Por Gretta M Gil Anzola
Caracas. La sociedad todavía no reconoce al bullying como una forma de violencia que se puede denunciar, por lo tanto, es complicado hallar cifras de casos vinculados a esa agresión. Los niños o adolescentes que logran acceder a terapia psicológica van por otros motivos como la ansiedad o cambios en su comportamiento.
Oscar Misle, director de Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap), señaló a Crónica.Uno que para el último corte de 2021, el servicio de atención psicológica de la institución recibió a 4500 niños y adolescentes, de los cuales 12 % fueron por motivos de violencia y de ese mismo grupo, 11 % se debió al acoso escolar.
“Son muy pocos los casos que se identifiquen en primera instancia como acoso escolar al momento de solicitar asesoría psicológica, esto lo descubres durante las consultas, cuando indagas cuál es la relación que tienen con el colegio y cómo se sienten al respecto”, explicó Misle.
A través de los síntomas y señales como la ansiedad, cambios en el comportamiento, lesiones físicas, entre otras, pueden ayudar a diagnosticar que el niño o adolescente está padeciendo de acoso escolar.
Dónde están fallando las escuelas
El director de Cecodap puntualizó que la falla que han tenido los planteles ante los casos ha sido no reconocer que el acoso escolar es violencia:
Se tiene la percepción de que el bullying es ‘cosa de muchachos’, que es un momento transitorio, que el estudiante acosado se lo buscó, lo culpabilizan ante esas agresiones, hay desconocimiento de lo que implican las consecuencias del acoso escolar”, expuso el educador.
Mencionó que los colegios manejan la definición del bullying, pero no abordan sus consecuencias hasta que ocurre un caso muy notorio, como fue la historia de Drayke Hardman, un niño de 12 años de edad, que se quitó la vida tras sufrir de acoso escolar durante un año en su escuela en Utah, Estados Unidos.
“Cuando ocurre eso, los colegios tienen la presión de los padres preocupados, pero las instituciones no llaman para prevenir, sino para actuar cuando el mal está hecho”, reveló el terapeuta.
Agregó que otro de los factores que ha retrasado la implementación de protocolos de prevención y abordaje del bullying ha sido “resguardar la reputación el colegio”, porque creen que, al reconocer los casos se desprestigia la institución, además evitar exponer a quienes tengan familias que han colaborado de forma pública con el plantel.
Misle recalcó que se deben diferenciar las bromas y del bullying: para que pueda ser calificado como acoso escolar, debe tratarse de agresiones sistematizadas y constantes ante la presencia de testigos, aunado con que se desvaloriza las denuncias de los estudiantes agredidos y que sus casos son disminuidos a “chismes”, lo que ocasiona que queden desprotegidos.
Maestros, observen a sus estudiantes
Generalmente el bullying ocurre fuera de las aulas, en el patio, en los pasillos o en la entrada del colegio, ya que el acosador evita ser descubierto mientras agrede a alguien. “El acoso no será tan evidente durante las clases”, indica Misle.
No basta con que el profesor esté pendiente de lo que ocurre dentro del salón, sino lo que pasa en otras áreas de la escuela, en donde ese estudiante que no se siente vigilado pueda acosar”, explicó el director de Cecodap.
Oscar Misle dijo que los educadores deben tomar en cuenta estas señales que dan sus alumnos, porque pudiera tratarse de bullying:
- El alumno comienza a faltar recurrentemente a clases.
- Cambios abruptos en el rendimiento académico: comienza a reprobar las evaluaciones y las asignaturas.
- Aislamiento: el alumno comienza a distanciarse de sus compañeros, no quiere vincularse con nadie.
- Cambios en su lenguaje corporal como la postura, mostrase retraído.
- Modificación en su comportamiento.
- Todo aquel cambio que implique no querer ser expuesto ante sus compañeros, como participar en clases, asistir a actividades deportivas o extracurriculares.
Con respecto al estudiante que tome el rol de acosador, mencionó estas características:
- Sabotear la intervención de alguno de sus compañeros.
- Detallar cómo es la reacción que genera la presunta broma al otro estudiante.
- Observar el comportamiento del resto de los estudiantes. Este punto es esencial, porque allí se puede identificar a los testigos que han presenciado el acoso sistematizado.
Misle dijo que el investigador argentino Fernando Osorio define el acoso escolar como una dinámica que no solamente está conformada por el acosado y el acosador, sino también por todos aquellos que miran esa agresión.
Con respecto a esos testigos, puede haber varios tipos:
- El que se divierte con esos actos de bullying.
- El que observa y no actúa, por miedo a ser agredido.
- Los estudiantes disconformes que no están de acuerdo con esos actos, pero que no saben a quién acudir para exponer al acosador.
Con esto último, hizo hincapié que el docente debe diferenciar el chisme de los reportes. El primero se refiere a la descalificación hacia una persona, mientras que la segunda se trata de brindar información para tomar medidas.
“Es muy importante que se desarrolle la observación, el docente debe estar informado y tener herramientas para poder registrar estos casos y hacerle seguimiento a los estudiantes”, resaltó el director de Cecodap.
Herramientas para los docentes
Oscar Misle reiteró que los profesores deben ser capacitados para abordar estos casos. Instituciones como Fe y Alegría tienen un programa que se llama “Construcción de Ciudadanía”, en el que se fomenta la promoción y defensa de los derechos humanos como la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
Yamelis Martínez, coordinadora pedagógica nacional de Ciudadanía de Fe y Alegría Venezuela, explicó que el proyecto posee un protocolo de prevención, intervención y seguimiento de la violencia en contra de los niños, niñas y adolescentes, tanto en el hogar como en las escuelas.
En el caso de los colegios, el acoso escolar entra como un tipo de violencia, que ocurre entre estudiantes. La forma de prevenirlo es a través de la formación de los docentes, realizar actividades escolares diseñadas para la prevención e implementar mecanismos, donde los educadores puedan denunciar estos casos ante entes que puedan apoyar en aspectos legales y atención psicológica”, dijo Martínez.
Acotó que esas capacitaciones tienen que hacerlas los educadores como el personal administrativo y obrero de los planteles, pues todos forman parte de la comunidad educativa. Mencionó que las actividades que fomenten los valores y el trabajo en equipo como dar a conocer cuáles son los derechos que tienen los niños y adolescentes son indispensables“porque en la medida que ellos conocen sus derechos, los van a defender y no van a permitir que otro estudiantes los acosen”.
Con respecto a la formación de los futuros educadores, Francisco Blanco, profesor de Filosofía y director de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Monteávila (UMA), aseguró que el pensum de la carrera brinda a los egresados las herramientas para abordar los casos de acoso escolar.
Mencionó que la facultad ha procurado que su plan de estudios haga que sus egresados desarrollen “una mentalidad conciliadora, independientemente de la mención que elijan”.
Asimismo indicó que en el primer semestre está la materia de “Psicología del Desarrollo”, en el tercer y cuarto semestre está la asignatura “Diversidad en el Aula I y II” respectivamente, mientras que para el último semestre, está la materia de “Gerencia y Liderazgo Educativo”.
“Con esas materias, pretendemos que los estudiantes de Educación puedan enfrentarse a una situación como el bullying y que puedan manejar al grupo para prevenir que sucedan esos casos, así como también comunicarlo con las autoridades pertinentes en el momento que lo amerite”, expresó Blanco.
Fuente: Crónica Uno