Las precisiones de Juan Guaidó, sobre la fecha de ingreso de la llamada ayuda humanitaria, han colocado la situación venezolana actual en el cenit de su mayor peligro hasta ahora. La directiva de la AN pareciera decidida a producir, desde ya, el quiebre del apoyo militar a Nicolás Maduro y por tanto su salida o a iniciar la confrontación armada de una vez.
El gobierno hasta ahora ha evadido acciones que apresuren este desenlace. No ha impedido la realización de manifestaciones y concentraciones multitudinarias en todo el país, no ha perseguido ni apresado a los líderes insurrectos, no ha recurrido al hostigamiento de los opositores con sus paramilitares, no ha clausurado la Asamblea Nacional y no ha actuado para impedir el funcionamiento de la embajada gringa. Se ha limitado a la lucha en el terreno político, diplomático y propagandístico y a mostrar su disposición, cierta o falsa, a establecer un diálogo, que en este momento parece muy improbable.
El gobierno no ha podido responder con movilizaciones masivas de sus partidarios, pues carece totalmente de este apoyo, el cual no ha podido ser escondido ni con los montajes de VTV. La inmensa mayoría de la gente no quiere a Nicolás Maduro. No resiste la situación caótica existente en todos los órdenes de la vida y anhela un cambio, que espera sea para mejorar su situación de vida. Con razón o sin ella, la lucha política se ha desplazado hacia la salida inmediata de Nicolás Maduro. La oposición de la AN, con el apoyo incluso militar de los principales países del mundo, se siente triunfante y trabaja para imponer su agenda de tres puntos: salida de Maduro, gobierno de transición y elecciones. No está dispuesta a ninguna negociación que retarde la salida de Maduro; se prepara para la caída y mesa limpia.
El régimen no puede salvar al Presidente; su salida parece cantada. Esto no significa que ya esté completamente derrotado y no esté en condiciones de seguir luchando, pero, si lo hace en los términos que están planteados y que, repito, ha venido evitando, el costo de todo tipo para ellos y para el país será sumamente trágico. Un excelente artículo de Víctor Álvarez, publicado recientemente por Panorama (https://t.co/YpvX7Yqfxs) nos describe todos los escenarios posibles, a partir del cumplimiento por la oposición de su amenaza de hacer ingresar la “ayuda humanitaria” el próximo 23 de febrero. Es muy difícil para el gobierno de Maduro “hacerse el loco” ante el ingreso de un convoy supuestamente cargado con alimentos y medicamentos y, mucho menos, si se pretende que su custodia sea extranjera, armada o militar. Sobre todo cuando el alto gobierno ha declarado que los alimentos están contaminados y envenenados para generar daño en la población.
Dejar entrar la “ayuda humanitaria” en las condiciones planteadas significaría una rendición o una demostración de debilidad mortal. Parecería entonces que el choque armado es inminente y muy difícil de evitar, a menos que Maduro dimita o sea conminado a dejar el poder por la FANB, lo que abriría un espacio para la discusión de la conformación del gobierno de transición y el programa respectivo, tal y como lo proponen quienes hasta ahora han dirigido el proceso opositor, o un gobierno de unidad nacional o de coalición con una hoja de ruta muy concreta, como otros proponen. Es difícil creer que con esto se alcanzará la paz inmediatamente, a menos que las conversaciones que se entablen y los acuerdos que se alcancen sean lo suficientemente amplios, plurales, incluyentes, efectivos y transparentes, como para recibir un apoyo mayoritario.