El crecimiento del sector agrícola y pecuario que tuvo su despunte en la década de los 80, ha ido en declive en los últimos años de este nuevo siglo y hoy día, ante la crisis económica, las fallas en el sistema eléctrico y la distribución de combustibles que se vive en el país, está “a pique” y mantiene en jaque a los productores venezolanos.
La producción
podría ir a cero
Jorge Buitrago, quien es productor de hortalizas en el estado Mérida, considera que la producción en cualquier momento podría “irse a cero” y desatarse “una hambruna” en el país, pues el poder adquisitivo del productor es prácticamente nulo, a lo que se suma la falta de productos y el alto costo de los mismos.
La situación que afrontan los productores de la región andina es la misma en el resto del país, dice Buitrago, quien asegura que la escasez de gasolina la cual se ha agudizado tras la llegada de la pandemia del Covid-19 a Venezuela, ha cercado aún más las posibilidades de que los trabajadores del campo puedan cosechar para comercializar sus rubros.
Para poder sacar una cosecha de papas, zanahorias o cualquier otra hortaliza se requiere de una serie de insumos que cuesta mucho conseguir aquí y para adquirirlos se deben movilizar, como en el caso del productor Jorge Buitrago, hacia la frontera con Colombia; pero, ante la dificultad de poder surtir los vehículos de combustible, se hace imposible producir. Esto, sin contar con lo arduo que resulta conseguir dólares o pesos para comprar los insumos porque no hay circulante y, además, su precio es cada vez más elevado.
“La inflación aquí es diaria en el precio de los productos químicos. En la frontera tienen una estabilidad los precios, pero con el elemento gasolina cómo se traslada uno, si ya no podemos ni movilizarnos en el territorio nacional y ahora tenemos 30 días más de cuarentena”, comentó.
El déficit de gasolina, que es el motor que mueve a este sector, podría llevar a una paralización de la producción, pues al no contar con el combustible ¿cómo sacamos la cosechas?, se preguntó Buitrago quien puso como ejemplo a los productores de los Pueblos del Sur de Mérida, que están a 4 y hasta 6 horas de viaje del centro de la ciudad y han tenido – según dijo- pérdidas millonarias por este problema. “Es imposible trabajar así”.
Por eso considera que “aquí lo que viene es una escasez total de productos y alimentos, lo cual podría originar alguna reacción por parte de la sociedad”.
Con la inflación que afecta la economía venezolana estamos sufriendo – dijo – porque allá en Colombia es donde podemos surtirnos, porque lo poco que hay aquí en el país no lo podemos adquirir. “De todas maneras estamos mal así consigamos productos, pues no hay poder adquisitivo, no hay circulante, para comprar es en dólares porque aquí ya nadie quiere vender en bolívares”.
Con el tema de la gasolina no se les ha brindado solución. El Ejecutivo nacional estaba haciendo un censo de productores para equipar sus vehículos de combustible con un salvoconducto diario, “pero si no tienes una carga de papa, cambures o lo que sea que justifique sobre el camión o cualquier unidad, no tienes gasolina, eso es limitado, 10 o 15 litros dependiendo la distancia para que lleve su producto”, aseguró.
Para Buitrago, este sector, que es uno de los primarios dentro de la economía venezolana, ha resultado el más desfavorecido porque no están pensando en el productor sino solo en el intermediario, el que carga en su camioneta el producto, “por eso es que pienso que si seguimos con esta situación la producción se puede ir a cero”.
Aunado a estos problemas, la crisis en el sistema eléctrico también afecta a los campos de Venezuela, pues es un servicio de primera necesidad en el sector agrícola.
Sin apoyo
La crisis del sector agroproductor, se origina en el año 2002, dice Jorge Buitrago, quien también se gana la vida como abogado.
En Venezuela –rememoró – el desarrollo agrícola y pecuario comenzó en los años 80, cuando se crearon diversos organismos que fueron los encargados de regir las políticas agrícolas de forma eficaz.
Los productores contaban con aportes crediticios a través del Instituto de Crédito Agrícola y Pecuario (Icap); el Instituto Agrario Nacional (IAN), que dirigía las políticas de tierra; de igual forma Foncafe, Foncacao, Inagro, Fonaiap y Corpoandes, entre otras, pero “eso de un plumazo se acabó en el 2002 y eso originó la catástrofe que tenemos ahorita en el sector agrícola y pecuario”.
Como ejemplo mencionó a los organismos nacionales que otorgaban créditos para la infraestructura y la planificación de la siembra, “pero ese apoyo ya no se le da al productor venezolano, eso se acabó”. Sin embargo, destacó que el único organismo que, pese a todas las dificultades y con el poco presupuesto con el que cuenta, otorgado por el Gobierno nacional, está dándole la mano al productor merideño es el Fondo Merideño para el Desarrollo Económico y Sustentable (Fomdes), organismo dependiente de la gobernación de Mérida, que se preocupa por ayudar al trabajador del campo.
Estos institutos fueron eliminados por el presidente del momento, sin tomar en cuenta la importancia que los mismos representaban para la producción alimentaria del país.
Quedaba entonces activa para la comercialización de los insumos agrícolas la empresa Agroisleña, “la cual posteriormente fue expropiada por el Gobierno nacional para terminar de hundir al sector agrícola y ganadero”.
Con la desaparición de estas instituciones la producción nacional fue disminuyendo, todo comenzó a hacerse más difícil, dice Buitrago, quien al hacer un rápido análisis considera que la merma de la producción desde esos años hasta la actualidad alcanza un 70 por ciento aproximadamente. “Es la naturaleza que es tan benévola, que usted va a los mercados y todavía ven productos del sector, con toda la crisis que hay esto es un fenómeno natural, aunque parezca mentira, pero es la mano de Dios metida ahí”.
Desasistidos
Buitrago asegura que el sector rural está desasistido, ya que las vías de penetración agrícola están en pésimas condiciones. “Por parte del Gobierno nacional mas nunca enviaron una máquina para aplanar o quitar un derrumbe, lo que hacían antes las instituciones dedicadas para eso, para atender la infraestructura agrícola, desaparecieron, el productor está desamparado totalmente”.
En cuanto a la importación de semillas, esto es un beneficio del que ya no disfrutan desde hace varios años. “El gobierno más nunca trajo semillas importadas, hace un tiempo trajo un lote desde Canadá que contaminó la tierra, porque venía infectada; yo fui uno de los afectados con ese problema”.
Trujillo también padece
Wilmer Albarrán, quien es productor de caña de azúcar en la denominada zona baja del estado Trujillo, en la localidad conocida como El Cenizo, habló de los problemas que enfrentan los productores trujillanos y aunque en menor proporción, la escasez de combustible es el denominador común en ambos estados.
“Está muy fuerte aquí el problema de la gasolina. Si se surte de gasolina, pero no todo el tiempo, mayormente se está surtiendo es para la comercialización de los productos con salvoconducto, pero si hay problemas”, dijo.
Hasta ahora, contó, no hay reportes de pérdida total de cosechas, pero producir los diferentes rubros es una tarea titánica, pues también se han visto afectados desde hace unos seis meses con los altos costos de los insumos agrícolas.
“Yo le voy a decir la verdad, la adquisición de los productos prácticamente se está haciendo bajo perfil, porque casi no se encuentran. En los establecimientos dedicados a la venta de estos productos casi no hay”, expresó.
¿Y los precios son muy altos?
Si, altísimos, altísimos. Recientemente un productor amigo tuvo un problema con una siembra de ají que le cayó plaga y fue imposible comprar los productos que requería por el costo, ya que además de pagarlos de acuerdo al valor del dólar paralelo, cuesta mucho conseguirlos, “porque se encuentran por terceras personas o revendedores, no en los comercios establecidos para ello; a veces los productos no vienen ni siquiera sellados y otras son adulterados”.
Albarrán precisó que el precio de los agroinsumos es afectado por la inflación y el producto que hoy puede comprarle a un revendedor a 30 dólares, porque son comercializados en moneda extranjera, ese mismo producto cuando lo vuelva a comprar puede estar en 35 o en 40 dólares.
“Casi el 100 por ciento de los productos se está comprando en dólares no en moneda nacional y el dólar va en alza cada día más y eso es un problema grave; nadie quiere vender en moneda venezolana y nosotros los productores no vendemos en moneda extranjera, tú arrimas una caña en un central azucarero y el central te liquida en bolívares no en dólares”, indicó.
La situación que afrontan ha sido discutida en reuniones y se les ha hecho saber a los entes competentes, sin embargo hasta ahora no hay solución.
Asegura Albarrán que la escasez de combustible también ha influido en el alza del precio de los productos agrícolas.
La llegada del Covid-19 a Venezuela ha afectado considerablemente la comercialización de la producción agrícola en el estado Trujillo.
Albarrán, quien también es dirigente de la Federación Campesina de Venezuela, de acuerdo al reporte que han tenido la comercialización se ha hecho más irregular, hay menos compradores y, por ende, el productor disminuye sus ganancias debido a la baja en la demanda. “Hasta ahora no se han perdido cosechas, pero la demanda es menor; hay que regatear los precios debido a que no hay transporte para poderlos vender y así no perderlos”.