En Cúcuta, la carne cruda rota de mano en mano, al por mayor o al detal, como moneda de cambio. Carne de primera o de segunda. Todos los cortes: Paleta, costilla, solomo, molida, incluso carne de lagarto se ofrece. Carne apestosa o apetitosa, en pie o a destajo; pero en todo caso, ilegal.
Cúcuta es la meca del contrabando de carne porque diariamente ingresan alrededor de 45.000 personas que cruzan a pie el puente internacional Simón Bolívar, y porque el río Táchira, que fija la línea limítrofe de 429 kilómetros, está plagado de trochas. La marea humana que transita hacia Cúcuta empieza a llegar desde las cinco de la mañana, cuando se abre el paso y puede hacerlo hasta las ocho de la noche, cuando cierra.
El contrabando de carne se ha convertido en una práctica constante, no solo por las trochas; sino también por el Puente Internacional “Simón Bolívar”, por donde cientos de personas estarían pasando entre 1 o 2 kilos de carne.
El “pitufeo”
Las autoridades acuñaron el término “pitufeo” para describir la escena que se observa en el Puente Internacional: cientos, miles de personas que transitan llevando cada cual una bolsa plástica con un trozo de carne; uno o dos kilos.
El ICA controla uno de los filtros en el Puente Internacional. En este punto hay un gran tapete empapado con solución desinfectante (amonio cuaternario), una medida fitosanitaria para mitigar el riesgo de que con la gente, entren ciertos virus. En un costado del puesto de control hay una caneca plástica donde los funcionarios juntan los kilos de carne que van pillando. La caneca se llena muchas veces al día, por lo que deben llevar los alijos a una oficina cercana. Allí instalaron una báscula y una nevera industrial que ya se quedó pequeña, y cada vez que alguien entra, debe abrirse paso con ambientadores en aerosol para disipar el hedor. Cada día en promedio se incautan 350 kilos de carne, y la destruyen sin excepción. Las autoridades sanitarias han encontrado bacterias de salmonella.
Las personas van a los barrios populares y ofrecen la carne de puerta en puerta, o se la venden a pequeñas tiendas y restaurantes. Otros tienen contactos en la central de abastos y hay gente que la ofrece por redes sociales. Nadie pregunta por la cadena de frío para asegurar la higiene y seguridad de la carne.
“La dudosa procedencia se olvida cuando se ve el precio frente a la situación de pobreza y desempleo”, dice un joven venezolano que se dedica a este negocio para subsistir. Un kilo de carne del otro lado de la frontera cuesta cerca de 4.000 pesos colombianos, y puesto en Cúcuta vale unos 10.000, comparado con los 18.000 pesos que vale la carne legal colombiana. Muchos venezolanos se dedican al ‘pitufeo’ para cambiar la carne por raciones de arroz, aceite, panela, fríjoles.
El General Gustavo Moreno, comandante de la zona fronteriza, indicó que cerca de 500 hombres a su cargo han detectado 70 trochas por donde los contrabandistas mueven vehículos repletos de carne. La transportan sin ningún tipo de consideración higiénica; algunas veces junto a las pimpinas de gasolina también de contrabando. Incluso la encaletan bajo las sillas de los automóviles. Suelen ser carros viejos modificados para poder cargar el máximo de mercancía y moverse por las trochas.