Espíritu de la Navidad debe reflejar valores de fe y fraternidad

Por Beatriz Rojas

La Navidad es una celebración fundamentalmente espiritual y familiar, que tiene como centro el nacimiento del Niño Dios. Es un regalo del padre a la humanidad, como una muestra de su amor incondicional en todo tiempo y lugar.

El Niño Jesús se convierte entonces para los cristianos, en camino verdad y vida, revelando el verdadero rostro y corazón del Dios bueno.

Después de expresar estos criterios, monseñor José Jiménez, presidente de Hogares Crea, considera que celebrar la llagada del espíritu de la Navidad, como algunas personas hacen cada 21 de diciembre, es una práctica que pudiera ser aceptada por la iglesia católica, siempre y cuando manifieste los valores de esperanza, fe, amor, fraternidad y solidaridad.

Igualmente si se convierte en fuente de crecimiento personal cristiano, y sobre todo de apertura al prójimo.

En opinión del sacerdote, todo lo demás, como ciertos rituales con sabor a superstición, en muchos casos, y olor a espejismo autorreferencial, debe ser redimensionado a la luz del verdadero mensaje navideño, y del auténtico espíritu de la Navidad, que brota de la gruta de Belén.

Monseñor comenta que, es entendible que muchas personas quieran atraer el progreso y la felicidad, pero recuerda que en Jesús de Nazaret los cristianos ya fuimos bendecidos con toda clases de gracias espirituales y materiales, como asegura el apóstol San Pablo.

“En conclusión podemos decir sí, al espíritu de la Navidad, sí, a ese deseo de superación y progreso, pero no encerrados en la burbuja de un progreso egoísta, es decir, solo para mí y mi entorno”.

Insiste en que se debe apoyar el espíritu de la Navidad, que fomente, con esos deseos de crecimiento personal, una auténtica fe, la esperanza que no defrauda, y sobre todo la apertura sincera al prójimo y a los más necesitados.

“Eso suscita en nosotros y en nuestro entorno, los verdaderos sentimientos de Cristo Jesús, que son los sentimiento de esta  Navidad, que nos permite construir una Venezuela y una familia, con la que todos queremos soñar”.

Creencias

Se dice pues que el Espíritu de la Navidad baja a la tierra y visita a los hombres de buena voluntad la noche del 21 de diciembre entre las 22:00 y las 00:00 horas. Es un momento especialmente propicio para que los que creen en dicho ser, envíen sus peticiones y deseos.

Quienes participan en este festejo, creen que es que una especie de pensamiento colectivo relacionado con dos energías fundamentales muy importante recordar cada fin de año: la de dar y recibir; y la de agradecer.

Otra teoría señala que hace miles de años, un ser de gran belleza y bondad llegó a la tierra proveniente de un mundo muy alejado y más evolucionado que el nuestro, se instaló en tierras nórdicas. Al ser más evolucionado, lograba hacer realidad los deseos de las personas a las que visitaba cada año (coincidiendo con el invierno) para regalarles luz y energía.

Es evidente que ambas teorías tienen una fuerte relación con el esoterismo y ocultismo, por lo que no es de extrañar que la Iglesia católica rechace la celebración.

Lo cierto es que en Venezuela y otros países del mundo, a media noche del 21 de diciembre, en algunos hogares se realizan rituales que incluye frutas, velas, inciensos y deseos escritos en tiras de papel.

Recordemos que el cardenal Jorge Urosa Savino expresó en uno de sus mensajes de Navidad, que “Nuestra fe está amenazada por los embates de la superstición, por la ficción de la nueva era, con el inexistente y falso espíritu de la Navidad, que es vana idolatría y debemos rechazar frontalmente”.

El prelado de la iglesia católica aseguraba que la Navidad cristiana implicar rechazar todo pecado, porque el centro de esta fiesta es Jesús, el camino, la verdad y la vida.

 

 

 

 

 

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