Por: Luis A. Villarreal P.
Mientras el tiempo corre, ávidos de conocer avances —u obstáculos y omisiones— en la lucha por la liberación que ocupa de algún modo a los venezolanos, seguimos comentando las circunstancias que inciden en el proceso, y que según parece solo interesan a la verdadera Oposición.
Así imaginamos lo que habrá estado ocurriendo a lo interno de la Plataforma Unitaria Democrática —organismo este que monopoliza la representación opositora solo un poco más allá del G4—, en ocasión de estar insistiendo sobre la prosecución del diálogo que fue abandonado en México, y también llevar a cabo la realización de las Elecciones Primarias —que de acuerdo al diagnóstico casi generalizado exige para su realización, y como ‘cuestión de honor’, la independencia del CNE— luego de que las organizaciones partidistas cumplan con la adecuación unitaria legitimando sus cuadros y liderazgos respectivos.
La legitimación partidista, a través de verdaderas elecciones internas, es condición básica ineludible para advertir ante el electorado —muy escéptico— su primer paso reformador y el verdadero propósito de participación seria, y ‘obediente’ a las exigencias de una Unidad que se nutra desde abajo; prometedoramente fortalecida porque haya practicado la democracia interna entre sus militantes y seguidores, y no las alegres conveniencias e imposición de sus cogollos.
Es uno de los detalles que habría que considerar como prioritario: evitar que los genuinos esfuerzos de organización, Unidad y cambio —en la realización del diálogo, la legitimación político-partidista, las Primarias y Elecciones Libres— se conviertan en pragmatismo y meros eventos ‘superficiales’, por culpa de las micro agendas ocultas, grupales y personalistas.
Las precauciones en los diversos procesos de legitimación y organización de primarias y presidenciales serían para evitar el síndrome de electoralitis aguda que tolera y alienta en la mente del electorado el pseudo interés patriótico. Al respecto, tenaces exponentes de la faena política están solicitando que la bandera venezolana flamee claramente sobre los símbolos partidistas que deberían solaparse por el interés nacional.
Pero, ¿por qué es tan difícil la obvia coherencia en el ‘mundo’ del partidismo con las circunstancias que padecemos?
La Unidad sigue siendo utópica, pese a la esperanza y al deseo de participación. El esfuerzo que propende a la realización de las Primarias no podría complacer a todos, si acaso a una mayoría relativamente proporcionada y visionaria, con conciencia de lo que hay qué hacer frente a la crisis.
En las múltiples propuestas que se han venido suscitando y decantando hay algunas interesantes —no sé si factibles por los requerimientos de capacidad y recursos—, como la que tiene que ver con unas primarias a dos vueltas. Esta idea que debió incluirse en la ‘mejor constitución del mundo’ cobra interés ahora desde las primarias, por cuanto se aspira ajustar el compromiso unitario opositor para llegar con qué a las presidenciales. Es una idea que incluso arguyen los que siendo ‘opositores’ desde hace tiempo practican y hacen entrenamiento en las canchas del oficialismo.
Que se lancen todos los candidatos imaginados en una primera vuelta, seguramente reagruparía a la oposición partidista para una segunda vuelta más comprometida con la causa de la democratización. Sobre todo ayudaría a mantener el compromiso —en un supuesto triunfo de la Oposición— de llevar a cabo tareas prioritarias nada fáciles que requieren la adopción de medidas poco populistas y austeras, lo que lógicamente necesita de un claro apoyo político a la gobernabilidad requerida en la reconstrucción nacional; es decir, en la eliminación de elementos perniciosos de la crisis.
La Plataforma Unitaria Democrática ha reiterado su compromiso de ir a Primarias sin el CNE; a tal efecto —según Omar Barboza, secretario ejecutivo—, ha anunciado la habilitación de la Comisión Nacional de Primarias, lo que sin duda fortalece la confianza del electorado, neutraliza la disidencia partidista radical que está aferrada a no permitir en estos procesos la presencia oficialista ni de quienes tengan vínculos con ella.
El gobierno de Estados Unidos ha enviado una segunda delegación a Miraflores, lo que, sin importar las causas y sus alcances dados a conocer, llama la atención y reclama nuestro punto de vista, porque la crisis perjudica a los venezolanos.
Esas visitas oficiales estadounidenses dan a entender también que ya se puso en marcha una agenda bilateral —siempre insinuada y ansiada por Miraflores— al margen de la supuesta mesa de diálogo cuya reinstalación está en mora. Lo que quiere decir que, aun cuando entre sorpresa y sorpresa dichas delegaciones ‘a modo de cortesía’ se reúnan con los factores anti régimen alborotados e ignorados, dicha agenda continúa su trabajo con la Oposición pintada en la pared, esperando a lo mejor que lo dirimido en ella se reitere en la mesa ‘dialoguista’ de México.
Ya son los líderes de otras latitudes —de Chile y España, e incluso Francia— quienes han estado hablando de la necesidad de reactivar los grupos de contacto para buscar salida a la crisis venezolana, que con su migración afecta a determinados países de la región que albergan centenares de miles de emigrados venezolanos, y que complican su desempeño democrático. Lástima que no sea la Plataforma Unitaria Democrática la que de continuo esté requiriendo la participación de los diversos gobiernos en el rescate de la democracia venezolana, presionando por Elecciones Libres.
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