Nelson Enrique Santini C.
Abandonada intencionadamente a un proceso entrópico de caos, destrucción y muerte, Venezuela se hunde, cada vez más, en un abismo donde impera el hambre, la pobreza, el crimen y la escasez de todo lo necesario para sobrevivir. Atrás quedaron los tiempos en que este país se sentía orgulloso y seguro de sí mismo, debido a su corta historia, moderada población, vitalidad, pasado glorioso y, por contar, con inmensos recursos materiales e inmateriales. Sin embargo, en aquellos tiempos, su población, acostumbrada al facilismo, al derroche y a la ausencia de períodos de crisis, no había tenido suficientes oportunidades para desarrollarse emocionalmente, permaneciendo en un estado de inmadurez y vulnerabilidad tan acentuadas, que, al presentarse al país ciertas dificultades, normales, en su proceso de crecimiento y desarrollo, careció de la entereza necesaria para afrontarlas con coraje y decisión, por lo que se dejaron llevar por hábiles líderes negativos procedentes de los cuarteles, que, tras persuadirlos de sus bondades y falsas promesas, procuraron los medios institucionales para acceder a la presidencia de la república. Ahora bien, en vista de que no estaban preparados para el ejercicio de tan delicadas funciones, al tratar de modificar las circunstancias históricas, políticas y socio-económicas que, en ese momento, imperaban en el país, ejercieron una influencia desfavorable para su desarrollo, ya que, no sólo lo perjudicaron, sino que lo devolvieron a etapas hace tiempo superadas de su evolución psicosocial, remitiéndolo, inclusive, a situaciones extrañas a su historia, que nunca antes había sufrido, que afectaron profundamente la estructura y funcionamiento social, sus actitudes, valores, y su concepción del mundo, como es el caso de la extensión y la profundidad de la pobreza, hasta alcanzar niveles críticos, de indicadores como los de mortalidad y desnutrición infantil, indigencia y mendicidad, asesinatos, inseguridad y delincuencia, embarazo de adolescentes, deserción escolar, a lo que se agrega el éxodo de una gran parte de la población, en su mayoría jóvenes procedentes de todos los estratos sociales, contándose entre ellos estudiantes, profesionales y técnicos.
Han transcurrido más de dos décadas desde que Venezuela ha buscando salida a la crisis de gobierno y, con ese objetivo, ha ensayado todas las alternativas contempladas en la Constitución, pero, lamentablemente, dichas alternativas se les van cerrando, una por una, por obra de la manipulación gubernamental y, también, por los inexplicables errores de la oposición.
Pero, mientras esto ocurre, y la crisis del país se acentúa día a día, ya nadie cree en las promesas del gobierno, tampoco en el liderazgo de la mayoría de los dirigentes de oposición. El pueblo está cansado de las amenazadoras condiciones en que transcurre su vida, de tanta pobreza, de pasar hambre, de la escasez de productos indispensables para su alimentación y conservación de la salud, de que los niños o las personas mayores mueran por falta de medicinas, o, de inanición por carecer de alimentos, o, porque los niños dejen de asistir a la escuela por tener días sin comer. También el pueblo está cansado de tanta inseguridad y violencia criminal, de que la policía de muerte, en supuestos enfrentamientos, a jóvenes de los estratos más humildes; y también, de que sus hijos tengan que irse de Venezuela en busca de oportunidades y mejores condiciones de vida. Es por eso, que, a lo largo y ancho del país, en sus ciudades, pueblos y rincones, se escuche, diariamente, el clamor popular: ¡basta ya de tanta injusticia, de tanta arbitrariedad, de tanta maldad!
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