La falla en la cantidad de unidades de transporte público que se encuentran operando en la entidad, sobre todo en las que cubren rutas interurbanas, ha obligado a los conductores de aquellas que se encuentran activas, a realizar viajes directos hacia los municipios adyacentes a la capital, sin realizar paradas en la vía para evitar que viajen más pasajeros de los que habitualmente llevan.
Esta situación ha ocasionado que el traslado de los tachirenses se vea limitado y tengan que realizar largas filas de espera en las paradas establecidas en el Centro de la ciudad para cada uno de los destinos.
Uno de los problemas que inciden directamente con la falla de unidades; además de la escasez de repuestos y alto costo de los mismos, es el suministro irregular de combustible, pues son muchas las horas que pierden los choferes en cola para poder llenar el tanque.
Un conductor de la línea Cordero que se identificó como Andrés, explicó que “son muchas las unidades que pierden medio día en cola; además de las que están dañadas, entonces nosotros cubrimos la ruta solos y somos menos de un 30% diariamente”.
De igual forma, señaló que la situación los ha llevado a no pasar por algunos sectores, “uno iba hasta diferentes puntos de Andrés Bello no solo hasta Cordero como tal; ahora solo redujimos la ruta porque no tenemos casi carros y como nosotros, así están muchos, hay otros que agarran directo y ni a Táriba entran que es peor”.
Por su parte, Wilmer Becerra, de la línea Palmira, explicó que para dicho sector solamente están trabajando un promedio de 40 unidades de las 102 que integran la organización, y esto es porque la mayoría están fuera de servicio.
“En las tardes solamente estamos cargando directo desde aquí a la parada, en horas pico también, medio día porque se pone el carro full y pues no cabe más gente; uno va derecho y ya no para en la vía (…) no entramos a Táriba porque nos vamos por la autopista y es hasta más rápido para el usuario; pero como no entramos, ponemos un carro en Táriba para que cargue hacia arriba hacia Palmira, Caneyes, La Blanca, o el sector que requiera pues”.
El precio de los pasajes también les afecta, ya que según indicó, la carrera corta debería valer como mínimo 550 bolívares para ellos poder costear el funcionamiento de la unidad; sin embargo este precio debería actualizarse mensualmente, según esté la inflación.
“Además, otro problema es que también hay gente que no paga lo que se pide y no nos da para el gasto del carro (…) la inseguridad es el otro problema que nos aqueja porque todos los días nos roban, necesitamos más seguridad, agente policiales en la vía porque a veces uno tiene un problema, y cómo lo soluciona si no se los consigue en el camino”.
El pasajero es el afectado
Para los tachirenses consultados, la situación solamente afecta al pasajero, pues el chofer “no deja de tener ingresos” mientras que ellos no consiguen cómo movilizarse para llegar a sus puestos de trabajo o retornar a casa, pues si no agarran la ruta en su parada, no pueden abordarla en otro punto.
Para Manuela Uzcátegui, habitante de Capacho, la situación podría estar empeorando por una fuga de unidades de las diferentes zonas del estado hacia la frontera, ya que es mucho más rentable hacer viajes hacia los municipios Bolívar o Ureña por el precio del pasaje.
“Muchas unidades se fueron para la frontera, allá la gente les paga más y como casi siempre vienen personas a comprar comida, pues la demanda del servicio es mucho mayor; además que yo creo que también van a pasar el combustible, entonces ya uno no sabe por qué es”, explicó.
Asimismo, indicó que los pasajeros que toman la unidad de transporte en la parada de su línea y desean quedarse en la vía, “por ejemplo en la avenida Carabobo, la gente los insulta y ya hay buseteros que preguntan para dónde va uno antes de montarse, y dicen si sí lo dejan subir o no, eso no debe ser”.
Para Juan Salcedo, habitante de Cordero, esperar transporte público para su trabajo es un “martirio”, pues son muy pocas las unidades que bajan desde dicha localidad hasta San Cristóbal y viceversa, por lo que en ocasiones tiene que recurrir a pedir “cola” a sus vecinos.
“Yo entro a las 8 de la mañana al trabajo y por lo menos salgo de la casa una hora y media o dos, porque la verdad es que uno no sabe a qué horas va a pasar la buseta. Para regresarme tengo que venirme más temprano de lo normal; claro, si el jefe está de buenas, porque me toca caminar hasta el terminal para no gastar otro pasaje y agarrar la unidad, pues hacen ruta directa, no paran (…) uno a veces le dice a los vecinos que lo traigan, pero ni así porque tampoco hay gasolina para ellos”, lamentó.
Indicó que las horas más críticas son las pico, cuando hay más flujo de pasajeros, “si uno no la agarra en la parada, no se sube, no la agarra… eso era antes, aquí todo el mundo que va para Cordero tiene que venir para acá”.
Una joven que se identificó como Salas, habitante de Palmira, considera que la situación debería ser corregida, pues son pocas las unidades que prestan el servicio y muchas las personas que viven para los sectores aledaños a la capital.
“Aquí uno, el de a pie, el que no tiene carro, es el que sale perjudicado porque ni al Gobierno ni a los transportistas les importa si uno tiene o no cómo moverse. Alguien tiene que interceder por nosotros porque nadie hace nada”.