Expectación venezolana: ante la fecha comicial 25/5/2025 y la reforma constitucional | Por: Luis A. Villarreal P.

 

Por dónde empezar, a ver. Podríamos argüir algunas frases de los saberes del pueblo y la retórica popular, tratando eso sí de ajustarlas a las circunstancias buenas o no tanto por las cuales estemos pasando; siempre acompañadas de optimismo, buena fe y mucho aguante. Probablemente, con el riesgo de ser etiquetados de indignos, contradictorios o masoquistas.

No obstante, lo necesario y perentorio es alejarse del pesimismo, la pasividad, y de la equivocada idea de acudir al insulto y la violencia en las calles o en las redes sociales; y sobremanera, de todo lo referido a la desmovilización, porque se trata de ejercer la democracia participativa y protagónica.

Con pensamientos negativos no se debe ir ni a misa, porque a la liturgia —a una oración— se asiste con devoción y fe, con la firme convicción de facilitar la intervención divina; por si acaso Dios observa comprensivo en nuestra actitud el genuino deseo de ser parte de la solución —al querer hacer— y no del problema, por estar de brazos cruzados.

Entonces, hemos de comenzar por sentirnos conscientes del paisaje ‘veraniego‘en el cual interactuamos, políticamente hablando y en términos de política cambiante, con vientos soplando desde dentro y desde afuera. Igual, lo están asumiendo los diversos contendores argumentando sus razones. Al decir esto no se busca sorprender, no; porque en Venezuela sendos caminos han sido transitados.

Quienes piensan en no participar en las elecciones 25/5 deben informar qué otra opción existe, con mayor unidad y disciplina, para evitar dispersión opositora

A la última elección fuimos sin observar congruentes condiciones.  Hoy, quiéranlo o no, ya se está deshojando la margarita para decidir incorporarse a la ruta electoral pautada —a lo mejor insegura y llena de presagios contraproducentes—, pero tratando de asumir el reto ciudadano y político; y no quedarse fuera del ring electoral.

A la ‘unidad’ opositora le corresponde oír, inmiscuirse, pronunciarse paso a paso. No con el simple conformismo de alcanzar ciertos cargos o curules, sino de reafirmar su presencia nacional junto al electorado.

Al asumir las reales circunstancias, y no tener otra opción plausible y viable, pues sin necesidad de tanta sapiencia debe acordarse trabajar lo más unidos que se pueda con lo que se tenga a disposición. ‘La peor diligencia es la que no se hace’, y luce lógico frente al supuesto de seguir creyendo en soluciones sin asidero, a la vera del camino. Bajo la premisa de ‘más vale pájaro en mano que cien volando’, estaríamos en algo concreto; de no ser así, entonces acostémonos y esperemos la precisa.

Desde hace años hemos advertido habernos quedado en el reducto electoral y sugerido asumirlo como trinchera de lucha opositora. Eso se ha hecho y no ha cambiado

La Comunidad Internacional así lo sugirió y podría reiterarlo. Sumando los esfuerzos de diálogo —aun con el escepticismo prevaleciente—, esas dos variables, ruta electoral y diálogo, han sido el ámbito donde se ha podido maniobrar en la búsqueda de soluciones a la crisis política.

El electorado las ha asumido como posibilidad de lucha; y es a través de ellas donde se debe seguir accionando, aunque los objetivos parecieran postergados. Esto aplica para la cruzada eleccionaria municipal, estadal y nacional legislativa, y de la reforma constitucional, en puertas. Sin otras opciones tangibles y viables, declinar de la ciudadanía con abstención es desacertado. He aquí la enorme responsabilidad de quienes sí pueden empalmar las aspiraciones en el ámbito opositor, por su estatura ante el pueblo que espera por sus definiciones y aciertos electorales.

Participar, es lo que queda

 

Qué más deberíamos

hacer, si ejercer la ciudadanía

en todos los sentidos

es la única salida

para esta Venezuela tan querida.

 

Pero, peros no faltan:

cuando unos proceden de un modo,

                                               [otros

se oponen y rechazan; 

y esta verdad, tan solo

caracteriza el accionar del lógico

 

disentir del demócrata;

lo que, libres de odios e insultos,

                                        [hemos

de practicar. No hay fórmula

mejor de entendimiento

nacional: en paz, seguir procediendo

 

sin rechazar a priori,

y menos si no hay opciones a la vista.

Es realismo móvil;

antes que a la deriva

quedarnos, lamiéndonos las heridas.

                                            L A V P

Tanto en la ruta electoral como en el diálogo —eventos para muchos, comprensiblemente, pura pérdida de tiempo—, en su desarrollo, suelen producirse otras posibilidades y circunstancias; siempre y cuando se ‘involucren’ o concursen personas deseosas de cambiar el panorama a favor de todos; aunque hasta ahora no se hayan hecho sino dignos y prometedores intentos y haber llegado al nivel donde nos encontramos en la búsqueda de una mejor Venezuela.

En este sentido trotan, sin distingo y con su respectivo credo, las diferentes tendencias y ofertas electorales, sin lugar a dudas. Igual pasa en otros centros de poder gravitando sobre Venezuela reacomodando sus posturas. Obvio es pensar —sentido común— en adecuarse a la dinámica política; es decir, a las circunstancias; sin llegar a pensar en la auto profanación de valores e ideales, o de tirar por la borda todo lo que se ha ganado; sino, más bien, en la obligante asertividad.

Desde ahora no se sabe quiénes fomentarán el cambio necesario. En medio de amenazas draconianas, solo participando estaremos enterados y con la esperanza de encontrarnos superando las barreras.

 

 

 

 

 

 

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