352 años de Carvajal | Campo Alegre de mi infancia | Por: Larry Araujo

De izquierda a derecha: Tiburcio Araujo, financista del primer equipo de Ciclismo que existió en Campo Alegre. Israel Franco, propietario de la recordada Bodega “La Vigorosa”. Francisco “Pancho” Valero, propietario del primer cine que existió en Campo Alegre abajo.

Hasta finales de la década de 1960 Campo Alegre aún era un pequeño caserío del municipio foráneo San Rafael de Carvajal anexo al distrito Valera, estado Trujillo, que ha cambiado su identificación político-territorial, aunque con sus mismas coordenadas polares y cartesianas de latitud norte y longitud oeste, y actualmente es una parroquia del municipio autónomo de San Rafael de Carvajal del estado Trujillo, por la desaparición del distrito como entidad político-administrativa, pero con un buen crecimiento poblacional y la expansión de nuevas áreas pobladas con construcciones en lugares que para la época estaban vacíos o servían de espacios deportivos no convencionales.

El espacio territorial que ocupa la crónica está delimitado entre los sitios La Horqueta bajando hasta el sitio o curva de la Máquina de Arroz o salida de la cuesta de Jiménez, incluyendo La Cantarrana, La Peña y hasta el sitio denominado El Chama con dirección a El Amparo.  Por esos años, además de sus ocupaciones, sus pobladores mostraban un interés diario en la compra y espera del sorteo de la lotería de animalitos de Valera, con personas que vendían los números del 1 “El Carnero” al 31 “La Lapa”, exceptuando el número que había sido favorecido en el sorteo del día anterior, lo que constituía un ingreso personal y familiar para los venderos o “riferos”, quienes lo hacían recorriendo a pie o en bicicleta, una o más veces, todo el caserío.

La afición era tan grande que los jugadores veían el futuro número ganador recurriendo a sus sueños, el cumpleaños de un familiar o amigo, o a la forma que tenían las nubes o quemando un papel en suelo y asociaban la mancha dejada con la forma de un animal.

La industria estaba representada en la existencia de la máquina piladora de arroz y maíz ubicada en la salida de la cuesta de Jiménez, donde se recibían la materia prima procedente de las zonas agrícolas de Jiménez, El Amarillo, Melendres y Las Aguaditas. De este recinto salían los productos sin concha, además del nepe, el pico y otros subproductos para la alimentación animal, pero por causas diversas esta pequeña empresa perdió gran parte de su mercado, siendo el más importante la sustitución del maíz pilado por la harina “PAN” que disminuía el laborioso trabajo de cocinar y moler el maíz para la elaboración de las arepas, lo que paulatinamente la llevó a su cierre.

También existía la fábrica de alpargatas y cotizas de Bartolo Ramón Sosa en la calle principal, las panaderías de Ramón Contreras al frente del final de pista de aterrizaje del aeropuerto de Carvajal, la de Noé Briceño en la calle principal y la de Ángel Fernández, al final de la callejuela que daba a la pista del aeropuerto, estaban la fábrica de caramelos de Manuel Guerrero, al final del callejón “El Caracaro” y los artesanos de cestas de bambú de la Cantarrana. A inicios de la década de 1960 se estableció la empresa Industrias KEL, del inmigrante italiano Casimiro Di Michelli, en el sitio donde funcionó anteriormente la escuela Rafael Quevedo Urbina.,

Estaban las pilas de abastecimiento de agua pública, que eran puntos de reunión para conversar sobre los acontecimientos en el pueblo, informarse de amigos en tierras alejadas y para darle a “la sin hueso” con los consiguientes chismes de actualidad, situados en puntos estratégicos para tratar de facilitar un mejor acceso al vital líquido. Se pueden mencionar las ubicadas en El Mercadito cerca del actual ambulatorio, otra en la entrada de La Cantarrana frente al bar de Soto, otra frente a las casas de Toña Huz y la familia Oviedo, otra la callejuela que da al aeropuerto frente a la casa de Tomás Salas, otra cerca de la bodega–habitación de Salomón Morillo, otra cerca de la bodega-habitación de José María Salas y otra en la salida de la cuesta de Jiménez.

Era común observar constantemente aglomeración de personas en el sector El Limón, por ser un cruzamiento de tres rutas: una en subida vía Campo Alegre arriba, Carvajal, La Cabecera La Llanada y San Genaro, otra conducía a Campo Alegre abajo, Cubita, Cuba, La Sabana y Cerro Pelón y la última que llevaba a El Amparo y  la Plaza Colon, que se bifurcaba tomando una hacia Valera y la otra para la Hoyada, La Cejita, Chimpire, Motatán y Trujillo, lo que facilitaba la toma del transporte en los carros de la ruta Valera-Carvajal. Otro sitio de reunión era el llamado llano, terreno situado frente al lugar que actualmente ocupa la escuela “Rafael Quevedo Urbina”, con las acostumbradas partidas de pelota goma entre muchachos y los partidos de béisbol los fines de semana donde mostraban sus habilidades los mejores representes de la disciplina en Campo Alegre, El Amparo y Carvajal, entre otros:

Los hermanos Julio, Asdrúbal, Martin; Melvin  Rojas, los hermanos Pedro “Perucho”, Alberto “Churrero” y Leobaldo “Lolo” Perdomo, Gromer “Pelón” Ramos, Gerardo “El Faro” Ramírez, Leopoldo González, Enzo Araujo, Daniel Oviedo, Alfonso “Caletra” Valecillos. Luego de esta generación de jugadores, vino otra donde recordamos Alexis “Pura” Urdaneta, Los hermanos Manuel, Segundo y Luis “Pirinola” Molina, Alirio Piña, los hermanos Luis, Tulio, Gabriel y Argenis Márquez, Los hermanos Omar “Cuartera” y Daniel “Mata Tigre García, Los hermanos Armando “Narin” y Eleazar López, Los Hermanos William y Wilmer Franco, Los hermanos Melvin, Rafael “La Ciega”, Jesús “Chucho”, Alirio “Torito” Gonzales. Los hermanos Arístides y José “Chemo” Huz, Víctor Araujo, Víctor Ribas, Los hermanos William y Wilmer Moreno Gilberto “El Oso” García, los hermanos Marcos “Tartabul” Torrealba, José María “Chemaria” y Ricardo Perdomo, Alejandro Castillo, Orlando Matheus, Víctor Ojeda, los hermanos Johnny, William y Wilmer Villareal.

 

Los deportistas más destacados, activos o retirados, eran: Rafael Antonio “Toño” Franco, el gigante de la primera base, quien fue el primer lugareño en vestir la camiseta de Trujillo como inicialista titular y cuarto bate en un Campeonato Nacional de Béisbol “AA” escenificado en el año 1952 en el estadio Alejandro Borges de Maracaibo estado Zulia: Juan “El Adivino” Prada, el primer ciclista nacido en Campo Alegre en participar en la primera Vuelta a Venezuela corrida en 1963, Asdrúbal “El Chivo” Rojas, gran lanzador y temible bateador zurdo que fue el primer trujillano en representar a Venezuela en el Campeonato Mundial de Béisbol Amateur en su edición XVIII que se efectuó en el año de 1970 entre las ciudades de Cartagena y Barranquilla, Colombia, el cual contó con la participación de doce equipos: Antillas Holandesas, Canadá, Colombia, Cuba, República Dominicana, Guatemala, Nicaragua, Puerto Rico, EE.UU. Venezuela, y el estreno de dos primeros equipos europeos: Italia y Holanda. También es necesario mencionar al ciclista Luis “Pollo” Umbría, al boxeador y fisicoculturista Luis Omar “Tableta” Castellanos y a los boxeadores Genadio Coronel. Pedro Sánchez, Víctor Ojeda, Pedro Pineda, Víctor Calderón, al decathlonista Giovanni Falco campeón sudamericano de la carrera 110 con vallas, el Pesista olímpico Pedro Torres.

Un evento deportivo que generaba gran atención y expectativas eran las carreras de bicicleta de paseo, tanto que consintió la realización de dos importantes competencias regionales, La Primera y Segunda Vuelta al estado Trujillo en Bicicleta de Paseo, la primera fue ganada por un corredor del callejón Ayacucho, Ramón “Vitamina Martínez. Campo Alegre estuvo representada por un equipo ciclístico constituido por iniciativa de Polo Villegas conformado por los ciclistas: Rafael Enrique “Faire” Valecillos, Ricardo “Piwe” Camacho, Pedro “Bala” Infante, Nelson “Necho” Salcedo, “Rucho”, con apoyo de Tiburcio Moreno, en aquel entonces distribuidor para el estado Trujillo de harina Juana, esponcer que lucieron en la camiseta en muchas competencias hasta que para la segunda vuelta a Trujillo fue reemplazado por “Malta Caracas” patrocinio que mantuvieron hasta que este tipo de accionar deportivo feneció.

También es de señalar que, a principios de la década de 1960, la escuela Rafael Quevedo Urbina tuvo una destacada actuación los campeonatos de voleibol estudiantil inter escuelas de primaria del extinto distrito Valera, cuando el equipo femenino obtuvo el primer lugar y el masculino el tercer lugar. Entre las muchachas destacaron Isolina Rojo, Carmen Paredes e Iris Matos y entre los muchachos Daniel Oviedo, Alirio Piña y los hermanos Márquez (Luis y Tulio), con el entrenamiento y dirección del profesor Nelson Naranjo.

El lugar más renombrado, local, regional y nacionalmente, era “El Rincón de Margarita”, una fuente de soda con pista de baile y su tarima por donde desfilaron la orquesta “Billo’s Caracas Boys# con sus cantantes Cheo García, Joe Urdaneta y José Luis Rodríguez, la orquesta “Los Melódicos” a Ricardo Aguirre, “El Monumental” con el grupo gaitero “Saladillo” y al grupo de música norteña mexicana Lupe y Polo, que sonaba en todas las rockolas de los bares del estado. Además, en el mismo lugar funcionaba una pista de karting que semanalmente presentaba competencias con los pilotos estrellas del estado Alirio Casadiego, Arnaldo da Silva y Daniel “Tarzán” Hernández, Casimiro Di Michelli y pilotos invitados de otros estados del país.

Entre los personajes y sitios populares: recuerdo a las maestras Ángela Araujo de Duarte, Omaira Bencomo de Tagliaferro, Ana Baptista de Sarmiento, Miriam Baptista de Araujo, Teresita Rangel, Josefa “Pepita” de Rodríguez, Elda Castro y los directores Germán Pacheco, Andrés Ramón Pérez, Alejandro Paredes y Francisco Ocanto, los forzudos Amílcar Perdomo, Augusto Torres y Polo Villegas, los comerciantes Israel Franco con su Bodega La Vigorosa que expendía toda clase víveres, verduras, pinturas, cemento, madera, zinc y carnicería y charcutería en la entrada de la callejuela que da al aeropuerto, José María Salas en el sitio donde hacían su parada los agricultores provenientes de Jiménez con animales de carga para hacer la venta de sus productos, Rito Quevedo con su bodega y carnicería “Flor de Patria” frente a una de las entradas a La Cantarrana, Rafael Aguilar con la Bodega El Caracaro, famoso por su amplia cultura y su secreto en la preparación de su famoso guarapo de papelón con limón, Eduardo Viloria y doña Esperanza su esposa con la “Tiendita”, donde se conseguía desde un alfiler hasta un corte de tela importado, el abasto “El Mercadito” cerca del sitio donde funciona el ambulatorio de Carvajal, además de los comercios de Pablo Emigdio García en El Limón, José María Valecillos frente al de José María Salas, los barberos Trino Bastidas, Ramón Lozada, Pompilio Moreno y Ramón García, los carpinteros Sergio Cadenas y Pedro Barrios, quien luego fue prefecto del municipio San Rafael de Carvajal, los peleadores callejeros Toño Franco, quien era beisbolista, gran bailarín y operador de Moto Niveladora que trabajó en la construcción de casi todas las carreteras de la época en el estado, Hugo Sosa y Rafael “El Siete” Hernández, los camioneros Rafael Simancas, Roviro Hidalgo, Vicente Araujo, Tiburcio Moreno, los hermanos Jorge, Francisco “Pancho” y Óscar Ojeda, Pedro Torres, Rafael “Cañita” Briceño, Jesús “El Padrote” Araujo, Antonio “Piquillo” Mora,  y Heriberto ”Sacarrugas” Ribas, los bares más concurridos, con sus respectivas rockolas eran el de Israel Franco, anexo a la Bodega La Vigorosa, el de Víctor Cifuentes en El Limón con su billar de hoyos y hongos, el de Pedro Suarez, que funcionaba con bodega de víveres en la entrada del callejón paralelo a la calle principal, el de Leonisio Simancas, frente al final de la pista del aeropuerto, el de Eusebio Franco y el de Manuel Méndez, con sus respectivos billares de carambola, ambos en la calle principal y el de un señor apellidado Materán, cerca de la salida de la cuesta de Jiménez, el practicante certificado Jesús María Barreto y las enfermera Filomena de Paredes y Josefa Valecillos, quienes se encargaban de la aplicación de vacunas y purgantes, los telegrafistas, Manuel Sarmiento, Roger López, José Luis “Tute” Ojeda y los señores Toro y García.

Mención aparte merecen 3 personajes que la gente ha metido en el olvido, uno es Miguel Andrade, un buen hombre que llegó a Campo Alegre procedente de San Lázaro y sirvió muchos años como policía del municipio Carvajal, otro es Elías Matos, que era el mandadero oficial del pueblo y que en una carretilla de madera hacia el transporte de los productos u objetos encargados y el otro es Juan Morillo, quien vivió cerca de 100 años, y era el “pesador” de cochinos y colocador de aguas en niños más activo de Campo Alegre.

Existió un seco y súper centenario árbol de “Caracaro”, que daba el nombre al lugar, en el sitio donde años más tarde funcionó la venta de cerveza y bodega de Alejandro Olivar, conocido como “Vasitos de Aluminio”, porque la bebida era servida en vasos de ese material. El referido “Caracaro” no tenía una fecha exacta de su nacimiento, pero los lugareños afirmaban que tenía más de 100 años. A mediados de la década de 1960, el fuego asomó entre la madera de las raíces, tallo y ramas del seco árbol, generándose un incendio que duró varios días y que pudo apagarse por la intervención de los bomberos que venían desde Valera y al agotar el agua del tanque tenían que regresar a su cuartel en esa ciudad para recargar.

Ante el temor que las ramas cayeran en alguna de las dos casas cercanas, la de Cirilo Duarte y la de Rafael Aguilar, se procedió a eliminarlas, lanzando una piedra amarrada con un mecate que pasara entre las ramas y luego unirla a una guaya que sirviera para tirar del árbol, con la mala fortuna que, en plena faena, una de las ultimas ramas, la guaya se rompió y causó daños en el techo de la casa de Cirilo Duarte. El sitio fue famoso por que se decía que ahí espantaban.

Las diversiones de los muchachos de esa época eran el juego de metras “radio, hueco y topi la cuarta”, las troyas de trompos, el saque de rayuela utilizando una moneda y transportarla a golpes de trompo bailando en la mano de un una raya a otra, las caimaneras de béisbol y las partidas de fútbol en el llano, las películas en el cine de Francisco “Pancho” Valero en Campo Alegre abajo y el de Martín Pineda en El Limón que años después fue de Pedro Sánchez, los juegos del escondido, la guama, las cuarenta matas y los viajes al río Jiménez, con los lanzamientos desde el puente colgante de madera, frente al trapiche de José María Araujo, recuerdos únicos, sin igual.

 


Compilación: Luis Huz Ojeda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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