Escasez de gasolina dificulta movilización de pacientes en Táchira

Familiares de pacientes internados en el Hospital Central de San Cristóbal aseguran que se les hace difícil hasta ubicar un medicamento, pues le toca caminando

Movilizarse desde el Hospital de San Cristóbal a una farmacia implica largas caminatas para los ciudadanos. Mariana Duque

Para poder trasladarlo desde Barrancas,  municipio Cárdenas,  al Hospital Central piden litros de gasolina a sus vecinos o lo compran en el mercado negro, donde actualmente una pimpina de 20 litros está costando 50 mil pesos

Movilizarse en San Cristóbal o en cualquier municipio del estado Táchira por la falta de combustible se ha convertido en uno de los mayores problemas de los ciudadanos, sobre todo de quienes tienen a un familiar enfermo en el Hospital Central.
Dormir en aceras,  caminar largos trayectos hasta conseguir un medicamento o llevar un examen de sangre,  es parte de lo que tienen que vivir,  en una ciudad donde al escaso transporte público se le suma la falta de gasolina.
Usar un taxi es prácticamente imposible, pues los pocos que laboran están cobrando 40 mil pesos por una carrera corta, alegando esos precios por la falta del hidrocarburo.
Carmen Cárdenas tiene un hijo con problemas renales,  por lo que deben dializarlo tres veces por semana: martes, jueves y sábado.  Para poder trasladarlo desde Barrancas,  municipio Cárdenas,  al Hospital Central piden litros de gasolina a sus vecinos o lo compran en el mercado negro, donde actualmente una pimpina de 20 litros está costando 50 mil pesos.
Carmen Cárdenas tiene que pedir o comprar gasolina para poder trasladar a su hijo con problemas renales
Este lunes lo llevaron de emergencia porque presentó una neumonía que le complicó su cuadro clínico, para poderlo movilizar la esposa le rogó a un funcionario militar en una estación de servicio, quien accedió al abastecimiento del vehículo a cambio de que le firmara unas planillas y cumpliera con un protocolo.
«Esto está  muy feo porque no podemos estar llevándolo de un lado a otro a hacer exámenes y se nos complica mucho llegar al hospital. Para llegar hoy nos dejaron entrar a una bomba porque la esposa explicó la situación  y nos dieron», dijo.
Cárdenas relató que les bloquearon el TAG (tarjeta de abastecimiento de gasolina que va pegada en el vidrio delantero del vehículo) y a pesar de que han buscado citas para desbloquearlo,  no lo han logrado.  Siente que la salud del tachirense está en riesgo por la falta de gasolina para movilizarse.
Dos horas caminando
Seimar Sánchez vive en la localidad de Santa Ana,  municipio Córdoba del estado Táchira. Estaba a las afueras de la emergencia del primer centro asistencial de la entidad, porque su hermano había fallecido el día anterior,  mientras él buscaba unos medicamentos que le habían solicitado.
Pasó más de dos horas caminando,  porque no había transporte público y los taxistas le cobraban 40 mil pesos por una carrera corta. Está seguro que de haber llegado antes con lo requerido,  su familiar se hubiera salvado.
«Me tocó caminar para buscar las medicinas como dos horas,  conseguí unas y otras no,  cuando llegué ya había muerto. Transporte no había, taxis si pero cobran 40 mil pesos porque no hay gasolina.  Si hubiera conseguido las medicinas a tiempo tal vez vez mi hermano no hubiese muerto», expresó.
Sentada en una acera, en el lateral de la emergencia de adultos se encontraba Sonia Gómez. Su hija está en la Unidad de Cuidados Intensivos -UCI-,  por una preclamsia que le complicó el embarazo.
Ambas son de Bramón, municipio Junín de la frontera tachirense. Desde el miércoles en la noche no ha podido ir a su casa porque no consigue transporte público por la escasez de gasolina.
Seimar Sánchez caminó dos horas buscando medicinas para su hermano
«La gente se va a pie hasta el centro a ver si logra conseguir buseta. Yo me he quedado aquí desde el miércoles en la noche porque no puedo estar viajando, es muy difícil», expresó.
Mientras esto ocurre miles de tachirenses continúan a las afueras de las estaciones de servicio formando parte de las kilométricas filas de vehículos que esperan que llegue la gandola con gasolina.
Cuando alguna de estas llega, sus litros son divididos en tres y cuatro bombas,  por lo que logran abastecer máximo 300 carros por lugar, de colas que superan los mil números.
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