Nueva York, 8 dic (EFE).- Muchas flores, manzanas -en honor al sello discográfico fundado por The Beatles-, una lámpara de gas junto con el mensaje «llamas de esperanza» son algunas de las ofrendas que los fans de John Lennon han dejado en el mosaico homenaje «Imagine», un hito en el piso de Central Park de Nueva York donde cada 8 de diciembre se conmemora la muerte del artista.
Lennon vivía en el edificio Dakota, a tan solo unos metros del mosaico, y fue cerca de su casa cuando Mark Chapman asesinó al cantante con un revólver hace 43 años.
Chapman ha estado en prisión desde que se declaró culpable de asesinato y sus innumerables solicitudes de libertad condicional han sido rechazadas gracias, en parte, a cartas de la viuda de Lennon, Yoko Ono, quien sigue viviendo en el mismo edificio Dakota y pasea a menudo por el parque.
Hoy sonaban en este rincón de la Gran Manzana -que siempre tiene de fondo la banda sonora de la trayectoria de Lennon interpretada por artistas callejeros- grandes clásicos cómo ‘Let it be’, ‘Imagine’, ‘Hey Jude’ o ‘Strawberry Fields Forever’.
Nick Piccora, guitarrista amateur que desde hace 15 años siempre se acerca a esta zona de Central Park bautizada Strawberry Fields el día del cumpleaños y muerte de Lennon, dice a EFE que pese a que la gente disfruta con todas las canciones «la energía cambia» cuando los músicos tocan temas como «Hey Bulldog».
«Todo el mundo se conecta cuando cantamos las canciones (…) Para mí eso es la belleza. Tenemos esta conexión compartida por la música de una banda que no ha estado junta desde hace más de 50 años. Es algo muy extraño, pero muy poderoso», anota el neoyorquino.
Piccora tiene 29 años y descubrió The Beatles de la mano de su profesora de música en la escuela primaria.
Un fan llegado desde Rusia
Más mérito tiene el esfuerzo de Oleg, que vino desde Rusia expresamente a tocar la batería vestido con el mítico traje rosa de Ringo Starr y una baqueta que el propio Ringo le regaló, según asegura.
Una de las cosas que más le gusta de esta reunión anual a Oleg es el ambiente de «paz» y «amor» que se respira.
Entre los que escuchan a los músicos se pueden ver tanto sonrisas como lágrimas. Nora Salazar, una turista mexicana, ve el espectáculo subida en un banco con la esperanza de que pronto suene «Imagine».
Salazar había visto esta reunión por la televisión en muchas ocasiones y siempre pensó: «me gustaría poder ir».
«La vibra es muy relajada, con mucho cariño al artista y al legado (…) Hay papás con sus niños, hay abuelos y todos quieren tomarse una foto y querer ser parte de algo en este momento», dice a EFE Salazar, quién tenía solo dos años cuando la banda se separó y unos diez cuando mataron a Lennon, pero que se enamoró de la obra de The Beatles rebuscando entre los discos de su madre.
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