ESCUQUE LA CIUDAD ANCESTRAL, 474 AÑOS DEL “ENCUENTRO” | Por: Juan Carlos Barreto Balza*

Escuque, 1844. Dibujo de Ferdinand Bellermann.

Nuevamente tiene lugar entre los escuqueños un acontecimiento con matices un tanto distintos a conmemoraciones o “celebraciones” anteriores, a las cuales  comúnmente llamaban  “Fundación de la Ciudad de Escuque”, en lo sucesivo por disposición de la Municipalidad el pasado año 2008 le hemos denominado “Escuque, 474 años del Encuentro” pues no es más que reconocer, exaltar, divulgar en su justa dimensión y a los cuatro vientos un acontecimiento histórico fundamental en lo que respecta a la intimidad de nuestra historia local, análogo al asombro de Colón con los nativos de Guanahaní y la hermosura de las tierras vistas por primera vez o al asombro de Alonso de Ojeda o de Américo Vespucio con los palafitos, y la codicia por la riqueza, por el oro, por poseer la tierra y desde luego esa similitud de Jaruma y otros Chacoyes nuestros con Tupac Amarú, Manco Capac o Guaicaipuro quienes resistieron ferozmente y hasta prefirieron la muerte antes de aceptar  la esclavitud.

Algo así fue lo que ocurrió en Escuque hace  474 años, cuando en medio del asombro, las vicisitudes, el dolor, la sangre, el sudor, las lágrimas de una comunidad aborigen llamados los escuqueyes sintieron lacerados no sólo sus cuerpos sino lo más íntimo de sus sentimientos por la presencia avasallante, improvisada y las acciones despiadadas de unos seres extrañísimos que montados en feroces bestias se hacían presentes en medio de ellos atraídos por el rumor que se corría de la existencia del tan codiciado oro en esta comunidad.

Ese rumor, como bien lo define el  Cronista Juan de Castellanos a quien debemos esa primera crónica escrita en octavas reales y la que llamó al momento de su composición “Elegías de Varones Ilustres de Indias”, apareciendo por primera vez publicadas en 1589,  allí asoma precisamente de una forma muy clara y contundente esa primera referencia a esta ciudad de Escuque, a su importancia y disposición dentro de la gran nación aborigen Cuica a la cual pertenecía.

 

“..A la ciudad que Ecugue se decía…”

“…las casas de grandeza tan pujante,

tantas y por tal orden y concierto,

que no se vido cosa semejante

en cuanto por allí se ha descubierto…” (1)

 

Le correspondió al Capitán Diego Ruiz de Vallejo estar al mando de esa primera expedición que se internó por el país de los cuicas el 11 de octubre del año 1548 con un destino muy preciso, llegar al poblado de unos aborígenes llamados escuqueyes pues allí estaría el oro tan deseado y eran precisamente las noticias que habían llegado tanto a Coro como al Tocuyo, donde Juan de Villegas, Teniente de Gobernador y Alcalde Mayor de la Provincia de Venezuela toma la determinación de iniciar la exploración de estas tierras de occidente.

 

…” Según la gran noticia que traían;

Más ocurrioles a su pensamiento

Riquísima noticia que tenían

De un universal ofrecimiento,

Donde diversas gentes acudían,

Y parecíales ser necesario

El descubrir aquestesantuario”… (2)

 

 

Un santuario en estas tierras!!! el único del cual se tenga conocimiento, que trascendente para la conformación de nuestra identidad y el afianzamiento de nuestra historia!!! y en el santuario su diosa!.

 

…“Icaque se decía y era diosa

Que de bulto tenían retractada

En casa de tres naves espaciosa.

De grandes y menores frecuentada;

Hacíasele fiesta generosa

(A tiempo y por días) señalada”… (3)

 

He aquí la trascendencia ancestral de esta comunidad escuqueye desde mucho antes de ese primer contacto con el español, y aunado a ello lo extraordinario de la cerámica, su forma de labrar la tierra, sus danzas, bailes, sus representaciones teatrales o pantomímicas las cuales reproducían actividades de subsistencia, de recolección, caza o pesca – o la imitación de animales, personas, fenómenos naturales y de escenas cotidianas o extraordinarias, para las cuales también utilizaron instrumentos musicales como la elegante maraca de Toy el sacerdote – curandero, pintada y adornada con plumas y las guaruras y tambores cuyos sonidos sirvieron, además, para la comunicación a distancia.

Y así su diosa Icaque como centro de todo aquel acontecer similar a el Amalivacá de los Tamanaco, caribes del área orinoquense, dador de los elementos necesarios para la vida; o como Vochí creador del mundo y los seres humanos. O como Urrumadua, venerada entre los achagua como diosa creadora, junto a Ibarrutua y Jumenirro, nombres de algunas estrellas. Así los escuqueyes transcurrían su vida en torno a la deidad Icaque y a sus sublimidades Ches y  Chía (el sol y la luna).

Es entonces cuando va a ocurrir el imprevisto y descomunal encuentro, el mismo que va a tomar mucho tiempo para ser comprendido y para revelar su extraña naturaleza. Donde primero se dirigió Diego Ruiz de Vallejo fue al templo de Icaque, era el objetivo propuesto, a las puertas fue recibido por Toy el sacerdote de la comunidad, allí de manera muy sumisa el español pide que se le permita entrar al santuario para el también rendir tributo a la diosa, interviniendo ante Toy un aborigen de otra comarca llamado Combute a quienes los europeos buscaron como guía en su expedición.

 

…” Para que sus intentos ejecute

procuraron traer a su santuario

un indio principal, dicho Combute,

que con Carache tiene competencia…

…De buena voluntad sirvió de guía

A la ciudad que Escugue se decía”…

 

…”El Vallejo le dijo: Caro padre,

sabed, pues vos estás en su servicio,

Icaque la gran Diosa ser mi madre,

De quien recibo grandes beneficios,

E yo querría porque más os cuadre,

En su templo hacelle sacrificio:

Por tanto pues aquí ninguno osa,

Vos me llevad a ver tan grande diosa”… (4)

 

Pero Toy quien era un aborigen sabio, presume cuales son las intenciones que les han traído y se opone a su pedido, puesto que para ellos era algo profano que extraños pisaran su santuario, mucho menos gentes que jamás habían visto.

 

…”El dicho sacerdote con recelo

de robos o quizás de ver que yerra,

esclama: no holleis el santo suelo,

mirá que os tragará luego la tierra…

…dadme lo que queréis dejar por prenda

para que haga yo la tal ofrenda”… (5)

 

En vista de no obtener el tan ansiado permiso, irrumpen en el santuario sin importarles las amenazas del “Piache”, la consecución de grandes tesoros era su objetivo y no importaba profanar aquel magnífico templo; a la fuerza entró Vallejo con varios de sus hombres, dejando otros en la puerta principal por si atacaban los naturales.

 

…”Y como viesen ya la guaca cierta,

sin recelar sucesos venideros,

Arronjóse Vallejo por la `puerta

Y tras él diez o doce compañeros;

Los otros estuvieron muy alerta,

A fin de resistir a los flecheros;

Los indios estuvieron en espera,

Creyendo que la tierra los sorbiera”… (6)

 

De allí en lo adelante nada sería igual, se escenificó la primera guazábara entre españoles y aborígenes, el primer enfrentamiento cuerpo a cuerpo con los recién llegados a fin de defender su honor, dignidad y por sobre todo la pureza de su deidad y su creencia y hubo las primeras muertes de escuqueyes en medio de la tribulación y el dolor; Icaque desapareció de en medio de ellos y surgió como una braza cáustica, ardiente, punzante en la desesperanza una plegaria, una invocación, lo que hoy conocemos como “El Canto Guerrero de los Cuicas”

 

“Madre Chía que estás en la montaña,

Con tu pálida luz alumbra mi cabaña

Padre Ches que alumbras con ardor,

No alumbres el camino al invasor.

 

¡Oh madre Icaque! Manda tus jaguares,

desata el ventarrón y suelta tus cóndores,

afila los colmillos de las mapanares

y aniquila a los blancos con dolores”… (7)

 

Jaruma, Tabiskey de los escuqueyes. Pintura de Rómulo Pérez.

Bien lo dejó plasmado Gilberto Antolinez en su libro clásico y precursor “Hacia el indio y su mundo” publicado en 1945. “los pueblos de América aborigen no fueron pueblos muertos como algunos interesados autores nos lo pintan, sino pueblos vivos en lucha y movimiento; y en los que aún subsiste, dormita, latente aquella gran fuerza expansiva para la hora en que tenga necesidad de ella la historia”. (8)

La historia de esta ciudad tenía necesidad que se le reconociera al Escuque nativo y ancestral su aporte esencial, pues si bien en este sitio sucedió algo distinto a lo que ocurrió en otros lugares de conquista donde los aborígenes ornamentaban sus cuerpos con oro y perlas; aquí el único oro que poseían era la esfera de oro bruñida que tenían por deidad y a quien le confiaban el verano, las lluvias, las cosechas, la vida y también le encomendaban el reino de la muerte. Por consiguiente, el dolor fue mayor, pues lo sustraído fue algo sagrado y en extremo espiritual para su comunidad; jamás estos aborígenes hubiesen canjeado ni barajas ni fragmentos de espejos por ese trozo de oro que los europeos simplemente vieron como un poco mas de riqueza para sus arcas.

He aquí pues el numen de nuestra conmemoración, había un punto de partida perdido en las hojarascas del pasado; y para algunos el español había venido con el propósito de “fundar a la ciudad de Escuque”,  por tal razón era ineludible sacar a flote por necesidad de esa historia al decir de Antolinez la bravura de un pueblo aborigen digno y valiente que desde tiempos inmemoriales se propuso ubicar un sitio en medio de estas intrincadas e inmensas montañas y edificar al pie del Quibao y el Garapao un asentamiento, que al decir de los mismos españoles era de admirable simetría y buena disposición; fue por ello que en justicia a esa pléyade originaria el Concejo Municipal de Escuque aprobó que fue el 11 de octubre de 1548 cuando irrumpe Diego Ruiz de Vallejo y se produce el primer encuentro en estas tierras de los cuicas y específicamente en el territorio de los escuqueyes como la fecha referencial para conmemorar los orígenes de la Ciudad de Escuque.

El mismo territorio donde Diego García de Paredes fundara la cuarta ciudad de la Real Audiencia de Santo Domingo y la primera en estos contornos bajo la denominación de Nueva Trujillo el año de 1558 (según la  investigación realizada por el Conde de Canilleros y el Hermano Nectario María, 1957) y al igual donde el Capitán Francisco Ruiz la repoblara con el nombre de Mirabel la primera semana del mes de septiembre de 1559, para luego precisamente a causa de la rebelión de estos naturales el mismo Diego García echarla a andar por diferentes latitudes de la geografía cuica, en tanto que Escuque después de resistir dignamente mantuvo por los siglos de los siglos su prístina toponimia y hoy se erige como la Ciudad ancestral, primigenia en los Andes Venezolanos.

 

NOTAS:

*Cronista del Municipio Escuque

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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