards (Editor in Chief). Macmillan Publishing Co. (7) Pags. 127-139 en Stephen Hawking (1993) ‘Is Everything Determined?’, en Stephen Hawking: ‘Black Holes and Baby Universes, and Other Essays’. Bantam Books. Ensayo publicado originalmente en el año 1990. (8) Pag. 138 en Stephen Hawking, Op.Cit. (9) Pag. 139 en Stephen Hawking, Op.Cit.

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