Aquella era la Valera aldeana de 1955. Un pueblo muy joven sin casas de blasones y en medio de una encrucijada que dio cobijo a migrantes que venían de remotas y cercanas comarcas para establecerse en busca de progreso. En torno de su plaza mayor, la vida siempre fue palpitante. Los valeranos se paseaban en aquella cuadra, desde las puertas del Café que Benito Matos llamó Monet, en homenaje al padre del impresionismo, hasta las batientes puertas del lujoso hotel Plaza, con sus biombos para curiosos que escondía la intimidad de sus huéspedes, entre los cuales se recuerda a Juan Domingo Perón, el mismísimo ex presidente argentino. Al lado estaban los negocios de Noé Paredes, Flor de Abril y El Récord que administraba Lucio Tablante, en cuya puerta mataron a tiros al “tuerto” Santiago, la venta de discos de Ayala y los billares del bar Bolivia, todos ellos en la calle Real, actual avenida 10. Al frente de estos lugares de diversión, estacionaban sus vehículos los conocidos “choferes de plaza” que por años se convirtieron en la rápida solución al transporte de esta ciudad.
Una buena cofradía donde la amistad era factor importante, dio origen a las líneas Mercury, Zulia y Dodge, donde sobresalieron choferes como Gustavo Altuve, Miguel Betancourt, Régulo “Mata Frío” Vergara, Antonio González e hijos, Elio El Gali Pavo, Elimenes “la vieja”, Martín El Cigarrón, Orángel “El Rinoceronte” Márquez, El Grillo Pineda, Martín Briceño que además era conductor de la ambulancia de sanidad, el gordo Goyo El Elefante, Carlos Viloria, Brandi, el español Mujica quien tenía el mejor carro de todos, los hermanos Miguel Ángel y Trino Semprún, Amable Linares, Héctor “el siete cueros” y el chofer preferido de las damiselas de vida alegre, era a quien apodaban La Muerte. Encontrar el nombre del primer chofer de “carros libres” en nuestra ciudad, es una tarea pendiente para los estudiosos, aunque se manejan los nombres de los vendedores de carne en el antiguo mercado público, Polo Salas y Néstor “Chepino” Manzanilla, como los pioneros de esta profesión. Las compañías Muchacho Hermanos, la Ford que dirigía Máximo Briceño Cols, la sociedad Morales López y Pacheco Hermanos, conformaban las empresas que vendían vehículos en nuestra ciudad, desde que en 1920, Sánchez Castaño y Schcrochi, trajeron los primeros vehículos a Valera.
Un muestrario de ficciones existe sobre este grupo humano que en parte conoció en plenitud la historia oculta de esta urbe. La mayoría de ellos, no eran propietarios de estos automóviles y se los arrendaban a Don Pancho Carrandiel, magnate de este tipo de negocio. También formaron parte de este grupo, Solano, Regulito y Juan Peña, que además de músicos eran choferes de plaza de aquella Valera que el poeta Alí Medina Machado describió como la casa grande donde los sueños se convirtieron en realidades y la vida era apetecible.
Cronista Pedro Bracamonte Osuna
Fuentes:
Alí Medina Machado, Valera en el siglo XX
Conversaciones con Amable González