Todos saben las causas porque los venezolanos emigran, y afloran las historias de las tragedias de las familias separadas, sus padres y hermanos, sus parejas y sus hijos que tuvieron que dejarlos muy lejos para no verlos morir de mengua.
Las familias colonenses no se escapan del gran éxodo de venezolanos hacia el sur del continente en busca de mejores condiciones de vida, pero lo triste del caso es que las familias no tienen los recursos para migrar juntas, lo que trae la separación de uno o varios miembros de la familia para poder subsistir.
Ya son comunes las historias de los colonenses que se han ido del país, para tener un panorama más contundente del problema basta con acercase al hospital Ernesto Segundo Paulini y ver a los pobladores haciendo una tediosa fila para colocarse las vacunas que exigen al migrar.
En Colón ya hay se nota en algunos sectores de Ayacucho solo quedan los ancianos cuidando las casas, y una que otra familia a la espera de juntar algo de dinero para poder reunirse con familiares que previamente ya habían viajado en procura de trabajo en Argentina, Colombia, Perú, Ecuador o Chile, países más apetecidos por su calidad de vida y oportunidades.
El equipo reporteríl de Diario de Los Andes, visitó a los hogares de estas familias coloneses que tuvieron que separarse y migrar para no morir juntos en Venezuela.
Esfuerzo en vano
“Desde afuera nos mantienen para no caer en hambruna”, fueron las palabras de Rosa Elena Chacón, habitante del municipio Ayacucho, quien se quedó en Venezuela junto con su madre tras no tener pasaporte venezolano y presentar un delicado estado de salud.
“Después de trabajar más de 20 años y lograr edificar locales para alquiler eso no me alcanza ni para dos cartones de huevo, tanto esfuerzo para vivir tranquila en mi vejez fue en vano (…) ahora estoy siendo mantenida por mis dos hijos que se fueron para Chile y de allí me mandan para poder comer con mi madre que está en silla de ruedas” dijo con lágrimas la dama de 58 años de edad.
Cabe resaltar que la Constitución de la República Bolivariana De Venezuela en su artículo número 75 expresa:
“El Estado protegerá a las familias como asociación natural de la sociedad y como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas. Las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes, la solidaridad, el esfuerzo común, la comprensión mutua y el respeto recíproco entre sus integrantes. El Estado garantizará protección a la madre, al padre o a quienes ejerzan la jefatura de la familia.
Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a vivir, ser criados o criadas y a desarrollarse en el seno de su familia de origen. Cuando ello sea imposible o contrario a su interés superior, tendrán derecho a una familia sustituta, de conformidad con la ley. La adopción tiene efectos similares a la filiación y se establece siempre en beneficio del adoptado o la adoptada, de conformidad con la ley. La adopción internacional es subsidiaria de la nacional.”
Citamos el caso de Edwin Colmenares, colonense de 38 años de edad, licenciado, quien migró a la República de Ecuador. Con 15 años de matrimonio y con dos hijos, uno de 15 y uno de 9 años de edad, en Venezuela con dos trabajos más el salario de su esposa no les alcanzaba para mantener su hogar.
El quiebre de cada hogar al migrar un familiar
Las razones porque las que los venezolanos emigran ya está trillado, pero el quiebre y la ausencia de su padre en el seno de su familia se refleja. Muchos niños ya no cuentan con la presencia del padre en la casa.
“Yo quiero que mi papá este aquí” llorando exclamó una niña al momento que el equipo reporteril de DLA, se entrevistó con una joven madre de dos menores, quien comentó “Éramos una familia normal, como la que todo el mundo desea tener, mi hija lo esperaba a la seis de la tarde para que le ayudara con las tareas, cuando llegaba del trabajo lo que hacía era revisar cómo iban los niños con los estudios, tuvimos que vender varias cosas para reunir el dinero para que mi esposo se pudiera ir, no paro de consolar a mis hijos, yo trato de hacerme la fuerte para no demostrar debilidad a mis hijos, no nos pudimos ir todos porque no tenemos el dinero, durante 15 años estuvimos juntos pero la situación se puso muy difícil ahora estamos separados por culpa de unos corruptos que desfalcaron la Nación y tienen el cinismo de decir que aquí no está pasando nada”.
El esfuerzo de cada venezolano en el exterior en busca de juntar dinero para ser enviado a Venezuela y poder darle un respiro a cada hogar que están sustentando desde otro país es cada vez más fuerte para el que se va como para el que queda. Vender “corotos”, casas, carros y cualquier cosa de valor que tengan consigo para poder levantar vuelo y reencontrarse con su familia es el sueño de millones de venezolanos que están separados.
“Mi familia ya no es lo mismo, solo esperamos que mi esposo junte un poco de dinero para irnos todos para allá, estando juntos todo será más fácil, esta situación ha sido muy difícil para todos, para la mamá y los hermanos de mi esposo, incluso mi familia no para de lamentar verme sin mi esposo y a mis hijos sin su papá. Es difícil ver los niños llorar y contener el llanto”… contó la madre con las voz entrecortada.
Queda claro que el estado venezolano no les está garantizando a los niños lo que establece la Carta Magna, ni tampoco está garantizando, las tres primeras palabras del articulo 75 “…El Estado protegerá a las familias…”
Este es solo un caso de las miles de familias venezolanas que han sido separadas por la crisis económica, generada por las malas y continuas políticas económicas con las que han llevado a Venezuela rumbo al precipicio del colapso total.
Texto publicado en Los Andes Semanario del Táchira edición Nº 106