#EspecialDLA Ni “gasolineando” rinde el dinero para la comida

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Trabajar para gran parte de los habitantes que residen en los municipios de la zona norte del Táchira es llevar gasolina o alimentos por las trochas hacia Colombia


El contrabando de gasolina es un tabú para las autoridades gubernamentales, pero para el ciudadano común en la región fronteriza se trata de algo normal, el cual es considerado un trabajo “legal” como cualquier otro, sin embargo; en estos momentos no estaría dando muchos beneficios, pues según personas dedicadas a este oficio, solo les da para “sobrevivir”.

La hiperinflación por la que atraviesa el estado venezolano, llega al punto que está asfixiando hasta al contrabando de extracción de gasolina, aseguró uno de los muchos habitantes del municipio Ayacucho que sobrevive gracias a esta actividad; algunos han vendido sus vehículos y se han marchado del país.

Otros han rematado sus vehículos porque no pueden mantenerlos motivado al alto costo de los repuestos, aceites y cauchos, siendo el gasto desproporcionado a las ganancias que les genera esta actividad. “En muchos casos preferimos echarles a los motores aceite quemado que es preferible que no echarle nada, porque después sale más caro hacerle el motor” dijo.


Muchos profesionales han decidido dejar sus labores para dedicarse al comercio ilegal siendo esto lo que genera mayor rentabilidad en Ayacucho y García de Hevia


Esta actividad para muchos ya no es sustentable, lo fue en otras oportunidades, pero considerando un ejemplo para un camión 350: un litro de aceite de bajo costo cuesta 1.500.000,00 bolívares, y el automotor usa seis litros, seria 9.000.000,00. Un filtro de aceite cuesta 1.800.000,00 Bs, entonces un cambio de aceite costaría 10.800.000,00, cada caucho tiene un costo aproximado de 35.000.000,00 de bolívares y este vehículo usa seis cauchos y tan simple como una bujía cuesta 1.850.000,00, con los que cuestan los seis cauchos se compra un carro sedan, comentó un ciudadano, que prefirió mantener su nombre en reserva.

El caso no es distinto para las personas que trabajan llevando gasolina hacia Guarumito en carros pequeños, pues su capacidad también es más pequeña y para las personas que tiene carros viejos pues les queda peor casi que trabajan para que el carro se mueva.

“Esta era una actividad a la que me dedicaba para completar el sustento de la casa, pero luego por la situación que se puso tan fuerte, tuve que abandonar el oficio para el cual estudié cinco años pues mi trabajo ya no aportaba los recursos para el sustento de mi familia, mientras tanto sobrevivo con esto, pero si la cosa sigue así venderé mi camión y con eso me iré del país, en busca de una mejor calidad de vida, no se crea que esta actividad no es tan fácil, hay que pasar todo el día atrás de un volante para poder llevar comida a la casa”. Comentaba con notable tristeza el informante entrevistado por el equipo reporteril de Diario de Los Andes.

S.O.S Comunidad

Extremo libertinaje… Específicamente la calle 5 con carrera 12 en las inmediaciones del estadio Bolívar 2000 (antigua plaza de toros) se ha vuelto un caos total motivado al extremo libertinaje con que se comportan los jóvenes y adultos que se concentran para armar sus fiestas en plena calle, impidiendo el libre tránsito, realizando actos indecentes en la vía pública, equipos con alto decibeles de sonido y perjudicando la tranquilidad de los vecinos del sector. A pesar de los reiterados llamados a las autoridades de seguridad estos no han prestado colaboración a la comunidad, quienes solicitan un punto móvil de control igual al que está ubicado en el sector La Ozuna de Colón.

De parque a pista… Las rampas ubicadas en cada extremo del parque Sucre de San Juan de Colón sirven para la libre entrada de los motorizados al lugar de esparcimiento. Comenzando con los motorizados de la Guardia Nacional y Policía del Táchira, sumados a los civiles en su mayoría jóvenes que decidieron tener su pista dentro del lugar, colocando en peligro a niños y adultos que acuden al parque.

Pastillas al menudeo… Envueltas en un papel y con grapas o cinta adhesiva son vendidas las pastillas en algunas farmacias de Colón, debido a que los compradores no tienen suficiente dinero para comprar una caja completa. En seis mil bolívares venden cada pastilla de acetaminofén.

 

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