Por Wincarlys Ramos /Crónica Uno
Caracas. En promedio los familiares necesitan $300 al mes para la manutención de sus seres queridos en los calabozos policiales, según Una Ventana a la Libertad (UVL). El dinero va destinado esencialmente a la alimentación, agua potable, pasaje, productos de higiene personal y de limpieza para las celdas, dado a que estos recursos no se proveen en la mayoría de los centros.
A juicio de Magaly Huggins, investigadora de UVL, cada vez es más difícil atender y visitar a un recluso en los centros de detención preventiva. Agregó que las familias deben pagar para visitar y poder ingresar la comida (en su mayoría de forma diaria) a los privados de libertad.
El monto para las visitas ronda entre los tres y cinco dólares y estas duran cinco minutos.
“Todo se paga y todo se paga en dólares. La extorsión es permanente. Entonces no hay qué comer en la familia porque todo hay que pagárselo a los guardias”, dijo Huggings.
En ocasiones también son los mismos familiares quienes gestionan el traslado para que los detenidos se presenten en los tribunales o fiscalía. Por lo tanto, el costo que deben asumir puede ser mayor si hay más de una persona detenida del núcleo. Además, hay familias que pagan honorarios a abogados privados.
Víctima por parentesco
Para Huggins el familiar del detenido es quien más padece, por las condiciones y la desatención en la que están los calabozos hacen sacrificios para intentar mantener sanos a los privados de libertad.
De acuerdo con Una Ventana a la Libertad hay 17.481 personas detenidas en los centros de detención preventiva, de los cuales 15.708 son hombres y 1773 son mujeres.
El informe Familias de los detenidos en centros de detención preventiva: víctimas por parentesco de UVL expone que los más allegados de los detenidos sufren consecuencias psicológicas, la más común es la depresión. El retardo procesal y el irrespeto al debido proceso también profundizan la afectación psicológica en las familias.
“La tristeza también predomina en el resto de la familia de la persona detenida, es decir la familia en general, a veces unos más y otros menos, pero la tristeza abarca a todo el grupo familiar. También se hacen presentes la rabia, el miedo y la depresión”, indica el informe.
El reporte de Una Ventana a la Libertad señala que 35 % de los detenidos llevan entre dos a tres años privados de libertad en los calabozos. Es decir, estas personas permanecen detenidas aún sin ser condenadas ni trasladadas a una prisión, pese a que el plazo establecido por ley para la prisión preventiva es de máximo 48 horas.
El Código Orgánico Procesal Penal establece que ninguna persona puede ser condenada sin un juicio previo, oral y público realizado sin dilaciones indebidas.
Humillación
Huggins alegó que a la hora de la visita las requisas se convierten en un verdadero drama. Los familiares reciben un trato indigno, particularmente las mujeres.
“La familia es agredida y humillada por los guardias y eso es ilegal. Pero para ellos todos somos delincuentes. El que va por un familiar o el que va por un amigo. Y el maltrato por venganza, si la familia dice algo, si protesta, si se opone, si le dice algo al guardia”.
Sostuvo que las visitas no tienen ni siquiera un espacio destinado para ello. Recordó casos en los que las familias deben conversar en las escaleras de los calabozos y no les permiten una adecuada convivencia.
Insalubridad
Una Ventana a la Libertad documentó que las principales enfermedades en los calabozos fueron escabiosis o sarna (45,68%) y las complicaciones respiratorias (como ocurre con la tuberculosis) que representan el 30,86%.
En el caso de la tuberculosis, Huggins expuso que se presenta por el hacinamiento en el que están las personas dentro de las celdas, las cuales superan su capacidad de albergue.
“Los centros de detención preventiva son un despelote. Llenos de cucarachas, no tienen baños, hacen sus necesidades en potes. Los detenidos están amasijados. Además, el mal olor, apenas se abre la puerta del centro de detención preventiva ya sale el olor”.