Elvins Humberto González
La convicción de Don Bosco y de los primeros salesianos, era que María Auxiliadora precediera a los salesianos y así poder preparar el terreno a sus hijos en todos los confines del mundo.
Cuando de nuevos confines se trata, María Auxilio de los cristianos señala el camino. Y la Congregación Salesiana ha experimentado muchas veces su manto protector y su presencia materna que abre senderos nuevos para la implantación del carisma. Ese carisma de María Auxiliadora siempre se ha hecho presente en la vida de la Iglesia. Ya en 1572, el papa Pío V ordenó que en todo el mundo se rezara en las letanías: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”
El primero que llamó a la Virgen María con el título de “Auxiliadora” fue San Juan Crisóstomo, en la Constantinopla del siglo IV. Él dice: “Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios”. Años más tarde, en 749, San Juan Damasceno fue el primero en propagar la jaculatoria: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. Y repite que la Virgen es “Auxiliadora para evitar males y peligros y para conseguir la salvación”.
Ya en 1572, el papa Pío V ordenó que en todo el mundo se rezara en las letanías: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. El año anterior, una liga de reinos de Europa occidental había vencido frente a la invasión del ejército otomano en la famosa batalla de Lepanto. Los fieles católicos de la época vieron en ese triunfo militar el apoyo de la Virgen yendo en “auxilio” de los cristianos.
Finalmente, en 1814, estando el papa Pío VII prisionero de Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma en libertad lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente, el pontífice llegó a la ciudad italiana el 24 de mayo.
Ya en 1572, el papa Pío V ordenó que en todo el mundo se rezara en las letanías: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”
Otros papas también cultivaron una especial devoción por la Auxiliadora. Juan XXIII, la proclamó Patrona del Concilio Vaticano II. San Juan Pablo II solía acudir a la iglesia de los salesianos de Cracovia, Polonia, donde oraba en la capilla de María Auxiliadora. Allí, el 3 de noviembre de 1946, celebró una de sus primeras misas como sacerdote. Y el papa Francisco, en su paso por la obra salesiana de Ramos Mejía, aprendió a amar a la Virgen. Como arzobispo de Buenos Aires, cada 24 de mayo rezaba la misa central de la fiesta de la Auxiliadora en la Basílica de Almagro.
Manto protector
Pero también la invocamos como amparo. Bajo su manto encontramos protección, reposo y paz, un lugar donde descansar de nuestras luchas y reponernos de nuestros fracasos y desalientos.
Y al mismo tiempo la sentimos como un estímulo que nos desafía a no bajar los brazos, a perseverar en el camino de la entrega alegre y generosa, a vivir la santidad de lo cotidiano, a seguir cultivando el arte de escuchar y acompañar a los jóvenes.
En un tiempo que nos atraviesa con muchas preguntas, María nos trae la respuesta de su amor inmenso de Madre hacia todos sus hijos y sus hijas. Ella viene a nuestro encuentro para llevarnos un poco más cerca de Jesús. Y nosotros vamos con confianza, porque nos espera y porque siempre podemos estar cerca de Ella.
El sentir Salesiano
La Familia Salesiana, fiel al espíritu de sus fundadores y en las diversas presencias que lleva adelante, sigue proponiendo como ejemplo, amparo y estímulo el auxilio que viene de nuestra querida Virgen María.
Ante los desafíos de los tiempos actuales, María se nos presenta como un ejemplo de vida que se funda en el amor y la disponibilidad. Ejemplo de escucha de la Palabra de Dios, que fecunda la tarea educativa y evangelizadora. (Con información de Boletín Salesiano y Carlos Bosio, sdb.)
.