Equipo de Alimenta la Solidaridad en Táchira crea capital social desde lo humano

A través de siete comedores dirigidos a niños con bajo peso y talla, así como a algunos adultos mayores, el equipo de Alimenta la Solidaridad en Táchira ha creado capital social y humano, que se mantiene activo a pesar de las adversidades de la pandemia. Contribuir en la alimentación y formación de los más pequeños, es su premisa.

En el barrio 23 de enero alimentan a 55 niños y 10 adultos mayores. Carlos Eduardo Ramírez

 

 

 

Mariana Duque/ @mariananduque

Para ayudar al  personal médico que labora en las áreas de emergencia de los centros de salud de San Cristóbal, crearon el programa Alimenta a un Héroe, que inició en el Hospital Central de la capital tachirense, y ahora se realiza en el ambulatorio de Puente Real

Generar capital social desde lo humano, ayudando a los más necesitados y contribuyendo con el crecimiento de las comunidades con mayores dificultades, ha sido la premisa del equipo de Alimenta la Solidaridad en el estado Táchira, quienes desde el mes de octubre del año 2018 han instalado siete comedores populares dirigidos a niños con bajo peso y talla.

Alimentar el alma, el cuerpo y el espíritu de los niños, es la prioridad de esta iniciativa, que es coordinada por Melissa Zambrano, acompañada de un equipo de diez personas, a quienes se suman los voluntarios de cada comunidad (un mínimo de 10 ciudadanos más) en donde han sido instalados los comedores.

Los siete comedores están ubicados en el municipio San Cristóbal (3), en el municipio Junín (1), en el municipio Torbes (1), y en el municipio Jáuregui (1). La meta era crecer aún más en el 2020, pero por la llegada de la pandemia del COVID-19 tan sólo han logrado inaugurar un comedor más, el único en Venezuela durante la pandemia.

 

En el barrio El Río de San Cristóbal se fundó el primer comedor popular en medio de la pandemia de toda Venezuela. Carlos Eduardo Ramírez

 

450 niños y 70 abuelos están siendo alimentados por este programa. Los menores son seleccionados bajo una revisión previa realizada por los médicos de cabecera de Alimenta la Solidaridad, quienes evalúan el peso y la talla según la edad, quedando seleccionados los niños que están propensos a la desnutrición o que tengan un riesgo de su seguridad alimentaria. También admiten a menores cuyos padres se han ido del país, quedan con una vecina o con sus abuelos, y requieren formación y calor de hogar.

En paralelo, el equipo de Alimenta la Solidaridad trabaja con la iniciativa de Alimenta un Héroe, en el ambulatorio de Puente Real en la capital tachirense. Otorgando almuerzos al personal de salud que allí labora.

 

Empoderar a las comunidades

La coordinadora regional de Alimenta la Solidaridad, Melissa Zambrano, explicó que ellos creen en el autosustento, en empoderar comunidades y ayudarlas a salir adelante, y no en medidas de asistencialismo. “Nosotros llevamos herramientas a las comunidades para que junto a ellos podamos construir oportunidades para esos niños, para esas comunidades vulnerables, cada uno dando su apoyo  para que sea posible”, acotó.

 

Melissa Zambrano, coordinadora de Alimenta la Solidaridad, junto a su equipo de trabajo. Carlos Eduardo Ramírez

 

La relación del equipo de Alimenta con la comunidad es directa, cada semana llegan los alimentos y crean reportes de las actividades. No se quedan en darle al niño el plato de comida,  también se preocupan por la formación. “En muchos de nuestros comedores hay espacios de formación, como en Monseñor Ramírez que hay una escuela de danzas, fútbol y tareas dirigidas. Buscamos que en cada espacio consiga todo lo que en las escuelas ya no están dando, y que en sus hogares no consiguen”, acotó.

 

Llegar a las comunidades y encontrarse con líderes sociales comprometidos y entregados, con madres que si no tienen gas van y consiguen leña donde sea para cocinar, si no hay agua se van en equipo y encuentran, representa para Zambrano esperanza, motivación y fuerza para seguir.

Alimenta la Solidaridad significa para Melissa Zambrano un antes y un después. “Cuando estaba a punto de abandonar el país, tuve la oportunidad de ser parte, de replicar algo tan maravilloso como este programa  en Táchira, y para mí el antes era la Melissa que seguía apostándole a Venezuela,  pero que no tenía sentido para seguir aquí; y el después o el ahora, es que esta es mi razón para estar en Venezuela, es mi motivación, es el  país con el que sueño y el que estoy segura vamos a construir”, afirmó.

 

Comedor Tío Simón 

El 10 de diciembre de 2018 fue fundado el comedor Tío Simón, ubicado en el barrio Monseñor Ramírez de la ciudad de San Cristóbal. Atiende de lunes a viernes a 55 niños y 10 abuelos quienes reciben sus cenas con las medidas de seguridad establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en medio de la pandemia.

Los familiares de los beneficiados llevan tazas plásticas, que son entregadas aproximadamente a las 5 de la tarde con los alimentos, guardando el distanciamiento social, y previamente cumpliendo con el lavado de manos de quienes las retirarán.

 

Todas las tardes el equipo de Alimenta la Solidaridad y sus voluntarios entregan la comida a los padres de los menores. Carlos Eduardo Ramírez

Elizabeth Cacique, es la coordinadora del comedor.  Son 10 personas las que allí laboran, quienes habían creado planes vacacionales, el club de los abuelos, cursos de emprendimiento económico a amas de casa y jóvenes de la comunidad, tareas dirigidas, escuela de danza y el equipo de fútbol, actividades que fueron suspendidas por el COVID-19.

Precisó que el comedor no escapa de los problemas que enfrentan el Táchira y Venezuela en materia de servicios públicos, pero con dedicación y esfuerzo logran sacarlo adelante, sobre todo por las fallas eléctricas y de gas doméstico a la hora de preparar los alimentos.  El gas lo adquieren a 70.000 o 100.000 pesos, y el comedor se ha quedado sin el servicio hasta tres días.

No pueden cocinar con leña porque alrededor hay abuelitos con problemas respiratorios, y no se confían de la electricidad porque han pasado hasta 48 horas sin el servicio. “Tenemos no que resignarnos, sino tener tolerancia, porque la parte emocional está quebrada. El comedor  Tío Simón no se escapa de esos problemas, sin embargo no nos paramos, siempre buscamos una solución. La mayoría somos madres, abuelas y el tiempo que tenemos se lo dedicamos a la comunidad, para ayudar a los niños y abuelos vulnerables, hay muchos que lo necesitan, pero por ahora solo tenemos capacidad para 55 niños”, explicó.

Belkys tiene cuatro niños que se benefician del comedor, de 12, 9, 7 y 3 años de edad. La mayoría del tiempo no tiene cómo darles de comer, porque es madre soltera y se quedó sin trabajo. Llorando, manifestó al Diario de Los Andes que cuando puede colabora con el comedor, pide colaboración para adquirir las bombonas y lo que se requiera.

 

El lavado de manos antes de retirar los alimentos se lleva a cabo en los comedores. Carlos Eduardo Ramírez

 

Una Nueva Esperanza para Santa Elena

El 22 de abril de 2019 fue inaugurado el comedor Una Nueva Esperanza, ubicado en la localidad de Santa Elena, municipio San Cristóbal del estado Táchira. 54 niños y 6 adultos mayores son beneficiados con los alimentos y en jornadas macrosolidarias, han logrado llevar comida hasta a 400 ciudadanos.

José Luis Suárez es el encargado del comedor. Indicó que en esa zona hay muchas personas que comen una vez al día. “Tenemos el caso de varios abuelos, por eso hemos incluido a abuelos porque hay muchos que esperan del comedor. Hay una niña especial que sus papás son de la tercera edad, y el sueldo no les alcanza”.

Cinco personas laboran diariamente en la preparación de los alimentos, y antes de la pandemia los padres de los pequeños eran colaboradores. Los comerciantes de la comunidad también los ayuda, y hay docentes, médicos y enfermeras que se han ofrecido como voluntarios.

 

Con leña cocinan para llevar alimentos a los niños del comedor de Santa Elena. Carlos Eduardo Ramírez

 

Cocinan a dos cuadras del comedor, porque no cuentan en el espacio con una cocina, por lo que están una cocina y una bombona en buenas condiciones.

Mario Breto Lovera forma parte del equipo de voluntarios del comedor. En su vivienda se preparan los alimentos. Desde el mes de febrero no tienen gas doméstico,  por lo que lo hacen con leña.

“La situación que tenemos es grave porque tenemos que hacerle la comida a los niños es con leña, porque gas no se consigue, todo es una lucha constante. No tenemos gas desde febrero, a veces cocinamos con electricidad pero la luz a cada rato falla, todos los días son 8 y 10 horas sin electricidad. Tenemos que recurrir a la leña, a  los tiempos de antes. Tardamos dos o tres horas cocinando lo  que con gas sería una hora”.

A pesar de las dificultades, Mario dibuja una sonrisa en su rostro cuando explica que para él “es una satisfacción enorme” ayudar a los niños en su alimentación. “Se la situación que están pasando, las necesidades, para mí es un regalo de Dios poder ofrecerle esto a tantas familias de bajos recursos”.

 

Hace año y medio fue creado el comedor Una Nueva Esperanza en Santa Elena. Carlos Eduardo Ramírez

Un Río de Esperanza

 El 4 de junio de 2020 fue inaugurado el comedor Un Río de Esperanza, ubicado en el barrio El  Río de la ciudad de San Cristóbal. Iniciaron con 40 niños y ahora atienden a 80. A pesar de estar en pandemia, la motivación de su creación fue precisamente que muchos padres de familia se quedaron sin trabajo y sin con qué alimentar a sus pequeños.

José Miguel Carreño es el coordinador del comedor, manifestó que la meta es atender a 450 niños que viven en la comunidad, sobre todo en los sectores Rafael Moreno y La Playa. “Hemos podido lograr el objetivo, aún falta, porque esta comunidad es bastante grande, hay una matrícula infantil de 450 niños”.

 

En el barrio El Río, cumpliendo la distancia, los beneficiados retiran los alimentos. Carlos Eduardo Ramírez

Aunque han logrado acondicionar el espacio en la medida de las posibilidades, aún les falta una nevera para la refrigeración de los alimentos y una cocina en buen estado, pues lo que habilitaron fue un reverbero.

Rosa de Santana, es madre de dos jóvenes especiales. Labora en la preparación de la comida en agradecimiento a que el comedor le ayuda con sus hijos, uno de ellos en silla de ruedas. “Este comedor significa muchísimo, porque soy madre sola, madre y padre, y no tengo quien me ayude y esto es una ayuda muy grande para mí. Me siento feliz porque  colaboro con lo mío y con los demás. La ayuda que me  prestan es grandiosa, por eso me quedo tres semanas, descanso una y regreso. Me gusta trabajar”, acotó.

Oriana Surmay, también es madre colaboradora. La ayuda social siempre la ha motivado, por lo que decidió unirse al equipo de voluntarios de Alimenta la Solidaridad. Espera que este tipo de iniciativas se mantengan en beneficio de los más necesitados.

 

A las afueras del comedor del barrio El Río familiares de los niños esperan por los alimentos. Carlos Eduardo Ramírez

 

Alimenta a un Héroe

 En mayo de 2020 nació el programa Alimenta a un Héroe con el fin de apoyar al personal de salud, médicos, enfermeros, camilleros, camareros, y vigilantes, que laboran en los centros de salud del país para salvar vidas en medio de la pandemia del COVID-19.

La coordinadora de Alimenta la Solidaridad, Melissa Zambrano, precisó que en el Hospital Central de San Cristóbal repartieron 3.100 almuerzos a 55 trabajadores del área de emergencia,  desde el mes de mayo hasta mediados de julio.

 

Con el programa Alimenta a un Héroe el equipo de Alimenta la Solidaridad ayuda al equipo de salud en medio de la pandemia. Carlos Eduardo Ramírez

“Siempre planteamos realizarlo por etapas, no teníamos tampoco medidas de seguridad que nos ayudaran a continuar allí, puesto que los casos van en incremento, se ponía en riesgo al equipo de Alimenta la Solidaridad, al equipo de comedor de Alimenta a un Héroe, y decidimos seguir a la segunda etapa y traerlo al ambulatorio de Puente Real”.

Entre 20 y 30 personas se ven beneficiadas con los almuerzos, gracias a la ayuda de venezolanos en el exterior que hacen sus donaciones. Reciben ayuda de Uniandes con proteínas.

 

 

 

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