Los problemas que vive el pueblo venezolano parecen el cuento de nunca acabar. Un país “rico” pero con su gente rogando para que les vendan gas, comida, para que no le quiten la electricidad ni el agua. ¿Es esa la felicidad suprema? Madres y padres haciéndole guardia a un camión de gas para atravesárseles e implorar que les vendan una bombona, mientras hay un mar de gente esperando en el centro de distribución para hacer lo mismo.
Terminó la Semana Santa, pero el calvario que vive el pueblo no se acaba. Por el contrario, parece que crece más y más. La gente pasa semanas sin el servicio de gas licuado, en el caso específico del municipio Pampanito, ayer lunes, familias de varios sectores como Villa Hermosa, La Floresta y la urbanización Los Ríos salieron a trancar el eje vial, “estamos cansados de cocinar con leña, ante la falta de gas” dijeron.
Las barricadas ahora se hacen con los cilindros vacíos, cada persona carga con su bombona para dejar constancia de que no tienen gas. Aunque hagan sacrificios para comprar comida no pueden cocinarla porque el Estado no está cumpliendo con la gente, ahora hasta para cocinar se está limitado, porque el gas no se consigue fácil; algunas veces porque no hay suficiente para todo el mundo, y otras, porque las bombonas cada día suben de precio y hay empresas que las cobran con efectivo. Por todas partes el pueblo está afectado.
Las mujeres en la protesta, comentaron que están enfermas por cocinar con leña, asimismo ocurre con los niños, y no conforme con eso, no hay medicamentos para tratar los problemas respiratorios que causa el cocinar con leña. “En lugar de avanzar cada día estamos retrocediendo, no hay gas, no hay luz, no hay comida, y lo único que saben es mandarle la policía al pueblo para amedrentar, para ofrecer gas del bueno” dijeron ¿hasta cuándo vamos a soportar este calvario? se preguntan las mujeres amas de casa, que dejan la tranquilidad de su hogar para salir a las calles a protestar para exigir la venta del gas.
La cruz del gas pesa cada día más
Levantarse, encender la cocina y que no haya gas para preparar el café, el tetero, las arepas y todo lo que hace falta día a día para subsistir, es uno de los dramas constantes a los que están sometidas las familias trujillanas, y no por descuido, sino porque no hay una buena distribución de gas, hay gente que tiene su bombona en cola hace más de un mes y nadie da razón. Al que todavía le queda gas, cocina con el temor de que en cualquier momento se apague la llama. Esto es una calamidad que parece volverse rutina para muchos, e incluso un negocio redondo para otros, quienes hacen su agosto en diciembre con la necesidad del vecino. ¿Hasta dónde nos han llevado?