En Venezuela sólo se prohíbe en las leyes la trata de personas y la explotación sexual, pero no hay acciones contundentes que luchen contra el flagelo que está consumiendo a miles de niñas y mujeres dentro del país y en el mundo. Tampoco ha impulsado campañas informativas que puedan impulsar la denuncia de redes que captan niñas y mujeres en el país, aprovechando los elevados niveles de pobreza de la población.
Por: Judith Valderrama / Los Andes Semanario del Táchira
El drama que se escribe en los venezolanos es apenas imaginable, huyen del drama humanitario del país para caer en redes de esclavitud humana bajo explotación sexual. Redes organizadas o delincuentes solitarios explotan, sobre todo, a niñas y mujeres venezolanas en un comercio cruel que crece casi 400 % en los últimos 5 años, según reporte conjunto de la embajada del Reino Unido, la Asociación Civil Paz Activa y el Observatorio de Delito Organizado.
En Venezuela no se lleva un control de este comercio humano, ahora favorecido con el éxodo masivo de nacionales calculado en más de 4 millones en los últimos años. Los organismos que realizaron el estudio citado, refieren que sólo en casos reportados se pasó de 50.000 víctimas de trata de seres humanos en 2014 a 198.800 en 2018, todos de procedencia venezolana en diversos puntos del planeta, y advierten que de no detenerse este flagelo se proyecta que en los próximos 2 años podrían contarse 600.000 venezolanos víctimas de esclavitud moderna, según sostiene Beatriz Borges, directora del Centro de Justicia y Paz.
Cifras claras sobre esta tragedia invisible no existen, porque son miles los casos que no se denuncian nunca, pero los cálculos del informe de Paz Activa refieren que las afectadas son en un 70 % mujeres. El negocio que crece agazapado de la trata de blancas mueve cada año -según datos de la ONU- 32 mil millones de dólares en el mundo, solo lo aventaja el narcotráfico.
“Pude escapar con muchas cicatrices en el alma”.
El relato de una víctima tachirense que pide la reserva de su nombre, pero que llamaremos Cristina, es sólo uno de los cientos de miles que ocurren a diario. Luego de establecer una relación sentimental vía internet con un ciudadano mexicano, Cristina pensó que sus problemas económicos estaban resueltos, además había una ilusión real con quien parecía ser un verdadero caballero.
“Hablábamos por horas vía pin, que era lo que existía, también me llamaba por teléfono y le pude relatar todo sobre mi vida. Supo que sólo vivía con mi mamá, porque mi papá no lo conocí. Así que con el avance en la relación; me dijo que me enviaba los pasajes para que yo fuese a México. Lo consulté con mi mamá, quien nunca me dio su aprobación completa, decía que ella no lo conocía y le parecía riesgoso, pero él habló con ella y mi madre bajó un poco la tensión”.
Él galán mexicano le enviaba dinero que ella invertía en algunos gastos en Venezuela. Al cabo de unos siete meses Cristina hizo maletas porque su prometido le envió los pasajes. “Todo era perfecto llegué a ciudad de México deslumbrada. Él me llevó a pasear por algunos puntos de la ciudad y vivíamos juntos, la promesa de llegar a casarme con él no fue un tema que mencionaba ya, pero llevábamos una vida de pareja, sólo que en esa primera semana no me presentó a su familia”.
Era el año 2010 y recuerda que en ese momento no había tanto éxodo venezolano, como ahora. “Al cabo de una semana le pregunté por su familia y que me ayudara a buscar un trabajo. Se molestó sin explicación y dijo que él mandaba, que no presionará. Se fue molesto y cuando traté de salir a dar una vuelta en la parte baja del edificio vi que me había dejado encerrada, a los tres días regresó y había cambiado mucho. Dijo que le hiciera comida para él y un amigo. Bebieron y me forzó a estar con él íntimamente mientras el amigo nos observaba. Fue muy denigrante y doloroso”.
Cuenta que el hombre se fue y regresó con otro amigo. “Esta vez discutimos y cerró el tema golpeándome. Dijo que no me quería y que le pagará los gastos acostándome con su amigo, porque le había gustado. Me negué, pero al final accedí obligada porque él me quitó la ropa a juro y le dijo a su amigo, ahí la tiene para lo que disponga, recuerdo. Yo tenía miedo y entendí que no había vuelta atrás, no tenía como llamar a nadie porque no tenía teléfono, ni conocía a nadie en ese país”. Agregó.
El hombre desapareció su pasaporte, mientras las visitas hasta de dos y tres amigos proseguían a diario y cada día venían más, a quienes tenía que asistir sexualmente. “Me golpeaba cuando se iban. Eran días de terror, no había forma de huir. Me obligaba a tomar licor, hasta que terminé haciéndolo con gusto para tomar fuerzas ante el drama”.
“Me dejaba tirada y ultrajada cada vez que se iba. Un día tocó límites, debí estar en un día con siete hombres, tres a la vez, que se reían de mí y hasta me golpearon. Decidí hacer algo, cuando se fue comencé a gritar por la ventana pidiendo ayuda. Una mujer me oyó y se acercó, y por debajo de la puerta le conté lo que pasaba. Ella junto a su hijo me dijeron que esperara, que me ayudarían. Él regresó, durante una semana debí atender más hombres, fueron muchos en ese tiempo”.
Cuenta que no podía hacer ruidos ni cuando le pegaban, porque la amenazaba de muerte y de ubicar a su madre en Venezuela y hacerle daño. “Yo lo creía capaz de todo, así que obedecía. Un día debí prepararle maleta con una ropa que trajo, vi que se estaría varios días fuera y grité a la vecina, ella ya tenía todo preparado, forzaron la puerta con un cerrajero. Ella no quiso avisar a la policía para evitar venganzas contra ella, le daba miedo. Así que me envió en un taxi a la embajada de Venezuela y el hijo de la mujer me llevó luego de unos días al aeropuerto, me compraron pasaje y vine a mi país”.
Cuenta que no dieron parte a la policía porque no quería comprometer a la familia que la ayudó, quienes seguirían siendo vecinos del hombre que la explotó sexualmente y la ultrajó por casi un año. “Aquí, al principio tenía miedo que me encontrará. Han pasado seis años de esa tragedia y no sé si lo hace con más mujeres, eso me da terror porque no lo acusé, pero no fui capaz, solo quería huir. Aún tengo pesadillas y cicatrices en el cuerpo y en alma. A pesar de lo duró de vivir en Venezuela donde no alcanza ni para comer, tengo miedo de irme a otro país”.
Como Cristina son muchas las víctimas venezolanas de la esclavitud humana, pero a pesar de la proximidad con la frontera de Colombia no hay denuncias recientes sobre la trata de personas en el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas –Cicpc- de la región, de acuerdo a la información que dio un funcionario del organismo.
En los últimos 5 años, solo en casos registrados, Venezuela eleva la cantidad de víctimas de esclavitud humana bajo explotación sexual en un 400%. Mientras que en naciones como España, México, Panamá, República Dominicana y otros se han desmantelado redes de trata de blancas con presencia fija de venezolanas.
Venezolanas esclavas
En la información de esclavitud humana con fines de explotación sexual que se reseña en la prensa del mundo este año, en casi todos los casos se cuentan alguna venezolana víctima tras el desmantelamiento de redes que dirigen ésta práctica.
– El pasado 5 de abril la víctima fue una niña de sólo 13 años de edad, a quien casaron con un hombre de 24 años, en Trinidad y Tobago bajo los ritos tribales Warao. De acuerdo al informe de las autoridades de esa nación la niña fue enviada en secreto a ese país, pero al ser detectada la policía la protegió y envió devuelta con sus familiares.
– El pasado 26 de febrero la policía española desmantela una organización criminal dedicada a la explotación sexual de mujeres venezolanas, que eran captadas en su país para ejercer la prostitución. En un comunicado, la policía informó que las víctimas eran de origen humilde y la banda les ofrecía prostituirse en buenas condiciones laborales y económicas a cambio de contraer una deuda de 3.000 euros (unos 3.700 dólares). Sin embargo, eran explotadas sexualmente cuando llegaban a España bajo coacciones y amenazas.
Una de las detenidas buscaba mujeres jóvenes en Venezuela, les proponía endeudarse para pagar el transporte y gestiones de viajes, con la promesa de saldar la deuda en poco tiempo, pero al llegar a Barcelona, mujeres eran trasladas al domicilio donde prestarían los servicios sexuales y eran coaccionadas y amenazadas para que cumplieran con exigencias de horarios prolongados.
– 10 de marzo Panamá, las autoridades de ese país rescataron nueve venezolanas, siete colombianas y una panameña víctimas de trata. Detuvieron por el caso a seis personas.
El Ministerio Público (MP) dijo en un comunicado que las mujeres fueron rescatadas en la provincia de Darién, fronteriza con Colombia. «Se encontraban en sitios que eran fachadas de bares, que encubrían lugares para la explotación sexual. Las víctimas tenían que entregar un porcentaje y pasaporte a sus tratantes».
– En México también se reportan casos de venezolanas explotadas sexualmente, así como en Colombia, China y República Dominicana. Incluso con asesinatos de las víctimas.
****Texto Publicado en Los Andes Semanario del Táchira edición 109