“El día que parí me vine caminando desde Carvajal porque para acá no hay nada de carro, a las cuatro de la mañana me dieron los dolores, estaba sola con los niños, le grité a la vecina que me ayudara, buscando carro que no había ni gasolina a la cinco salió la niña en la cama, a esa hora buscaron al señor Alberto y entre todos los vecinos me cortaron el cordón umbilical”, contó Francis Segovia desde Mesetas de Chimpire en San Rafael de Carvajal.
En la parroquia, que sus mismos residentes catalogan de olvidada para los dirigentes políticos “porque arroja pocos votos en el padrón electoral”, se registraron dos partos en unas casas sin asistencia médica, durante la cuarentena nacional, y ante la desaparición del transporte público por la escasez de gasolina, carencia que hace que sus habitantes se mantengan aislados al otro lado del puente.
En el segundo de los casos, Ana María Lozada, ni siquiera contaba con un control médico prenatal, su hermana y su hija mayor atendieron de forma improvisada las labores de alumbramiento, “el bebé tenía el cordón enrrollado en cuello, nadie sabía qué hacer y cuando llegó un señor que ayuda en la comunidad, lo soltó y lo cortó; me llevaron al médico al siguiente día en cola porque no había carro”.
Enfermero improvisado
Alberto es un nombre muy respetado en la comunidad, corresponde a un señor que aunque trabaja como vigilante desde hace más de 32 años en un ambulatorio de Carvajal, en Mesetas de Chimpire hay quienes creen que él es enfermero, dado que desde hace mucho tiempo, y sin ningún costo, dedica sus horas libres a curar heridas, colocar inyecciones, y recientemente a atender partos.
“Entre los dos, la vecina que estaba ahí y yo, logramos que saliera bien, gracias a Dios yo había visto muchas veces cómo los médicos hacen el corte del cordón umbilical y debido a esa experiencia logré hacerlo perfecto con las medidas higiénicas necesarias para que no hubiese contaminación”, compartió el señor de mediana edad.
Reiteró además que los partos que se dieron en el sector fueron debido a la falta de transporte público, “fíjate que después de que dieron a luz esas dos muchachas, por ahí estaban buscando como conseguir una ambulancia para llevarlas a un centro de salud y lograron trasladarlas casi 12 horas después de que habían parido”.
Cuarentena en la desidia
Tanto Segovia como Lozada pasaron su período de postparto o cuarentena cocinando en fogón de leña para atender a sus otros hijos de temprana edad y ante la falta de gas doméstico desde mucho antes de que iniciaran las medidas de distanciamiento social. La falta de agua potable es otro de los problemas que atenta contra los residentes del sector, quienes se ven en la obligación de caminar hasta una quebrada para bañarse, lavar ropa y cargar agua.