Especial DLA/ Universidad de Los Andes sobrevive entre robos, escaso presupuesto y bajos salarios

Una de las universidades más afectadas en Venezuela por el nulo presupuesto y los robos constantes es la Universidad de Los Andes. En el caso del núcleo Táchira “Dr. Pedro Rincón Gutiérrez” la infraestructura está en total decadencia, frente a un personal docente, administrativo y obrero que ha decidido seguir en pie de lucha, aunque con escasos salarios

La Universidad de Los Andes ha sido objeto de robos y daños de infraestructura. Carlos Eduardo Ramírez

Ventanales, computadores, cableado y equipos robados, vidrios rotos, rutas destruidas, y un personal docente, administrativo y obrero con sueldos que nos les alcanzan ni para pagar un tanque de gasolina, es lo que seguirá enfrentando en este nuevo año 2023 la Universidad de Los Andes, núcleo “Dr. Pedro Rincón Gutiérrez” del estado Táchira.

Diario de Los Andes realizó un recorrido por esta casa de estudios antes de que entrara en receso por las festividades navideñas y encontró un panorama poco alentador, en cuanto a infraestructura se refiere. De las unidades de transporte que cubrían las diversas rutas dentro de la zona metropolitana de San Cristóbal y municipios aledaños, ya no queda ninguna en buen estado.

En los dos estacionamientos de la casa de estudios se observan cementerios de lata, de lo que un día fue la garantía de movilización de miles de alumnos, que no tenían medios de transporte privados para asistir a clases.

Foto: Carlos Eduardo Ramírez
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Foto: Carlos Eduardo Ramírez

 

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A esto se le suma baños con los sanitarios partidos y manchados por el tiempo y el mal uso. El deterioro se ha apoderado de estos espacios, además de que no hay agua en la mayoría de los espacios.

Sin dejar de lado que desde hace un par de años varias zonas de la universidad no cuentan con electricidad porque les han robado el cableado para vender el cobre, una práctica muy recurrente hacia la frontera con Colombia, con el fin de obtener algunos pesos a cambio.

Foto: Carlos Eduardo Ramírez

 

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Pero es que ni los ventanales se han salvado. Estructuras metálicas de más de 15 metros han sido desprendidas de las aulas de clase y robadas en horas de la madrugada, sin que exista ninguna investigación por parte de las autoridades policiales. Esto se debe también a que el nulo presupuesto que corresponde ser enviado por el gobierno nacional, no alcanza ni para pagar seguridad privada, como ocurría años atrás.

Foto: Carlos Eduardo Ramírez

A pesar de ello se mantiene una educación de calidad, de parte de docentes que financian la actividad universitaria, al compensar con otros trabajos su movilización hacia la casa de estudios, todo porque la universidad no cierre sus puertas.

Foto: Carlos Eduardo Ramírez

“Cada trabajador financia la actividad universitaria”

 Durante su visita al Táchira, el rector de la ULA, Mario Bonucci, se refirió a la situación que enfrenta esta casa de estudios, asegurando que “cada profesor, cada empleado, cada obrero está financiando la actividad universitaria”, pues sus sueldos no les permiten cubrir ni la movilización a la casa de estudios.

Destacó que el ejecutivo nacional no está cumpliendo con la obligación que tiene de atender a las universidades en cuanto a presupuesto, salario y seguridad social. “En el año 2020 nos asignaron un presupuesto, pero nos entregaron menos de la mitad, el 49% fue asignado; en el año 2021 nos entregaron el 4,11% del presupuesto asignado, y en lo que va del año 2022 hemos recibido el 2,79% del presupuesto. Esto demuestra que le pueden asignar la cantidad de dólares que sea, pero si no lo envían da igual que no te asignen nada”, especificó.

Explicó Bonucci que otra realidad es la disminución presupuestaria, pues en bolívares el presupuesto del año 2022 era de 23 millones, y el de 2023 es 17 millones, pero aunque para enero de 2022 les habían asignado 5 millones de bolívares, les entregaron sólo el 2,7%. “Y en el año 2023 si suponemos que el dólar de hoy es el mismo, vamos a tener 2 millones de dólares de presupuesto, pero, ¿cuánto nos irán a entregar de esos 2 millones de dólares?”, se preguntó.

Foto: Carlos Eduardo Ramírez

 

Foto: Carlos Eduardo Ramírez

Al hablar de salario, el rector de la ULA precisó que el gobierno eliminó las normas de homologación e impuso una convención colectiva que establece cómo se construye la tabla salarial si hay un cambio en el salario mínimo. Cuando se dio ese cambio en el salario mínimo no les permitieron a las autoridades universitarias construir esa tabla, sino que les impusieron un instructivo y si no se paga con él, no le procesan la nómina.

Agregó que los profesores, empleados, obreros y estudiantes no tienen protección social, por lo que si alguien se enferma tiene que ir a un centro de salud pública. Tampoco hay providencias estudiantiles, es decir, si un estudiante quiere llegar a clases tiene que pagar su transporte, y si quiere comer, tiene que pagar su comida porque no hay comedor.

“No tenemos aquello que amparaba la gratuidad de la enseñanza y que permitía a los estudiantes de clases más desposeídas poder llegar a la universidad. La educación se ha privatizado por la vía de los hechos, pero no porque nosotros queremos, sino porque el gobierno no está enviando los recursos que necesitamos”.

Sobre el robo de cables de electricidad y ventanales, Mario Bonucci se preguntó dónde están las fuerzas de seguridad, ya que de acuerdo con la Ley de Universidades en su artículo 10, estas tienen la obligación de cuidar los alrededores de la universidad.

 

Foto: Carlos Eduardo Ramírez

“Además, alguien se roba un ventanal de estos y ¿lo va a meter en un maletín, en un bolsillo?, no, tiene que salir, alguien los tiene que ver. ¿Dónde están las fuerzas de inteligencia del Estado para evitar los robos en nuestras instituciones?”, cuestionó.

Aseguró que a pesar de este panorama negativo, la Universidad de Los Andes ha tomado la decisión de mantenerse abierta, mantener abierto un espacio de lucha, pero no sólo por la democracia y por los valores que siempre ha defendido, sino un espacio de lucha para las universidades, por ser factor de desarrollo y progreso de cualquier país.

Recordó el rector de la ULA que esta casa de estudios contaba con 48.000 estudiantes en el año 2016, y en 2022 finalizó con 24.000 estudiantes. El 6% de los cargos de profesores están vacantes, porque a la gente no le interesa concursar por el salario, y hay un 10% de deserción a nivel de empleados y obreros. “El mayor acto de resistencia de los universitarios es mantener la institución de puertas abiertas”, insistió.

 

“No tenemos ni una hoja”

La coordinadora del Departamento de Comunicación Social de la ULA, Lorena Arraiz, coincide con el rector Bonucci de que los docentes están financiando la actividad universitaria “por amor al arte”, por negarse a que cierre el foco de enseñanza que tiene Venezuela.

Explicó que en el caso de la carrera de Comunicación Social que debería estar al tanto del marketing, del periodismo digital, de todo lo que implica esta nueva forma de presentar los contenidos, no cuenta con un departamento de computación, con un laboratorio para hacer las prácticas de periodismo, ni siquiera con una impresora para oficios comunes, ni para darle una hoja a un estudiante.

“Tenemos tantas necesidades que a veces los profesores nos preguntamos por qué estamos en la universidad cuando no tenemos nada, y más bien gastamos gasolina, nuestras computadoras, compramos los marcadores, el borrador, nosotros ahora financiamos la educación y la universidad.  Lo que ganamos son 30 dólares. Yo antes compraba libros, ya no hay dónde. Hay profesores que no tienen teléfonos como para dar clases virtuales, o no hay computadora para meterse a zoom”, expresó.

Arraiz destacó que hay un déficit de profesores de Comunicación Social, pero a pesar de ello con “las uñas es que estamos echando para adelante en esta universidad”.

 

Foto: Carlos Eduardo Ramírez

“Me da pesar”

Luis Rincón, estudia primer semestre de Biología y Química. Siente “pesar” al ver el estado en que se encuentra la universidad, pues cuando era pequeño había entrado y la recuerda bonita, con una buena infraestructura.

“Verla en estas condiciones da tristeza, porque decir que falta una cosa es inexacto, porque falta todo, tanto luz, ventanas, limpieza en los baños, en aulas, siempre se ve un poco feo. Creo que todos deberíamos aportar nuestro granito de arena para hacer de la universidad lo que era antes”, dijo.

Aseguró que compañeros de clases que viven en Capacho y Rubio se les dificulta llegar a ciertas horas a las aulas, por la falta de rutas de transporte y la escasez de transporte público en la región.

 

Foto: Carlos Eduardo Ramírez
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